MONASTERIO, Ángel (1777-1817)

El coronel ÁNGEL MONASTERIO (Ángel Augusto Monasterio de Ibáñez), nació en Santo Domingo de la Calzada,  la Rioja española, en Castilla la Vieja,  que entonces formaba parte de la corona española. el 28 de febrero de 1777 y sus padres fueron el hidalgo Pedro Vicente de Monasterio y Monasterio y Casilda Ibáñez. Era entonces por alcurnia, un hidalgo español.

En su mocedad, guiado por su padre, se inició en la escultura, arte en el que pronto de destacó, pasando por ello a continuar sus estudios en la Real Academia de San Fernando, claustro que por sus méritos y logros, lo nombró Academico de Mérito. Pero pronto su otra pasión ocupará su tiempo.

En 1803, comenzó sus estudios en ingeniería, recibiéndose como tal en 1808, mientras se desempeñaba como Profesor de Dibujo en la Academia de Guardiamarinas de Cádiz.

Producida la invasión de Napoleón Bonaparte a España, la situación imperante le impuso emplearse en la Administración Pública y a principios de 1810, la Junta de Sevilla lo destinó como Administrador de Correos de la Villa de Potosí en América.

Llegado allí, rápidamente se puso en contacto con parientes que residían en Buenos Aires, entre ellos, su primo, el rico comerciante naval y cabildante MARTÍN JOSÉ DE MONASTERIO, quien será el que lo presentará más tarde con MANUEL DE SARRATEA, vínculo que le abrirá las puertas a su futura actuación con los revolucionarios de Mayo.

Plenamente identificado con el espíritu y los móviles de la Revolución de Mayo, participó en el Cabildo Abierto del 22 de mayo y debido esta actividad,  se lo envió preso a Montevideo acusado de traición a la corona.

Cuando quiso regresar para ofrecer sus servicios a la Junta de Gobierno, el bloqueo  que en ese momento, se le imponía al puerto de Buenos Aires, se lo impidió. A principios de marzo de 1811 recurrió entonces al comerciante norteamericano SAMUEL WILLIAM TAUBER, que se hallaba en la Banda Oriental cumpliendo tareas de espionaje para la Junta de Buenos Aires y que debía regresar de inmediato.

El 8 de marzo, embarcado en un bote, junto con dos desertores españoles, al salir de la bahía, fueron descubiertos por una patrulla española y tomados prisioneros. Tauber fue deportado a su país pero lograría escapar cuando el barco que lo llevaba ancló en Río de Janeiro y cuando el gobernador DE ELÍO  se disponía a remitir al ingeniero Monasterio y a los militares desertores españoles, a España, la firma del Tratado de Pacificación de octubre de 1811 entre la Banda Oriental y la Junta de Buenos Aires, suspendió la orden y se le permitió que se trasladara a Buenos Aires.

En noviembre de 1811, ya de regreso en Buenos Aires, fue  incorporado al ejército de línea, con el grado de capitán de artillería y se lo destina al recientemente creado Estado Mayor de artillería (19/11/1811). En 1812 es comisionado para instalar las baterías «Libertad» e «Independencia» en Rosario (las mismas donde MANUEL BELGRANO hizo jurar la Bandera) y a su regreso, se presentó ante la Junta, ofreciéndose para poner en marcha la proyectada Fábrica de Cañones y Municiones.

Dada la escasez de material de artillería, debida en parte a la necesidad de comprometer tropas en diversos frentes y a la perdida de material que se producía en algunas derrotas, en 1811, la Primera Junta de Gobierno resolvió instalar una fábrica de cañones, pero debido a la falta de técnicos y mano de obra especializada y materia prima, el proyecto fue suspendido., hasta que aparece en escena el español ÁNGEL MONASTERIO, quien será el que se hará cargo del mismo.

En mayo de 1812, ya con el grado de Teniente Coronel de Artillería, ÁNGEL MONASTERIO es comisionado para dirigir el montaje de una fundición en dos desmanteladas naves de la “Iglesia de la Residencia”, en la zona donde hoy se cruzan las calles Defensa y Humberto 1º. Allí funcionó desde  1812 hasta 1822, año en que se trasladó a la zona de la actual Plaza Lavalle, frente a Tribunales.

