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TRAICIONES Y DEFECCIONES EN LA HISTORIA ARGENTINA
Muchos fueron los protagonistas de la Historia Argentina que por conveniencia política, ambición personal, intereses varios o frustración al sentirse traicionados, cambiaron de bando para lograr sus proyectos personales.
Ateniéndonos a la definición que hace la Real Academia Española de las palabras “traición y “defección” y sin agregar a la lista siguiente, a aquellos que por conveniencias políticas o materiales, se pasaron de bando durante los años de la Independencia, la lucha civil y la consolidación nacional (de los que hubo muchos por cierto), ni el de quienes con su actitud, salvaron momentos difíciles que tuvo que vivir la patria, trataremos aquí de recordar los nombres de algunos de aquellos que con su traición a un hombre o a una causa, o “cambiando de bando” en forma innoble, alteraron el curso normal de los acontecimientos y/o hicieron que se derramara sangre innecesariamente.
Pero antes de entrar en tema (aún sin coincidir totalmente con lo expuesto), nos permitiremos transcribir un párrafo contenido en el trabajo “Historias de traiciones y muerte de los políticos del Río de la Plata”, de Ricardo Héctor Machain, que dice así:
“Una de las cosas que más llama la atención al estudiar la Historia Argentina en sus orígenes, ha sido la dualidad de personalidad de los más reconocidos hombres que participaron en los mayores acontecimientos».
«Personajes que actuaban de una forma ante un aspecto y de manera absolutamente contraria en otro. Así vemos a un Moreno defendiendo ante una injusticia intereses de peones de estancia, y por el otro lado convirtiéndose en responsable probado del asesinato de compañeros de trayectoria” (quizás refiriéndose a su activa y decisiva intervención en el fusilamiento de Manuel Dorrego).
Capitán Juan de Moris (09/06/1535)
Una expedición al mando del capitán SIMÓN DE ALCAZABA funda el 26 de febrero de 1535, el “Puerto de los Leones” en la Patagonia. En junio de ese año, un grupo de tripulantes encabezado por su segundo, el capitán JUAN DE MORIS, quien ve en esa ocasión, la posibilidad de tomar el mando de la expedición y obtener así los beneficios que le corresponderían como jefe de la misma, traiciona a su jefe, se rebela contra él y el 9 de junio de ese mismo año, lo asesina junto algunos de sus hombres que le permanecían adictos (ver Asesinato del capitán Simón de Alcazaba).
Juan de Ayolas (03/12/1535)
En viaje hacia el nuevo continente, integrando las fuerzas al mando de PEDRO DE MENDOZA que venía como Primer Adelantado del Río de la Plata, luego de pasar por las islas del Cabo Verde, JUAN DE AYOLAS (se dice que para eliminar un posible rival político), traiciona a su Segundo y amigo, el capitán PEDRO OSORIO y lo acusa de conspirar contra la corona, dando lugar a una investigación secreta ordenada por MENDOZA, quien ya desde antes de comenzar el viaje, desconfiaba de OSORIO y le tenía celos por el gran predicamento que éste tenía sobre su tropa. Como resultado de esta investigación, OSORIO es ejecutado el 3 de diciembre de 1535
Domingo de Irala (25/04/1542)
El 11 de marzo de 1542 ÁLVAR NÚÑEZ CABEZA DE VACA entró en la Asunción dispuesto a asumir como Adelantado de la corona de España en el virreinato del Río de la Plata y DOMIGO DE IRALA quien interinamente había desempeñado tal cargo hasta ese momento, acató su autoridad y se constituyó en su Teniente Gobernador. Los actos y las disposiciones humanitarias que a favor de los aborígenes, que a partir de entonces, caracterizaron la gestión de NÚÑEZ CABEZA DE VACA, poniendo coto a los abusos de los “encomenderos” y la jerarquía española en estas tierras, le valió el encono de todos ellos, que empleando mil argucias, intentaban torcerle el brazo sin conseguirlo.
Dos años solamente bastaron para que la situación explotara. El viernes 25 abril de 1544, unos doscientos conjurados liderados por ALONSO CABRERA, que contaba con el apoyo de NUFLO DE CHAVES, JAIME RESQUIN, FRANCISCO DE MENDOZA, MARTÍN SUÁREZ DE TOLEDO y otros, se rebelaron contra el Adelantado.
IRALA, que estaba enterado de la conjura, que compartía el plan de los conjurados que y hasta los había alentado, para no verse comprometido, se declaró enfermo y se mantuvo en su casa. Los criados del Adelantado y su Maestre Sala, DIEGO DE MENDOZA, también estaban al tanto del plan y tampoco hicieron nada para desbaratarlo. NÚÑEZ CABEZA DE VACA estaba en cama, pues “a la sazón, se hallaba purgado».
