TRAGEDIA EN EL RIACHUELO (12/07/1930)

Era el día sábado 12 de julio de 1930. Amanece sobre el Riachuelo y el tranvía interno Nª 75 de la línea 105 de la “Compañía de Tranvías Eléctricos del Sur”, sube trabajosamente para llegar al Puente Bosch en Barracas, uno de los cuiatro puestes que cruzan esa vía (1). Había partido el desde Temperley (actual Partido de Lomas de Zamora), en la zona sur de Buenos Aires  y se dirigía hacia la Estación Constitución, cruzando el Riachuelo por el Puente Bosch.  En su recorrido por Pineyro, Gerli, Avellaneda y Barracas, fue subiendo gente que a esa hora de la madrugada iba a sus trabajos. Eran todos obreros que cada mañana cruzaban el Riachuelo,  muchos de ellos operarios de las fábricas y frigoríficos de la zona,  y que acostumbrados a ver siempre el mismo paisaje y la misma gente, dormitaba despreocupadamente, después de haber pagado su “boleto obrero” que costaba 5 centavos.

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Eran las seis y cuarto de la mañana y de pronto, sonó una sirena pidiendo que se levantara el puente para que pudiera pasar por debajo el “Itaca IIu» n viejo lanchón que también cumplía su rutina de trabajo transportando combustible. El Puente comenzó a levantarse lentamente y nadie sabe porqué, ni cómo es que pudo ser así, pero ocurrió lo menos pensado. Estaba muy oscuro y había comenzado a caer una fina llovizna. Una densa niebla cubría la zona

El tranvía llegó a la Estación Avellaneda, levantó más pasajeros y siguió su camino. Eran ya 60 y el vehículo iba lleno  En ese momento, MANUEL RODRÍGUEZ, un español que cumplía las funciones de vigía,  activó el mecanismo y encendió la luz roja de advertencia en el costado de las vías para prevenir que no pasara ningún tranvía durante ese proceso.

El 105, que  era conducido por JUAN VESCIO, un italiano de 31 años que hacía poco menos de tres meses que había sido contratado como “motorman” , realizó su recorrido normalmente yendo por una curva que lo comunicaba directamente con el cruce del Riachuelo y  quizás sin haber escuchado la sirena y  confundido por la bruma, sin ver las luces y señales de advertencia del vigía, continuó su marcha (a una marcha inusual, según testigos), sin darse cuenta que el puente estaba levantado.

Así fue como se desencadenó la tragedia. De los 60 pasajeros que transportaba, solo cuatro lograron salvarse (REMIGIO BENADASI, JOSÉ HOHE, BUENAVENTURA ARLIA Y GABINA CARRERA) y tres de los que viajaban colgados de los estribos, porque lograron saltar al pavimento, antes de que el transporte se hundiera en las aguas.

Los sorprendidos transeúntes que a esa hora temprana circulaban por el lugar, vieron consternados como el tranvía caía de punta y se enterraba en el barro del Riachuelo, semi tapado por las aguas, de las que solo sobresalía su parte trasera.  Algunos atinaron a un pronto rescate, arrojándose en auxilio de los pasajeros, que apresados y aturdidos por el golpe, intentaban liberarse, pero 56 de ellos no lo lograron. El después fue el de siempre: “Las pericias determinarían que el acelerador estaba trabado, aunque los frenos estaban muy desgastados”.

La autopsia determinó que el pobre «motorman» no tenía rastros de alcohol en su sangre y que había muerto ahogado como el resto de sus pasajeros y en cuanto al «vgía», habiéndose comprobado que había hecho todo lo que debía hacer, quedó liberado de culpas. Y no hubo más investigaciones. No hubo culpables, no hubo sanciones. Nadie se responsabilizó por aquellas muertes, que quedaron registradas como «producto de la fatalidad» y aunque rápidamente se organizaron colectas para auxiliar a los huérfanos y viudas que quedaron desamparadas, las indemnizaciones a las familias tardarían más de diez años en ser pagadas”.

(1)…Los cuatro son el Puente Victorino de la Plaza (a la altura de la avenida Vélez Sarsfield, el viejo Puente Pueyrredón (a la altura de la calle Vieytes), el nuevo Puente Pueyrredón (a la altura de la avenida Montes de Oca) y el Puente Bosch (a la altura de la calle Santa Magdalena).

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