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BELGRANO PROPONE INSTALAR UNA MONARQUÍA EN EL RIO DE LA PLATA (1816)
En 1816, se reunió en Tucumán, el llamado “Congreso General Constituyente de 1816, para asumir, entre otras, la responsabilidad de definir la forma de gobierno que se adoptará en las Provincias Unidas del Sud (o del Río de la Plata).
Y no menos importante, sancionar una Constitución que lo rija, dos de los temas fundamentales del plan del trabajo contenido en la Convocatoria. que había impuesto su instalación por medio del Estatuto Provisional de 1815.
El proyecto Belgrano para instalar una monarquía
Reunidos en sesión secreta el 6 de julio de 1816, los congresales comenzaron escuchando las palabras de MANUEL BELGRANO, a quien se le había solicitado que expresara su parecer sobre la forma de Estado a adoptar luego de la declaración formal de la independencia (ver Belgrano y Rivadavia embarcados en un proyecto monárquico)
BELGRANO, comenzó exponiendo su parecer sobre la conveniencia de instalar una monarquía constitucional presidida por un descendiente legítimo de los antiguos emperadores incas.
“El plan estaba concebido para adecuar las instituciones del nuevo estado a la restauración absolutista implantada por la “Santa Alianza” en Europa y para sumar el apoyo de los pueblos incas del Perú, el Alto Perú y Ecuador en América del Sur”. Había recibido el apoyo de JOSÉ DE SAN MARTÍN y de MARTÍN MIGUEL DE GÜEMES y de las provincias del norte, pero cuando llegó al Congreso, encontró una fuerte resistencia por parte de los diputados de Buenos Aires, que veían en ese proyecto, la pérdida de sus privilegios portuarios y apoyaban en cambio el establecimiento de una gran cantidad de repúblicas independientes en Hispanoamérica.
Y quienes eran los candidatos para ocupar el trono americano?. Fueron varios los nombres que circularon y los más mencionados fueron Juan Bautista Tupac Amaru Monjarrás, hermano de José Gabriel Condorcanqui Noguera, también conocido como Tupac Amaru II, líder de una sublevación que en 1870 puso en jaque el dominio español sobre el Perú y Dionisio Inca Yupanqui, nacido en Cuzco y educado en el Seminario de Nobles de Madrid, que como Coronel de Dragones, luchó contra los franceses, durante la invasión napoleónica.
BELGRANO se explayó luego sobre las ideas que predominaban en Europa y en el concepto de que «ante las naciones de aquella parte del globo, se habían formado de las Provincias Unidas y que es lo que de ellas se podía esperar para su protección».
Manifestó que las luchas internas no habían impresionado favorablemente y sus palabras al respecto fueron impactantes: «Aunque la revolución de América en su origen mereció un alto concepto de los poderes de Europa por la marcha majestuosa con que se inició, su declinación en el desorden y anarquía continuada por tan dilatado tiempo, ha servido de obstáculo a la protección que sin ella se habría logrado; así es que, en el día debemos contarnos reducidos a nuestras propias fuerzas”.
Un diagnóstico realista, por cierto: el año anterior en Waterloo el emblema republicano francés había caido. En materia de gobierno, sostuvo e insistió la conveniencia de establecer una monarquía temperada (es decir constitucional), «como la de Inglaterra”, representada por la dinastía de los Incas, para establecer un gran Estado ”, un sueño, todavía en estado larval, que imaginaba anticipadamente la creación de la “Gran República Sudamericana».
Terminada la exposición de BELGRANO se levantó la sesión, que fue abierta nuevamente el 12 de junio. Tomó la palabra el diputado por Catamarca, MANUEL DE ACEVEDO y propuso discutir sobre tablas la forma de gobierno que debería adoptarse y anticipó su opinión, de que debería apoyarse la idea de BELGRANO y restablecer la monarquía incaica, cuya sede de gobierno debería ser la ciudad de Cuzco, donde había estado la antigua corte de los Incas, expresiones que generaron un intenso debate que se prolongó durante dos días.
En la sesión del 15 de julio, el diputado por Charcas, JOSÉ SEVERO MALABIA pidió que con preferencia a todo otro asunto se entrara a considerar la forma de gobierno y sorpresivamente, la discusión sobre el tema se precipitó con una manifiesta tendencia monárquica.
La idea de una monarquía, contaba con el apoyo de buena parte de los congresales (MARIANO SÁNCHEZ DE LORIA, JOSÉ ANDRÉS PACHECO DE MELO, JOSÉ IGNACIO THAMES, PEDRO MIGUEL ARÁOZ, MANUEL ANTONIO DE ACEVEDO, JOSÉ MARIANO SERRANO, PEDRO IGNACIO DE RIVERA, JOSÉ IGNACIO GORRITI, MARIANO BOEDO, TEODORO SÁNCHEZ DE BUSTAMANTE, entre otros), e inclusive, como hemos dicho, de figuras del relieve, como MARTÍN MIGUEL DE GÜEMES, JOSÉ DE SAN MARTÍN y JUAN MARTÍN DE PUEYRREDÓN aunque estos últimos, la consideraban un medio y no un fin (1).
Ante esta embestida de los «monárquicos», tomó la palabra el diputado fray SANTA MARÍA DE ORO y dijo que: «para proceder a declarar-la forma de gobierno, era preciso consultar previamente a los pueblos»… y que en caso de procederse, sin aquel requisito, a adoptar el sistema monárquico (como lo habían propuesto otros diputados), a que veía inclinados los votos de los representantes, se le permitiese retirarse del Congreso, declarando ante quien debía verificar la renuncia de su empleo, que lo hacía en abierta oposición a esa propuesta (2).
Algunos diputados tomaron la palabra, fundamentando su posición y otros lo hicieron tratando de que ORO reviera su postura, pero sin lograr que cediera en su convencimiento, por lo que se dio por finalizada la sesión.
Aunque posteriormente se volvió sobre el tema, la firmeza del padre ORO, que gozaba de gran prestigio y autoridad entre sus pares, conjuró el proyecto presentado por BELGRANO y apoyado por varios disputados. Finalmente, el Congreso rechazará el plan de Belgrano, creando en su lugar un estado republicano y centralista, privilegiando a Buenos Aires (ver Proyectos de monarquías para las Provincias Unidas del Sud).