Cuando en la mañana de ese día, los conjurados se presentaron en su casa, y antes de que ingresaran al patio, un criado le avisó al Adelantado. Este, rápidamente se dejó caer de la cama, vistió su cota de malla y tomando escudo y arma, salió de su habitación, al tiempo que entraban los sediciosos y les dijo: “Caballeros, que es esta traición que hacen contra su Adelantado? A lo que ellos respondieron: “No es traición, todos somos servidores de Su Majestad, pero conviene que V.S. sea preso y vaya a dar cuenta por sus delitos y tiranías”.
El Adelantado, cubriéndose con el escudo, dijo que antes moriría hecho pedazos. De inmediato se le echaron todos encima y le dieron estocadas y golpes, hasta que JAIME RESQUIN le puso una ballesta armada en el pecho y le dijo que si no se rendía, lo mataba. El Adelantado apartó la ballesta de su cuerpo, y se entregó diciendo: «Hagan de mi lo que quisieren». Le colocaron dos pares de grillos y rodeado de soldados, fue metido en una celda oscura, con 50 arcabuceros de guardia.
Al día siguiente, IRALA fue informado acerca de lo sucedido y se lo invitó a concurrir al Ayuntamiento para decidir el futuro de NÚÑEZ DE VACA. IRALA los recibió en su lecho de enfermo y lamentó “lo sucedido mientras se hallaba postrado en cama con disentería” y se excusó por tal razón de concurrir a la reunión, ya que por su estado “no podía andar a pie ni a caballo. Finalmente, ante la insistencia de los complotados, que pusieron a su disposición una hamaca para que se lo trasladara, aceptó hacerlo, insistiendo en la gravedad de su estado.
Al día siguiente, el 26 de abril, los notables, reunidos allí, decidieron votar por quien se haría cargo del gobierno de la ciudad, hasta tanto las autoridades españolas definieran la situación, eligiendo a quien sería el sucesor de CABEZA DE VACA. Y quién fue el elegido?. Por supuesto que DOMINGO DE IRALA.
Los prisioneros ingleses tomados durante la Reconquista de Buenos Aires, Saturnino Rodríguez Peña y Aniceto Padilla (10/02/1807)
Los ingleses que fueron tomados prisioneros luego de la Reconquista de Buenos Aires en 1806, fueron enviados al interior del virreinato y distribuídos para su custodia en los Fortines “Guardia del Salto”, “Rojas”, “San Antonio de Areco”, y en la Villa de Luján, lugar éste último, donde fueron alojados los principales jefes de la invasión (general WILLIAM CARR BERESFORD, coronel DENNIS PACK, capitán ROBERT WILLIAM PATRICK, mayor de brigada ALEXANDER FORBES, Capitán ROBERT ARBUTHNOT, teniente ALEXANDER MAC DONALD, teniente EDUARD L’ESTRANGE y cirujano SANTIAGO EVANS)
Cuando en 1807 se supo de un nuevo desembarco de los ingleses en Montevideo, el Cabildo de Buenos Aires dispuso alejarlos aún más de la ciudad, por motivos de seguridad y enviarlos a Fortines ubicados en el Litoral, Misiones y en el Noroeste del virreinato y fue este el momento que aprovecharon el General BERESFORD jefe de la expedición que invadió Buenos Aires el año anterior y el teniente coronel DENIS PACK, jefe del regimiento 71 de “Highlanders” para escapar, a pesar del juramento que habían hecho de respetar su condición de prisioneros de guerra y de no volver a tomar las armas contra Buenos Aires ni fugarse.
Los hechos ocurridos en torno a este episodio no fueron muy claros. BERESFORD y PACK disfrutaban en Luján de un confinamiento que parecía más estar de vacaciones que presos.
Eran visitados por los viajeros que pasaban por la villa y se los invitaba a comer en las casas de las familias más caracterizadas de la zona.
El alcalde MARTÍN DE ÁLZAGA, sospechando que se estaba tramando un complot por parte de algunos criollos demasiado vinculados a los ingleses, a mediados de febrero, había ordenado que ambos jefes fueran trasladados a Catamarca y cuando se estaba por hacer efectiva la orden, aparecieron en Luján, SATURNINO RODRÍGUEZ PEÑA y ANICETO PADILLA, quienes pidieron les fueran entregados los prisioneros para llevarlos allá.
Así se hizo y el grupo, ante testigos se dirigió hacia Catamarca, pero al perderse de vista, dieron la vuelta y retornaron a Buenos Aires sin ser vistos.
Según se supo luego, anduvieron una noche entera buscando un bote, hasta que finalmente el 20 de febrero, se embarcaron en una chalupa y se dirigieron hacia la Banda Oriental. La pequeña embarcación fue recogida por un navío de la flota británica y los fugitivos fueron llevados hacia Montevideo, donde se reunieron con sus camaradas que allí se hallaban.
La fuga de BERESFORD y PACK fue una dura lección para la buena fe de nuestras autoridades y una cruel realidad: No todos tenían las mismas ideas acerca del destino que le era mejor a nuestra Patria y algunos, felizmente unos pocos, no vacilaban en llegar a la traición para ayudar a quienes eran nuestros enemigos.