MONASTERIO se vió entonces obligado, contando con el sólo auxilio de otro español llamado SIMÓN ARÁOZ, quien tenía cierta experiencia en los trabajos de fundición de metales, a diseñar y construir hasta las maquinarias e instalaciones que le eran necesarias.

Adaptó el edificio asignado a su nuevo destino e hizo construír  un horno, también producto de su propio diseño, que produjo notable resultados: A las cuatro horas de habérsele cargado el metal, ya estaba en estado de perfecta fusión, mientras que los modelos de «Reververo» usados generalmente en Europa,  en ese mismo lapso de tiempo, apenas estaban candentes.

Solo una vez había visto fundir cañones en Sevilla, pero esto le bastó para establecer y dirigir con éxito la Fábrica de cañones de Buenos Aires. Con mucha razón, MITRE lo llamó «El Arquímedes de la Revolución»

Había pasado solamente un mes y ya, el 22 de julio de 1812, MONASTERIO realizó el primer ensayo de fundición: un mortero cónico de calibre 12 pulgadas (305 mm) que fue llamado «Tupac Amarü» y el 15 de agosto, se completa el segundo mortero de ese tipo, al que se llamó “Mangoré».

Ambos fueron trasladados con grandes dificultades a Montevideo donde fueron montados en batería en un punto estratégico escogido por el coronel VON HOLMBERG y estos gigantescos morteros dispararon sus primeras granadas contra la fortaleza realista de Montevideo el 13 de Septiembre de 1813.

Alarmados por la potencia de estas piezas, los realistas estacionaron un vigía en el campanario de una iglesia, para que, al distinguir los fogonazos, los anunciara al público con dos campanadas, para que se pusiera a salvo. Durante el bombardeo, que se prolongó hasta el 1º de octubre, ambas piezas dispararon 295 bombas contra la posición enemiga.

El 11 de Diciembre se probaron dos nuevos cañones de calibre 8, destinados para el Ejército del Perú y un tercer mortero de 12 pulgadas que en honor al Director de la fábrica fue llamado «Monasterio» (esta pieza se encuentra en el Museo Histórico Nacional, en Plaza Lezama, Buenos Aires)

A comienzos de 1814 fue ascendido a coronel y nombrado Jefe del Regimiento de Artillería de la Patria. La fábrica siguió funcionando y ya en ese lugar también se fabricaban cañones livianos para el Ejército del Norte comandado por MANUEL BELGRANO, quien, tras las derrotas de Vilcapugio y Ayohuma, fue reemplazado por el general SAN MARTÍN y éste a su vez, reemplazado por JOSE RONDEAU.

Los primeros cañones fundidos en esta planta fueron cuatro de bronce de calibre de a 8, que fueron probados el 11 de Marzo de 1814. Estas piezas, que salieron perfectas fueron asignadas al Regimiento de Artillería de la Patria. En el primer año de actividad la fábrica produjo 22 cañones de campaña de calibre 4 de bronce, y tres de montaña de calibre 6.

Durante 1816 y 1817 la actividad se redujo, habiendo producido en ese tiempo, solamente dos piezas de bronce de a 6 llamadas «El Vigilante» y «El Chacabuco». Otra pieza fundida en este arsenal denominada «El Inexpugnable», fue llevada a Chile por San Martín, con el Ejército de Los Andes, y hoy se encuentra en el Museo Militar de Santiago de Chile.

Contó para lograr  tamaños resultados, con el concurso de un grupo de artesanos y armeros de la ciudad, muy pocos por otra parte, que elaboraban las distintas piezas o reparaban las armas, de acuerdo con tarifas determinadas. En el Museo Histórico Nacional, se conservan dos morteros fabricados por Monasterio en 1812. Son piezas muy cortas, de enorme boca y tiro curvo, que lanzaban bombas huecas rellenas de pólvora.

El coronel ÁNGEL MONASTERIO falleció el 18 de setiembre de 1817 en Santa Rosa de los Canelones, en esa época Provincia Cisplatina del Reino Unido de Portugal. Brasil y Algarve y según algunos autores se ahogó estando de regreso en barco, de uno de los viajes que periódicamente realizaba a Río de Janeiro.

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