LA RESIDENCIA DE ROSAS EN SAN BENITO DE PALERMO (1838)

La casona de JUAN MANUEL DE ROSAS en San Benito de Palermo, fue un caserón estilo renacimiento construído entre 1834 y 1843 (quizás en 1836), para que sirviera como residencia del gobernador de Buenos Aires y su familia. Fue una de las obras arquitectónicas de mayor significación del período postcolonial argentino y se hallaba ubicada hacia el nordeste de la ciudad en jurisdicción de la actual Capital Federal, en un sector del parque hoy denominado “Parque Tres de Febrero”, aunque el público continúa llamándolo Palermo.

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La obra se comenzó bajo la dirección del maestro constructor SANTOS SARTORIO, sobre planos de FELIPE SENILLOSA, construyéndose lo que fue la base del edificio principal, que fue terminado recién en 1843, por MIGUEL CABRERA, siguiendo hasta en sus últimos detalles, las directivas del mismo ROSAS.

Situada en un inmenso terreno de 541 hectáreas que fuera adquirido por ROSAS en 1836 y que se hallaba ubicado en la intersección de las actuales Avenida Sarmiento y Avenida del Libertador, una zona que en aquella época estaba a extramuros de Buenos Aires.

Era un terreno bajo con pantanos y bañados, por lo que antes de comenzar esta magnífica obra, se lo debió rellenar con tierra que era extraída de lo que hoy es el Barrio de Belgrano y plantar luego numerosos árboles para desecarlo, una tarea que demandó la preparación previa de los pantanosos terrenos de Palermo mediante la construcción de sistemas de drenaje, terraplenes, canales, piletas y otros recursos que exigieron dos años de labor, lográndose, luego de muchos esfuerzos y trabajos que fueron solventados personalmente por ROSAS, transformar el lugar en uno de los más hermosos sector de la ciudad.

El parque formado así en torno de la mansión exhibía numerosas variedades de plantas, calles de ombúes y palmeras y plantaciones de frutales, mientras que a orillas del río crecían especies autóctonas.

Algunos interrogantes que presentaba esta obra los despeja el viajero inglés WILLIAM Mac CANN, al manifestar que ROSAS la había edificado con el sólo propósito de dar una prueba de confianza al pueblo de Buenos Aires. Para aclarar esto, MACCANNN continúa diciendo: “ese edificio comenzó a construirse durante el bloqueo francés y como el pueblo se encontraba en gran agitación, él había querido cambiar los ánimos con una demostración de confianza en un porvenir sólido, erigiendo su casa en un sitio poco favorable. Quería así a sus conciudadanos, un ejemplo de la que podía hacerse cuando se trataba de vencer obstáculos y se tenía voluntad para vencerlos”.

Descripción
La obra fue proyectada por el ingeniero español FELIPE SENILLOSA y su diseño es similar al “Poggio Reale” de Nápoles, compuesto por un gran rectángulo con cuatro torreones esquineros y un planteo simétrico. Su constructor fue JOSÉ SARTORIO, quien realizaría mas tarde, la Iglesia de Balvanera, a la memoria de doña ENCARNACIÓN EZCURRA DE ROSAS en 1839.

El conjunto arquitectónico se levantaba como o hemos dicho, aproximadamente, en la intersección de las actuales avenida Libertador General San Martín y avenida Sarmiento y estaba rodeado por un amplísimo parque en cuyas cuatro esquinas, tenía torreones y cuartos anexos, algunos descubiertos y otro cubierto, destinado a la Capilla de San Benito. Una rica variedad de árboles y plantas, un lago artificial de 100 varas de largo y glorietas, por donde deambulaban libres avestruces, teros, gavilanes y pájaros de hermoso plumaje, complementaban la belleza del lugar.

El edificio principal, la casa donde vivía ROSAS, era un inmenso rectángulo de planta baja de 78 por 76 metros, totalmente rodeado por una galería exterior con arcadas en recova. Sobre un patio central convergían dieciséis habitaciones interiores. Una terraza en azotea, con baranda de hierro, complementaba las comodidades de la casa. Cerca del edificio central se hallaba el de la Maestranza o La Crujía, donde estaba el cuartel con la escolta del gobernador.

Su mampostería era de ladrillos y tenía rejas de hierro y aberturas hechas con maderas de excelente calidad. En su interior no había gran lujo. Si calidad, austeridad y una sobria decoración. No faltaban los cortinados de seda roja, muebles de caoba, espejos, iluminación con faroles de aceite, un piano, alfombras, estufas y una gran biblioteca.