Santiago de Liniers y 4 de los complotados contra la Revolución de Mayo (1810)
Después de los acontecimientos producidos el 25 de mayo de 1810, el héroe de la Reconquista de Buenos Aires (agosto de 1806), SANTIAGO DE LINIERS, junto con el obispo de Córdoba RODRIGO ANTONIO ORELLANA, los alcaldes del Cabildo de Córdoba GARCIA DE LA PIEDRA y el doctor JOSÉ ANTONIO ORTÍZ DEL VALLE, el ex oidor de la Real Audiencia de Cuzco MIGUEL SÁNCHEZ MOSCOSO, el coronel de milicias SANTIAGO ALLENDE, el ministro de Cajas reales, JOAQUÍN MORENO, el oidor fiscal VICTORINO RODRÍGUEZ, el ex asesor de la Gobernación de Montevideo, doctor MIGUEL GREGORIO ZAMALLOA y el dean GREGORIO FUNES, participaron en un complot destinado a desbaratar la implantación de un régimen contrario a los intereses de la corona española.
Descubiertos en julio de 1810, LINIERS, junto con el Brigadier de Marina JUAN GUTIÉRREZ DE LA CONCHA, el doctor VICTORINO RODRÍGUEZ, el coronel SANTIAGO DE ALLENDE y el contador JOAQUÍN MORENO, fueron acusados de oponerse a la causa de la revolución de Mayo, y luego ejecutados como “traidores” en Cabeza de Tigre (provincia de Córdoba), el 26 de agosto de 1810 (ver Fusilamiento de Liniers y otros complotados).
Martín de Álzaga (06/07/1812)
Luego de que se descubriera el complot para desbaratar el movimiento libertario gestado el 25 de Mayo de 1810, en el que estaba involucrado, junto con un grupo de españoles y criollos leales a la corona de España, MARTÍN DE ÁLZAGA huyó hacia el interior el país y fue juzgado sumariamente (en ausencia).
Habiéndoselo declarado “reo de alta traición”, la Primera Junta de Gobierno Patrio, dispuso su ejecución y el 6 de julio de 1812, fue fusilado junto con los españoles FRANCISCO CIRIACO LACAR y MATÍAS CÁMARA (imagen).
Los prisioneros españoles liberados por Manuel Belgrano (01/10/1813)
Poco después de la batalla de Salta (21 de febrero de 1813), en un gesto de magnanimidad, MANUEL BELGRANO dispuso que quedaran en libertad los efectivos realistas que se habían tomado prisioneros en dicho enfrentamiento, aceptando la palabra de honor que le dieron todos, de “no empuñar las armas en el futuro contra los patriotas de las Provincias Unidas”. Lamentablemente ninguno de ellos cumplió y traicionaron su palabra, pues pronto estuvieron listos para retomarlas y JOAQUÍN PEZUELA formó con ellos la base de veteranos que le fue tan útil para reforzar sus fuerzas, con las que luego derrotara a BELGRANO en Vilcapugio (1º de octubre de 1813).
Carlos María de Alvear (1815)
Un personaje que ha generado conceptos muy controvertidos. Identificado en los comienzos de su carrera política con el “partido unitario”, fue un defensor acérrimo del “libre cambio”, promotor de los intereses de Gran Bretaña en Sudamérica y de la preponderancia de Buenos Aires por sobre el resto de las provincias, compartiendo ideas de una poderosa minoría constituída por la “elite porteña”, lo vemos luego absolutamente identificado con el “partido federal” hasta el punto que se desempeñó como embajador de JUAN MANUEL DE ROSAS hasta que falleció.
Pero es la decisión que tomara el 25 de enero de 1815 (cuando la nueva Patria nacida el 25 de Mayo de 1810, todavía luchaba por su libertad e independencia “de España y de cualquier otra potencia extranjera”), al solicitar que Inglaterra “acoja en sus brazos a las Provincias Unidas del Río de la Plata”, lo que le otorga el triste derecho de figurar en esta lista. Una traición que BARTOLOMÉ MITRE y la Historia misma ha juzgado con rigor y que sin duda, ensombrece su imagen (ver Alvear pide la protección de Inglaterra).
Francisco Ramírez y Estanislao López (1819)
En su afán de combatir a Buenos Aires FRANCISCO RAMÍREZ y ESTANISLAO LÓPEZ no dudaron en aliarse a un unitario como CARLOS MARÍA DE ALVEAR, al que intentan instalar como gobernador de Buenos Aires, traicionando y dejando librado a su suerte a su hasta entonces aliado, JOSÉ GERVASIO DE ARTIGAS, quien, debe enfrentar ahora solo, su lucha contra las fuerzas del imperio de Brasil, que terminan derrotándolo el 22 de enero de 1820
Los que apresaron a Manuel Dorrego (10/12/1828)
Luego de ser vencidos por JUAN GALO DE LAVALLE los efectivos de MANUEL DORREGO el 9 de diciembre de 1828 en el combate de Navarro, se produjo el desbande. DORREGO abandona el campo de batalla acompañado por JUAN MANUEL DE ROSAS, quien lo instó a que lo acompañe para dirigirse a la provincia de Santa Fe, en procura del auxilio que pudiera prestarles su gobernador ESTANISLAO LÓPEZ, pero DORREGO, nuevamente se negó a ello, prefiriendo marchar hacia Antonio de Areco para buscar refugio en la estancia de su hermano Luis. ROSAS lo deja entonces, “cansado de sufrir disparates”, como explicará años después.
