UNA FALSIFICACIÓN PERFECTA? (14/06/1824)

La Policía comenzó a sospechar de la apariencia lujosa de un pobre y joven grabador llamado MARCELO VALDIVIA y al allanar su casa, descubren grandes cantidades de billetes falsos.

En el interrogatorio al que se lo somete, termina por reconocerse autor de la estafa: un «trabajo perfecto», dictaminan los peritos. «No hay diferencia alguna con los billetes auténticos».

El pobre infelíz es condenado a muerte, pero a tiempo descubren que es menor de edad y se le conmuta la pena por la de ocho años de prisión y «destierro por el resto de la vida». Como pena accesoria, durante cuatro horas, Valdivia es sentado en la Plaza Mayor con los billetes falsos colgados del pecho (ver Falsificaciones y falsificadores).

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