ROSAS ocupaba las cuatro habitaciones que miraban al río, mientras su hija MANUELITA hacía lo mismo con las opuestas. Complementaba el conjunto un gran galpón de maestranza y catorce viviendas habilitadas para la guardia personal de ROSAS. Según De PAULA, «el conjunto era de una volumetría imponente y la mampostería revocada se expresaba con franqueza en muros y pilares, caracterizando su tratamiento formal por una exquisita sencillez y un sentido paisajista».

Distribución interior
El núcleo de habitaciones se encontraba rodeado perimetralmente por galerías internas y externas, formadas por arquerías de medio punto. Los cuartos se abrían hacia el gran patio central. ERNESTO FITTE nos dice que los viajeros se sentían sorprendidos por el contraste que ofrecían las encaladas paredes exteriores con «el color rojo que dominaba por doquier, ya sea en las prendas de vestir de los contertulios, como en las colgaduras y alfombras que adornan la espaciosa habitación (Salón de recepciones), entre cuyos muebles un piano y un arpa ocupaban un conspicuo lugar».

En la primavera de 1838 fue ROSAS con su familia a vivir en ella y la denominó «Palermo de San Benito», en homenaje al Santo moreno de la ciudad de Sicilia, cuya imagen se veneraba en la Capilla ubicada en el ángulo sur de la residencia.

A fines de 1838, durante la primavera, luego de la muerte de su esposa ENCARNACION, aún con las obras sin terminar, ROSAS abandonando la residencia que ocupaba en Buenos Aires (una propiedad de la familia de los EZCURRA ubicada en la esquina de las actuales calles Bolívar y Moreno), se trasladó a San Benito de Palermo. Entre 1839 y 1852 esa será su residencia, su lugar predilecto y el centro de una intensa actividad social que incluía frecuentes reuniones literarias y musicales organizadas con entusiasmo por su hija MANUELITA.

Demolición de la casa
Después de Caseros, la propiedad de Palermo se incluyó entre los bienes confiscados de Rosas y pasó años abandonada. En 1858 se la utilizó para la Primera Exposición Rural y después como sede de una Escuela de Artes y Oficios. En 1869 fue ocupada por el Colegio Militar de la Nación, recién fundado por SARMIENTO que estuvo allí hasta 1893. Luego, por la Escuela Naval, hasta el 2 de febrero de 1899, día en el que, durante la segunda presidencia de JULIO ARGENTINO ROCA se dispuso su demolición y fue dinamitada “como parte de los festejos recordatorios del triunfo de URQUIZA en la batalla de Caseros”. Sobre sus escombros, como una venganza “post morten” de sus antiguos adversarios, se erigió el monumento a SARMIENTO, obra del escultor Auguste Rodin.

«El 2 de febrero de 1899 por la noche se terminó de demoler la mansión de Juan Manuel de Rosas en Palermo. Hacía más de veinte años que el gobernador había muerto en el exilio, los enfrentamientos entre federales y unitarios parecía haber quedado atrás, pero sin embargo en un abrir y cerrar de ojos se borró del mapa un símbolo que a esa altura ya era patrimonio de la historia» (Adrián Pignatelli)

Una descripción de Xavier Marmier, de 1850, dice lo siguiente: «Yo no he visto en todo Buenos Aires más que un hermoso edificio: la casa de Rosas., Ha sido construida según el plano general de las casas de la ciudad pero por un arquitecto hábil y sobre dimensiones cuya extensión no altera en nada la elegancia del edificio. Forma ella sola toda una manzana y no tiene barrera que impida el acceso ni cuerpo alguno de guardia que indique su entrada. Algunos grupos de soldados vestidos con chiripaes rojos, acurrucados en el patio, son los únicos que con su presencia denuncian que aquel edificio no es el de un simple particular”.

“El Restaurador hizo construir los jardines para que los disfrutaran quienes quisieran hacerlo; de ahí que el acceso a Palermo era libre, ya que no había verjas y guardias en su alrededor. El general Lamadrid describe en sus memorias cómo pudo introducirse tranquilamente hasta la morada del dictador, su compadre, cuando éste se negaba a recibirlo, gracias a esa falta de vigilancia. El 3 de febrero de 1852, la última persona que se retiró de Palermo fue MANUELITA, que lo hizo a las ocho de la noche”.

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