DORREGO llega al puesto “El Clavo”, de la estancia “Las Saladas”, propiedad de su hermano LUIS, donde se hallaba el cuartel volante de la división de PACHECO y éste se preocupa por esta presencia, ya que sabe que sus fuerzas son hostiles a DORREGO y ha procurado en vano detenerlo en su marcha, porque el chasqui que le enviara para alertarlo del peligro que corría, se había extraviado.
Cae la noche del 10 de diciembre. DORREGO y PACHECO toman mate y conversan en un rancho cuando se presentan los comandantes BERNARDINO ESCRIBANO y MARIANO ACHA (sus antiguos subordinados), declarando que DORREGO quedaba prisionero con su hermano y que serán puestos a disposición del general LAVALLE, en su campamento de Navarro.
DORREGO, estupefacto, exclama dirigiéndose a ACHA: “Compadre, ¿se ha vuelto loco?. No esperaba de usted semejante acción». Pero la verdad era que el que realmente lo estaba traicionando era LAVALLE, su excompañero de exilio, su antiguo compañero de armas en el ejército y a quien DORREGO había recomendado en su momento para un ascenso. Cuando algunos allegados le advirtieron acerca de lo que estaba pasando y de la acción de algunos conspiradores, entre los que estaba su amigo LAVALLE, que intentaba derrocarlo, DORREGO no lo creyó, descartando totalmente esa posibilidad, que incriminaba a su amigo.
La Historia cuenta que luego DORREGO fue sumariamente juzgado y condenado a muerte. El 13 de diciembre de 1828 fue fusilado por orden de LAVALLE, quien, años más tarde dirá: ““Me hicieron cometer un crimen. Yo era muy joven entonces, no tenía reflexión: y creí de veras que hacia un servicio a la causa pública. Mucho me costó firmar la sentencia; me enfermé, porque yo amaba a Dorrego, le tenía inclinación. Pero es cierto también que cargué solo con la responsabilidad. Hasta en esto creí contraer un mérito y por eso lo publiqué” (ver Opiniones. Lavalle y la muerte de Dorrego).
Estanislao López (10/07/1821)
Antiguo aliado de FRANCISCO RAMÍREZ en sus luchas contra los federales de JUAN MANUEL DE ROSAS y luego su feroz enemigo por apetencias de liderazgo, no trepidó en ordenar el degüello del caudillo entrerriano, luego de vencerlo en el combate de El Chañar librado el 10 de julio de 1821.
Recordemos, que para mayor escarnio, luego de cortársela, la cabeza de RAMÍREZ fue atada con un tiento al apero de un indio y arrastrada hasta el Campamento de LÓPEZ, quien la envió a la ciudad de Santa Fe, ordenando que “la cabeza de RAMÍREZ se servirá pasarla a la Honorable Junta de la Provincia, acordando sea colocada en una jaula en la Iglesia Matriz, embalsamada si se pudiera o disecada por el cirujano para perpetua memoria y escarmiento de otros, que en lo sucesivo, en transporte de sus aspiraciones, intenten oprimir a los heroicos y libres santafesinos” (Juan Méndez Avellaneda, Todo es Historia).
José Miguel Carrera (1817)
Destacado participante en la guerra por la emancipación de Chile, por lo que es considerado uno de los padres de la Patria chilena, pero manifiestamente declarado enemigo de BERNARDO DE O’HIGGINS que luego de la batalla de Rancagüa, fue reemplazado por éste como comandante de las fuerzas armadas empeñadas en la lucha contra los realistas al mando de OSORIO,
En 1817, luego de huir ante el fracaso de sus planes contra los gobiernos de JUAN MARTÍN DE PUEYRREDÓN y BERNARDO DE O’HIGGINS se dirigió a Montevideo y pidió asilo. Dedicó la mayor parte de su tiempo a redactar un folleto que luego hizo imprimir justificando de su vida pública, asegurando que ha depuesto todo intento de irritar a sus poderosos enemigos por temor de perjudicar a sus hermanos y partidarios, residentes en la otra orilla.
En Montevideo, mientras tanto, se hablaba de la existencia de una gran logia, probablemente del Rito York, a la que pertenecerían CARRERA, los argentinos CARLOS MARÍA DE ALVEAR, NICOLÁS HERRERA y otros. Esta sociedad estaría vinculada a la masonería estadounidense —integrada por personajes de la talla de MADISON y MONROE— que sería la que alimenta las esperanzas de reivindicación política de CARRERA, presunción que se vio confirmada cuando éste estableció contactos del más alto nivel en Norteamérica en el transcurso de la gestión emprendida en especial, durante su permanencia en Baltimore, sede de una fracción de propaganda y apoyo a la revolución hispanoamericana.
