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SAN MARTÍN Y LA LOGIA LAUTARO (1812)
En 1811, al tomar conocimiento de los sucesos acaecidos durante la Revolución de Mayo, JOSÉ DE SAN MARTÍN pidió su baja en el ejército español (ver San Martín en España) y pasó a Londres, con la intención de embarcarse para Buenos Aires y ofrecer su espada y sus servicios al gobierno independiente.
En Londres se encontró con sus amigos CARLOS MARÍA DE ALVEAR y JOSÉ MATÍAS ZAPIOLA y se puso en contacto con MANUEL MORENO, que acababa de dar sepultura en el mar a su ilustre hermano Mariano y con el que fue, más tarde, uno de sus mejores amigos, el diplomático y general TOMÁS GUIDO.
Por datos aportados por el mismo ZAPIOLA, mediante un cuidadoso registro que llevara sobre sus actividades como miembro de la Logia Lautaro, se sabe que JOSÉ DE SAN MARTÍN ya había ingresado en la masonería con el apoyo de James Duff, un noble escocés y que estando en Londres, se conectó con TOMÁS GUIDO, ANDRÉS BELLO, JOSÉ MATÍAS ZAPIOLA y CARLOS MARÍA DE ALVEAR, todos miembros de la Logia que había creado allí FRANCISCO DE MIRANDA en 1797 (1).
Con respecto a este último punto no ha faltado historiador español que haya deseado conocer a ciencia cierta, cuándo fue que eso ocurrió. ISMAEL SÁNCHEZ BELLA ha escrito al respecto: “Parece ser que la logia gaditana fue fundada tres años después de la llegada de un emisario del Precursor. Desde antes de 1794 funcionaba en Madrid, en la casa del limeño OLAVIDE, una “Junta de Diputados de los Pueblos y Provincias de la América Meridional”, vinculada a MIRANDA cuando este todavía permanecía, en Francia pero más interés tiene seguramente para el caso personal de SAN MARTIN, su vinculación con el grupo constituido en Madrid en 1807 con el título de “Conjuración de Patriotas’, que presidia el salteño JOSÉ MOLDES, mientras en Cádiz, otro salteño JOSÉ GURRUCHAGA, relacionado con MIRANDA y el grupo madrileño, protegía a los militares sudamericanos.
Pocos meses después de su llegada a Inglaterra, SAN MARTÍN, en compañía de ZAPIOLA y ALVEAR, del capitán de caballería FRANCISCO DE VERA, del Capitán de milicias FRANCISCO CHILAVERT, del Subteniente ANTONIO ARELLANO y del Teniente Coronel de Guardias Valonas, el barón de HOLMBERG, se embarcó en el buque “George Canning” (recordar que este era el nombre del político, que como canciller inglés, fue quien bregó para que Inglaterra reconociera la Independencia Argentina), llegando a Buenos Aires el 9 de Marzo de 1812.
En mayo de 1812, JOSÉ DE SAN MARTÍN ya había regresado a su Patria (ver El regreso de San Martín), se puso al servicio del gobierno de Buenos Aires, en su lucha por la consolidación de su independencia, conseguida en las jornadas de mayo de 1810 y para poner en marcha sus propósitos, encontró seguro reparo en las ideas que el venezolano FRANCISCO MIRANDA, había esparcido por Europa a través de las logias, sobre todo en Londres y España, por intermedio del conde de Puño en Rostro.
Fundó entonces, en setiembre de 1812, junto con ALVEAR y ZAPIOLA, una logia, a la que llamaron “Logia Lautaro”, en homenaje al bravío caudillo indígena chileno destacado en la lucha contra la dominación hispánica a comienzos de la conquista de Chile. Pronto se incorporaron GERVASIO ANTONIO DE POSADAS y JUAN MARTÍN DE PUEYRREDÓN y luego lo hicieron ANCHORENA, MONTEAGUDO, la mayor parte de los hombres políticos que se distinguieron durante la época del Triunvirato y en la Asamblea del año 1812 y los dirigentes de la Sociedad Patriótica creada el 13 de enero de 1812.