Importantes casas comerciales que especulan con la venta de armas y personalidades locales —John Skinner entre ellas— simpatizaron con la causa del inquieto exiliado (“Cronista Mayor de Buenos Aires”, Octubre de 2002) y a partir de entonces, y habiendo llegado ya el año 1818, su vida política y militar se transformó en una feroz campaña, acompañando a diversos caudillos contra quienes gobernaban Chile y Argentina, que según su opinión, estaban marcados por una fuerte influencia británica, renunciando a sus deberes como defensores de los intereses de los pueblos originarios y del sistema republicano de gobierno.
Se alió con CARLOS MARÍA DE ALVEAR, que estaba ansioso por recuperar el poder político en Buenos Aires, y juntos convencieron a los caudillos ESTANISLAO LÓPEZ y FRANCISCO RAMÍREZ para que se unieran a ellos contra el Directorio y hasta encabezó un intento de derrocar a O’HIGGINS que se desempeñaba como Director Supremo de Chile, apresando al mismo tiempo a San Martín, de quien decía que no había ido a Chile a liberarlo, sino a sojuzgarlo.
Arrastró a sus dos hermanos JUAN JOSÉ y LUIS, en su delirio revolucionario y éstos fueron aprehendidos y encarcelados en Mendoza, acusados de traición y conspiración contra las autoridades. Estando presos fueron adicionalmente acusados de querer escapar con la ayuda de prisioneros realistas, a quienes intentaron armar y organizar para derrocar las autoridades provinciales e invadir Chile, cargos que Luis Carrera reconoció implícitamente.
CARRERA se ocultó y en 1820 reapareció, y luego de liberar a prisioneros chilenos que se hallaban detenidos en “Las Bruscas”, al mando de un pequeño grupo armado, se internó en la Pampa, como paso previo a un nuevo intento por regresar a Chile y retomar el poder. A partir de entonces las crónicas de la época, hablan de su participación en numerosos actos de hostigamiento a las poblaciones de la provincia de Buenos Aires. Erigiéndose en líder de las tribus de aborígenes e incitándoles al ataque, la destrucción y el saqueo de poblados y estancias del sur de Buenos Aires.
En febrero de 1821 abandona las tolderías de los ranqueles y decidido a regresar a Chile, solicitó libre paso a los gobernadores de Córdoba y de San Luis, quienes se lo negaron, dados sus antecedentes. Se alza nuevamente en armas contra las autoridades constituídas y vence en el combate de Chajá al gobernador de Córdoba JUAN BAUTISTA BUSTOS y luego en el combate de Ensenada de las Pulgas al gobernador de San Luis, el coronel LUIS VIDELA, ocupando luego la ciudad capital de esa provincia. Intenta unirse a las fuerzas de FRANCISCO RAMÍIREZ, tratando de que éste lo acompañara a Chile, pero al rehusarse éste, decide volver a San Luis.
En su marcha hacia esa provincia, derrota en el combate de “Río Cuarto”, a las fuerzas enviadas por el gobernador de Mendoza para detenerlo, pero finalmente, el 30 de agosto fue derrotado en “Punta del Médano” por el coronel mendocino JOSÉ ALBINO GUTIÉRREZ. En su retirada hacia Jocolí, es traicionado por algunos de sus oficiales, quienes, luego de insurreccionar a sus efectivos, lo toman prisionero y lo entregan al coronel GUTIÉRREZ, junto con JOSÉ MARÍA BENAVENTE y FELIPE ÁLVAREZ, los dos únicos que no se plegaron al motín.
Enjuiciado y condenado a muerte por numerosos crímenes, por orden de TOMÁS GODOY CRUZ fue fusilado cerca del mediodía del 4 de septiembre de 1821, conjuntamente con FELIPE ÁLVAREZ en la Plaza principal de Mendoza. (ver Fusilamiento de José Miguel Carrera)
Soldados que ejecutaron al “Negro Falucho” (07/02/1824)
El 7 de febrero de 1824, el soldado ANTONIO RUÍZ, conocido por la Historia como “el negro Falucho”, es asesinado por sus compañeros de armas en las casamatas del Callao, por negarse a rendir honores a la bandera española que éstos, habiéndose sublevado contra sus jefes, habían facilitado que las mismas volviesen al poder de los realistas (ver La muerte del negro Falucho).
Cacique araucano Coleto (11/06/1830)
Cuando en 1831, las tropas unitarias comandadas por JOSÉ VIDELA CASTILLO enviadas por el general JOSÉ MARÍA PAZ invadieron la provincia de Mendoza, MAZA buscó refugio con otros federales en la tribu del cacique araucano COLETO, a quien creían su amigo. Sin embargo, el 11 de junio de 1830, los aborígenes, cumpliendo órdenes de los hermanos PINCHEIRA y del propio Coleto los asesinaron a lanzazos en El Chancay, próximo al Fortín Malargüe, unos 400 kilómetros al sur de la Villa de Mendoza.
La traición de Luis Vernet (1833)
LUIS VERNET era un comerciante y aventurero nacido en Francia y de ciudadanía alemana, que había hecho una fortuna como comerciante en Hamburgo. Casado con una dama de la sociedad porteña, en 1822 se había instalado en Buenos Aires.
En 1823, al ser designado PABLO AREGUSTI primer gobernador de las islas Malvinas, VERNET obtuvo una concesión de tierras y derechos a la explotación de las pesquerías y el ganado en dichas islas.
En 1826 instaló en “Malvinas Este” el núcleo inicial de una colonia y obtuvo posteriormente la concesión exclusiva de las pesquerías. Con el correr del tiempo el establecimiento de VERNET prosperó y en 1829, vista la dedicación y esfuerzos realizados por este hombre, para hacer efectiva la ocupación soberana de estos territorios, las autoridades de Buenos Aires, resolvieron dar por finalizados los servicios de AREGUSTI y darle el gobierno político y militar de las islas a VERNET.
En ese momento, VERNET se encontraba en Buenos Aires reuniendo material y gente para llevar a cabo la expansión de la colonia y durante su estadía en la ciudad –y antes de ser nombrado gobernador–, sostuvo una entrevista privada con el cónsul británico, WOODBINE PARISH, a quien, entre otras cosas, le dio a entender que “estaría muy contento de que el Gobierno de Su Majestad británica tomara la colonia bajo su protección”.
En una carta fechada el 25 de abril de 1829, PARISH comunicó esta insólita noticia a su gobierno, adjuntando un extenso memorándum con los informes de VERNET sobre las ventajas que las Malvinas ofrecían para el establecimiento de una próspera colonia. Entre estos informes figuraba el siguiente: “También creía (Vernet) que si con la ayuda de algún Estado pudiera establecer la facultad de fiscalizar las pesquerías de la costa, lograría, en su condición de concesionario, obtener un beneficio sustancial de las focas…”.
La “ayuda de algún Estado” era una clara referencia a la protección británica. Las sugerencias e informes de VERNET, enviados por PARISH a Londres en el mes de abril, se vieron reforzadas por una carta que recibió posteriormente el Foreign Office, firmada por un señor BECKINGTON, súbdito inglés, radicado en estas colonias.
El desconocido personaje urgía al gobierno inglés a establecer una colonia en las Malvinas, destacando la importancia que tenían las islas para fortalecer el poderío naval de Gran Bretaña, eliminar la piratería y facilitar la pesca de ballenas. La reacción del gobierno inglés no se hizo esperar.
El 8 de agosto, el ministro ABERDEEN cursó una nota a WOODBINE PARISH, ordenándole que protestase ante las autoridades argentinas por los actos de soberanía que habían llevado a cabo en las Malvinas.
En noviembre de 1829, PARISH cumplió con la orden, trasmitiéndole al ministro TOMÁS GUIDO las protestas del gobierno de su majestad británica por las acciones “cumplidas sin referencia a la validez de las pretensiones que Su Majestad constantemente afirmó a la soberanía de las islas, acerca de lo cual, no se haría ninguna objeción…”.
VERNET recibió la designación oficial de gobernador de las Malvinas, el 10 de junio de 1829 y asumió el cargo el 30 de agosto del mismo año. (Posteriormente el comerciante hamburgués escribiría a WOODBINE PARISH, diciéndole que había aceptado el cargo, sólo para impedir que lo ocupase un ciudadano argentino, y que su actuación había sido para su “lucro personal”).
Su interés principal, en esos momentos, era valerse de la nueva autoridad de la que estaba investido, para afirmar en las islas la exclusividad de sus derechos de pesquería, frente a los pesqueros que frecuentaban las aguas del archipiélago.
Esta resolución dio lugar al incidente con las naves pesqueras norteamericanas, que culminó con la agresión de la fragata Lexington a Puerto Soledad.
Cuando se produjo el ataque de la Lexington (diciembre de 1831), VERNET se encontraba en Buenos Aires. Allí volvió a entrevistar a WOODBINE PARISH, a quien repitió sus insinuaciones referentes a la posibilidad de que Gran Bretaña se adueñase de las Malvinas.
Con tal fin, entregó al cónsul otro largo memorándum, donde destacaba, para información del gobierno inglés, la vital importancia de las Malvinas como el mejor puerto de recalada en la ruta de navegación interoceánica entre el Atlántico y el Pacífico, señalando, además, los recursos con que contaban las islas para abastecer de víveres frescos a las tripulaciones de los barcos.
Este memorándum fue enviado por PARISH a Londres, donde hoy se conserva en los archivos del Foreign Office. VERNET no se limitó a esto. En ese mismo año de 1831, hizo una gran concesión de tierras malvinenses al teniente WILLIAM LANGDON, de la marina real británica.
LANGDON, en una carta que el 20 de enero de 1832, dirigió a sus superiores del Almirantazgo, informó que “por una conversación que mantuve con el señor Vernet sobre este asunto, estoy autorizado a decir que no se haría ninguna objeción a que el Gobierno británico ocupara las islas”.