Rápidamente abrieron filiales en Santa Fe, Córdoba, Tucumán y Mendoza y también en Santiago de Chile y Lima (Perú) y a semejanza y con similares propósitos que la “Gran Reunión Americana” fundada en Londres por FRANCISCO DE MIRANDA en 1797, tomaron de la masonería su misterio, disciplina, jerarquías y algunos símbolos. “Los afiliados, escribe BARTOLOMÉ MITRE, se daban el título de Hermanos y su leyenda mística estaba simbolizada por las letras U.F.V., que quiere decir Unión, Fe, Victoria”.
Sólo individuos de probado patriotismo e ideas liberales fueron electos en calidad de miembros de la sociedad; los elegidos, quedaba ligados a misteriosos vínculos que mantuvieron en secreto hasta la muerte. Datos de interés sobre la constitución de esta sociedad, se conocieron cuando muerto BERNARDO DE O’HIGGINS, se hallaron varios documentos aclaratorios, entre sus papeles.
Se sabe por ellos, que la forma del juramento del segundo grado decía: “Nunca reconocerás por gobierno legítimo de tu patria sino aquel que sea elegido por la libre y espontánea voluntad de los pueblos; y siendo el sistema republicano el más adaptable al gobierno de las Américas, propenderás por cuanto medio esté- a tus alcances a que los pueblos se decidan por él”.
Los integrantes de la Logia debían ser americanos y además de juramentarse ayuda mutua, estaban obligados a consultar la voluntad de la sociedad, en caso de ocupar, cualquiera de ellos, un cargo público.
La sociedad aspiraba a constituírse en un nexo o núcleo de conducción ideológica, política y militar para obtener el beneficio de la independencia y para guiar la organización política de la nueva nación y sostenía dos principios básicos: Independencia y Constitución Republicana; se comprometía a ser opositora de toda autoridad que no los respetara y por esta causa no tardó en enfrentarse con el Triunvirato, dirigido en esa época, con mano firme, por BERNARDINO RIVADAVIA.
En esta circunstancia la Logia Lautaro y la Sociedad Patriótica, unificaron su acción, pero mientras la primera actuaba en secreto, la agrupación liderada por BERNARDO DE MONTEAGUDO, trabajaban a través del periodismo y las reuniones públicas.
Luego de su primera reunión, celebrada en octubre de 1812, la Logia Lautaro asumió rápidamente el papel de supergobiemo secreto controlando la totalidad de los nombramientos militares y políticos y sus integrantes, comprometidos a “trabajar por la independencia de América y su felicidad, obrando con honor y procediendo con justicia”, estaban decididos a participar activamente en los acontecimientos políticos que se avecinaban en estas tierras, donde las palabras libertad y soberanía, después de mayo de 1810, ya eran más que palabras, eran una necesidad incontrolable.
La Logia Lautaro tuvo un comienzo de actividades verdaderamente trascendente para la marcha de los intereses del nuevo estado que había nacido el 25 de mayo de 1810. Trabajó con menos estridencias que otras sociedades de la época, pero también con mayor organización y disciplina y con planes concretos.
Sus miembros, abocados al logro de sus objetivos, hasta 1820 (año en que fue disuelta por grandes divergencias internas y acusaciones de traición), ejercieron gran influencia en los acontecimientos políticos rioplatenses y tuvieron activa participación en los hechos que desencadenaron la caída del Primer Triunvirato, órgano de gobierno al que le atribuían la responsabilidad de una política irresoluta en materia de independencia y soberanía. Por su ineficacia, se había trasformado en un escollo para las aspiraciones de prescindencia total y absoluta del poder español y su caída produjo el aceleramiento de los proyectos para llevar adelante la lucha por la Independencia.