Incitadas por los últimos informes de VERNET, que mencionaban la excepcional riqueza pesquera de esas islas y preocupadas por la intervención norteamericana en el estratégico archipiélago (31/12/1831), el gobierno de Gran Bretaña, que desde muchos años atrás, venía disputando a España la posesión de las Islas Malvinas, se mostró decidido a no permitir que la Argentina ejerciera sus derechos de soberanía sobre el archipiélago malvinense, e informado del nombramiento de FRANCISCO METIVIER como nuevo Gobernador de las Islas (agosto de 1832), resolvió proceder, sin más tardanza, a concretar la anexión.
Ese mismo mes y año, el Almirantazgo presentó al Foreign Office, para su aprobación, un proyecto de orden destinado al jefe de las fuerzas navales en el Atlántico Sur, en el cual se le indicaba que tomara medidas para ejercer periódicamente el derecho de soberanía de su Majestad en las Islas Falkland.
La orden fue aprobada por lord PALMERSTON y el 30 de agosto, fue cursada al contralmirante BAKER. Cuando éste la tuvo en sus manos en Río de Janeiro, el 28 de noviembre, ordenó el envío de un navío de guerra fuertemente artillado para apoderarse del archipiélago por la fuerza.
En consecuencia de dicha orden, la fragata «Clío», al mando del capitán JOHN JAMES ONSLOW, se dirigió a las Malvinas y el 2 de enero de 1833 se presentó en Puerto Soledad, donde se encontraba fondeada la goleta argentina “Sarandí», comandada por el teniente coronel JOSÉ MARÍA PINEDO (éste había conducido a las Malvinas a ESTEBAN MESTIVIER, el nuevo gobernador designado para reemplazar a Vernet y que había fallecido a poco de llegar, asesinado por un grupo de amotinados).
El capitán ONSLOW desembarcó en “Puerto Soledad” e informándole al capitán PINEDO que había llegado con el objeto de tomar posesión de las islas en nombre de Su Majestad británica, invocando un derecho de soberanía que sólo tenía por razón sus poderosos cañones apuntados contra una débil población, le exigió que procediera a arriar la bandera argentina y retirarse.
PINEDO protestó enérgicamente contra el atropello y se negó a arriar su pabellón. Ante esta actitud, al día siguiente, los británicos decidieron un ataque a las posiciones argentinas.
Un pelotón de infantes de marina desembarcó en Puerto Soledad y forzando la guardia, procedió a arriar la bandera argentina y a enarbolar la propia. PINEDO, sin fuerzas para resistir el ataque, reiteró sus protestas y sin combatir, zarpó con su nave, después de recibir de los ingleses la bandera nacional. LUIS VERNET, ex Comandante militar y político del archipiélago, escribiría posteriormente al gobierno inglés, solicitando que se le reconociese su vieja concesión, para levantar una nueva colonia bajo el dominio británico. Su requerimiento empero, no fue atendido.
Esta ocupación, ilegal y violenta, fue desconocida por el gobierno de JUAN MANUEL DE ROSAS. El ministro de Relaciones Exteriores, MANUEL V. MAZA, envió una circular a las cancillerías americanas dando cuenta de los hechos.
Bolivia y Brasil se apresuraron a expresar su solidaridad y el 17 de junio de 1833, el representante diplomático argentino en Londres, doctor MANUEL MORENO, presentó una protesta oficial ante lord PALMERSTON, Primer Ministro de Gran Bretaña y el 18 de junio hizo insertar en «The Times», un mensaje del gobierno de Buenos Aires, denunciando el atropello cometido por las autoridades británicas.
Desde entonces la Argentina ha insistido, sin mucha coherencia ni continuidad, con sus reclamos reivindicatorios apoyada por gran número de países del mundo, que se oponen a la política de coloniaje del gobierno de Gran Bretaña (ver Las Islas Malvinas).
Teniente coronel Gregorio Sandoval (01/10/1841)
Perseguido el general JUAN GALO DE LAVALLE después de la derrota que le infligiera MANUEL ORIBE en la batalla de Monte Grande, en Famaillá, el 19 de setiembre de 1841, al llegar a la Quebrada Grande, envió al jefe de su escolta, el teniente coronel GREGORIO SANDOVAL para que se reuniese con el gobernador delegado de Tucumán, doctor AVELLANEDA, quien al frente de las fuerzas de la Liga del Norte era también de los dispersos, para que siguiesen con él la marcha por la sierra, con dirección a Salta.
Al llegar el general ORIBE al Pozo Verde recibió una comunicación de SANDOVAL, en la que le decía que deseaba someterse, y que al efecto se presentaría entregando atados al doctor AVELLANEDA, al coronel VILELA y otros jefes y oficiales.
ORIBE siguió su marcha y dejó al coronel MARIANO MAZA con una fuerza y la orden de recibir a Sandoval. Éste llegó a la estancia “La Alemania”, en el Departamento de Guachipas, el 30 de septiembre y a las ocho de la noche, ocupó a la casa de la posta y un alfalfar inmediato, donde echó la caballada.