A la “Logia Lautaro” se le debe también, además de la organización de la Asamblea del año 13, la unión de los que luchaban por la Independencia sobre el Atlántico y sobre el Pacífico y por ella se fortaleció la unión con Chile, que sirvió luego para liberar al Perú.
En 1813, se produjo una grave crisis en el seno de la Asamblea reunida ese año con el fin de concretar esos mismos objetivos de independencia y soberanía y ella derivó en una escisión dentro de la “Logia Lautaro”, una situación que había comenzado a gestarse el 8 de octubre de 1812, a raíz de diferencias surgidas entre SAN MARTÍN y ALVEAR (2)
Al llegar de España noticias del retorno de Fernando VII, un grupo, acaudillado por CARLOS MARÍA DE ALVEAR, consideró oportuno retrasar la declaración de la independencia y tratar de llegar a un acuerdo con el restaurado Rey, mientras concentraba poder en un solo representante del Poder Ejecutivo: el futuro Directorio.
El grupo sanmartiniano continuó fiel al mandato de la Logia pero, como sabemos, no logró su propósito pues la Asamblea no declaró la Independencia ni dictó la Constitución, aunque si hizo suyo el proyecto de ALVEAR, creando el Directorio, concentrando por ello el poder en una sola persona, cargo que, como consecuencia lógica, recaería más tarde en el mismo ALVEAR.
En 1814-1815 ALVEAR, ya abiertamente enfrentado con SAN MARTÍN, se valió de la Logia para promover sus propias ambiciones políticas, pero después de su derrota en 1815, la Logia Lautaro respaldó nuevamente a SAN MARTÍN y a su estrategia continental para la independencia y en 1817 evidenció valioso apoyo para el Director supremo, JUAN MARÍN DE PUEYRREDÓN, en los esfuerzos de éste para equipar al ejército de los Andes de San Martín, enfrentando las sublevaciones provinciales y otros problemas más cercanos a Buenos Aires (2).
El autor de “Efemérides Sanmartinianas”, JACINTO YABEN transcribe la información del general MITRE que el historiador PAZ SOLDÁN, a su vez, reproduce en su “Historia del Perú Independiente”, diciendo: “Las sociedades secretas, compuestas de americanos, que antes de estallar la revolución se habían generalizado en Europa, revestían todas las formas de las logias masónicas; pero sólo tenían de tales los signos, las fórmulas, los grados y los juramentos.
«Estas sociedades, continúa diciendo, que establecieron sus centros de dirección en Inglaterra y España, parece indudable que tuvieron su origen en una asociación que con aquellos propósitos y con el objeto inmediato de revolucionar a Caracas, fundó en Londres a fines del siglo pasado el célebre general Francisco de Miranda, quien buscó sucesivamente el apoyo de los Estados Unidos y de la Inglaterra en favor de su empresa».
Su objeto era más elevado, y por su organización se asemejaban mucho a las ventas carbonarias. Compuestas en su mayor parte de jóvenes americanos fanatizados por las teorías de la Revolución francesa, no iniciaban en sus misterios sino a aquellos que profesaban el dogma republicano y se hallaban dispuestos a trabajar por la independencia de la América”.
La Logia Lautaro fue disuelta en 1820, pero sirvió como prototipo de otras logias militares secretas, formadas en momentos de emergencia durante el siglo XIX, tales como el malogrado intento de MANUEL BELGRANO de restaurar la disciplina en el ejército con una sociedad secreta similar en 1820; la logia unitaria formada para llevar a JUAN LAVALLE al poder y que actuó como fuerza directiva cerrando la brecha entre la renuncia de Rivadavia y la toma de posesión de Lavalle (1827-28) y las de 1852 —formadas por 34 miembros en Buenos Aires para combatir a “Urquiza lo mismo que a Rosas”— y la logia militar surgida en 1890, que se reunió en casa de JOSÉ FÉLIX URIBURU y fue disuelta luego de haber preparado la revolución armada que provocó la caída del presidente MIGUEL JUÁREZ CELMAN (ver La Masonería en la Argentina).
(1). Recordemos que en Londres, ya desde hacía un tiempo, desarrollaba una intensa actividad lo que podía llamarse el “Grande Oriente Político” y que desde allí, partían todas las comunicaciones, directivas y proyectos que se vinculaban con el innegable interés británico por el futuro de América y que en Londres también, en 1797 el prócer venezolano FRANCISCO DE MIRANDA había fundado una sociedad secreta llamada “Gran Reunión Americana”, con los mismos propósitos independentistas.
Allí nucleó a los criollos sudamericanos que soñaban con la Independencia de su patria e instaló filiales en Paris y en Madrid y en 1808 otra en Cádiz, con el nombre de “Sociedad de Lautaro” o de los “Caballeros Racionales”. Se supone que en estas logias se iniciaron los dirigentes patriotas americanos, quienes al regresar a sus patrias, levantaron la bandera de la emancipación.
En esta asociación, ramificada en el ejército y la marina y que en Cádiz solamente contaba con cuarenta iniciados en sus dos grados, estaba compuesta por americanos, entre ellos el chileno CARRERA y algunos españoles. SAN MARTÍN fue uno de los primeros en afiliarse en la Sociedad de Caballeros Racionales y casi al mismo tiempo lo hizo SIMÓN BOLÍVAR, ligándose así, por un mismo juramento prestado en el Viejo Mundo, los dos futuros libertadores del Nuevo Mundo, que partiendo con el mismo propósito, elevándose por iguales medios y a la misma altura, debían encontrarse más tarde frente a frente en la mitad de sus carreras.
(2). En realidad, debería decirse que hubo dos Logias Lautaro, ya que, a partir de la revolución del 8 de octubre de 1812, dos tendencias se pusieron en evidencia en su seno. El ideal revolucionar defendido por SAN MARTÍN, fue reemplazado por la idea de un partido personalista propuesta por ALVEAR, lo que motivó la derrota de los partidarios del primero en la Asamblea del Año XIII. Ésta, que fue la primera Logia Lautaro, fue un dócil instrumento de ALVEAR y cayó junto con su jefe en 1815. Luego, en 1816, bajo la inspiración de SAN MARTÍN surgió una segunda Logia Lautaro, esta vez, con la dirección de TOMÁS GUIDO.
Fuentes. «San Martín y la Logia Lautaro». Ricardo Piccirilli, Ed. Ministerio de Educación y Justicia, Buenos Aires, 1958; «Historia Argentina”, Ediciones Océano, Barcelona, España, 1982; «Diccionario Histórico Argentino”. Ione S. Wright y Lisa M. Nekhom. Emecé Editores, Brasil 1994; “La masonería en la independencia americana”. Rodolfo González Rissotto y Mario Dotta Ostria, Ed. De la Plaza, Buenos Aires, 1990; “América masónica”. Felipe Santiago del Solar, Ed. Universidad del Desarrollo, Chile, 2006; “Historia Argentina”. José María Rosa, Editorial Oriente S.A., Buenos Aires, 1981; “Historia de la Argentina”. Ernesto Palacio, Ed. Peña Lillo, Buenos Aires, 1868; «La masonería abre sus puertas». Gran Logia de España, Editorial Atanor, España, 2012; «Masones y sociedades secretas». Felipe Santiago del Solar; “Historia Argentina”. A. Haber, Ed. Cesarini Hnos, Buenos Aires, 1952; “Historia del País de los Argentinos”. Fermín Chávez, Ed., Theoría, Buenos Aires, 1983; “Historia Argentina”. Francisco Arriola, Ed. Stella, Buenos Aires, 1954; “Crónica Argentina”. Editorial Codex S.A., Buenos Aires, 1979.