AVELLANEDA, por su parte, con 300 hombres de caballería, arribó al lugar por la tarde del día siguiente y SANDOVAL, acompañado con oficiales de su escolta, se adelantó a recibirlo, tras lo cual AVELLANEDA, acampó con sus efectivos sobre el bajo, en la margen del río, desde el corral de piedra de la posta, hasta el camino de la cuesta. De la casa que ocupaba Sandoval hasta el corral de piedra sólo distaba una cuadra. Nada revelaba esa noche la escena de infamia que iba a producirse: todo era quietud y orden.
Al amanecer del día. siguiente, 1º de octubre de 1841, SANDOVAL, sigilosamente, destacó 55 hombres sobre la margen del río y otros 55 sobre el alto, en dirección al corral de piedra, donde dormían AVELLANEDA y su gente. De improviso, se oyó en el bajo la voz de / a las armas ! / el enemigo !, que dieron dos de los oficiales a cuyo cargo estaba la fuerza, a la vez que se oía una descarga de fusilería.
Los disparos de la gente de SANDOVAL mataron a dos de los oficiales de AVELLANEDA (que después fueron encontrados y sepultados por el dueño de la casa). Simultánea y rápidamente, SANDOVAL, a punta de pistola, tomó prisionero al doctor AVELLANEDA y a cinco de sus jefes más, que se encontraban con él, asumiendo de inmediato la jefatura de toda la sorprendida tropa, que aún en la nebulosa del sueño, no comprendía nada.
Inmediatamente colocó a los presos con centinelas dobles en el bajo que da frente al corral de piedra, a la margen opuesta del río y a las dos de la tarde emprendió la marcha hacia Metán, para encontrarse allí con ORIBE.
El 2 de octubre de 1841 los prisioneros le fueron entregados a ORIBE y al día siguiente ejecutados en una forma inusual, o sea degollados. La cabeza del doctor AVELLANEDA fue separada del tronco y mandada colgar en la plaza de la ciudad de Tucumán, sitio del cual, según tradición, fue sacada por la señora de GARCÍA, que la escondió en su casa.
Con Avellaneda fueron degollados bajo un cebil, en paraje que dista una legua de San José de Metan, el coronel JOSÉ MARÍA VILELA, comandante LUCIO CASAS, el mayor GABRIEL SUÁREZ, el capitán JOSÉ ESPEJO y el teniente LEONARDO SOUZA.
Capitán norteamericano John Halsted Coe (8/06/1853)
En 1853, el presidente de la Confederación Argentina, JUSTO JOSÉ DE URQUIZA había designado al Capitán de Navío norteamericano JOHN HALSTED COE, jefe de la escuadra Confederada con la orden de bloquear el puerto de Buenos Aires y cerrar así el cerco, para vencerla por la falta de recursos. Pero sus fuerzas, a diferencia de las porteñas, no tenían suficientes recursos económicos, por lo que la prolongación del sitio hizo caer rápidamente la moral de las tropas, que además de sufrir repetidas derrotas en tierra, no estaban muy decididos a combatir a los porteños, muchos de los cuales, eran sus parientes y amigos.
A poco de iniciado el mes de mayo de 1853, el Capitán COE tomó contacto con el gobierno de Buenos Aires y aceptó entregar la flota a cambio de dos millones de pesos, a cobrar en onzas de oro (es decir 5.000 onzas). Para hacer este pago, la Legislatura porteña aprobó la emisión de dos millones de pesos en deuda y envió un emisario a Montevideo para comprar el oro.
Como señal de que el acuerdo quedaba sellado, el 18 de junio el queche “Rayo” y un bergantín de la escuadra confederada, arriaron su bandera y se pasaron a
Como señal de que el acuerdo quedaba sellado, el 18 de junio el queche “Rayo” y un bergantín de la escuadra confederada, arriaron su bandera y se pasaron a Buenos Aires.
El 20 de junio, asegurado el pago, COE envió en el buque “Enigma”, al comandante GUILLERMO TURNER para comunicarle al gobierno bonaerense que ponía a sus órdenes toda la escuadra, entrando luego a balizas interiores el resto de la flota. En total se pasaron las fragatas “Almirante Brown”, “Constitución” y “Correo” y los bergantines “Enigma”, “Once de Septiembre” y “Río Bamba”, la goleta “Veterana” y los queches “Rayo” y “Carnaval”.
Se dice que COE antes de embarcarse en la corbeta norteamericana “Jamestown”, para dirigirse a los Estados Unidos, quiso estrecharle la mano al anciano general JOSÉ MARÍA PAZ y éste se negó diciendo “¡El General Paz no saluda a traidores!”. COE regresó años después a Buenos Aires, donde murió el 30 de octubre de 1864, durante la presidencia de BARTOLOMÉ MITRE
Cacique Juan José Catriel (1874)
Nieto de JUAN CATRIEL y cacique principal de la dinastía de los Catriel. Mantuvo leales y respetuosas relaciones de paz con los criollos y fue asesinado por su hermano JUAN JOSÉ por oponerse a los métodos que empleaba éste, en su resistencia al avance del hombre blanco en la frontera sur el país.