ROSAS, URQUIZA Y EL EJÉRCITO GRANDE (1851)

El 3 de febrero de 1852, JUSTO JOSÉ DE URQUIZA logró lo que nadie había podido lograr en más de veinte años: desplazar del escenario político a JUAN MANUEL DE ROSAS y lo hizo, al mando del Ejército Grande, un ejército financiado por el imperio de Brasil y protagonizando la llamada “Guerra Platina” o “Guerra del Plata”.

Una contienda, en la que la Confederación Argentina, cuyo titular era JUAN MANUEL DE ROSAS, se enfrentó con una alianza formada por el imperio de Brasil, el Partido Colorado de la República Oriental del Uruguay, las provincias argentinas signatarias de la Liga Unitaria (Entre Ríos, Corrientes y Santa Fe) y los disidentes “unitarios” exiliados en el Uruguay.

Antecedentes
El conflicto tenía como antecedentes una larga disputa de intereses entre Argentina y Brasil por ser la potencia hegemónica en toda la «región platina» (áreas colindantes al Río de la Plata) y ejercer su influencia (que ambos pretendían), sobre Paraguay.

Recordemos que JUAN MANUEL DE ROSAS siempre había soñado con extender la frontera argentina hacia las áreas ocupadas por España durante el extinguido virreinato del Río de la Plata, lo que le permitiría recomponer una integridad territorial que consideraba debía ser heredada por la Confederación de las Provincias Unidas del Río de la Plata, una pretensión que el imperio de Brasil no estaba dispuesto a tolerar.

Brasil, por su parte, ya desde 1816 (cuando invadió aliado con Portugal, la Provincia Oriental, hoy República Oriental del Uruguay (ver la provincia Cisplatina), venía mostrando un interés excesivo en esta región y siempre luchó para evitar que el Río de la Plata fuera controlado en soledad por las Provincias Unidas. Además, no confiaba en que ROSAS hubiera descartado su sueño de integración territorial y ya no fuera una amenaza como Estado hegemónico de la región, papel al que el Palacio de Itamaraty, no quería renunciar.

Era evidente entonces, que las aspiraciones de ROSAS, amenazaban los intereses y la soberanía del imperio del Brasil, porque el territorio del anterior Virreinato, llegaba hasta la provincia de Río Grande do Sur, parte del territorio brasileño (1).

Brasil buscó entonces eliminar la amenaza de ROSAS y luego del “Pronunciamiento de URQUIZA” (01/05/1851), pensando que al fin había encontrado el hombre que haría posible su estrategia, firma con éste, que lo hace en representación de las provincias de Entre Ríos y Corrientes, un Acuerdo para realizar operaciones conjuntas para derrocar al gobernador de Buenos Aires.

Luego, hace lo mismo con el Partido Colorado del Uruguay, con los disidentes unitarios argentinos exiliados allí y más tarde, el 14 de octubre de 1851 haciéndoles ver el “·peligro” que significaba ROSAS para su independencia y territorialidad, con Paraguay y Bolivia, para proteger sus flancos sur y oeste.

Se concreta así una aspiración largamente acariciada por los “unitarios”, los más enconados enemigos políticos de ROSAS, que contando ahora con el apoyo de una potencia de la envergadura del Imperio de Brasil, que no puede ocultar su vocación expansionista hacia el sur, podrán por fin ver concretados los objetivos de las frustradas campañas realizadas por BERÓN DE ASTRADA, JOSÉ MARÍA PAZ y JUAN GALO DE LAVALLE, y los incontables esfuerzos y tratativas llevados a cabo desde el 5 de julio de 1830, cuando se creó la “Liga Unitaria” (o Liga del Interior) para derrocar a JUAN MANUEL DE ROSAS (ver Campañas contra Rosas).

Urquiza surge como su jefe natural
Tal conglomerado de fuerzas con tan heterogéneos intereses, pero con la firme decisión de derrocar a JUAN MANUEL DE ROSAS, que es el común denominador que las une a todas, demandaba la intervención de un líder y el nombre de JUSTO JOSÉ DE URQUIZA surgió naturalmente y sin oposición. Luego de su “Pronunciamiento” (01/05/1851), estaba claro que era muy firme su decisión de ir contra su antiguo jefe y asociado.

El Ejército Grande
URQUIZA se abocó de inmediato a la organización de la fuerza que debía comandar para cumplir con el objetivo de los aliados en esta empresa y así surgió el “Ejército Grande” (21/11/1851), una unidad de combate integrada con efectivos aportados por las provincias de Santa Fe, Entre Ríos y Corrientes, la República Oriental del Uruguay y el imperio de Brasil.

Por una de las cláusulas de la Convención firmada por todas las partes, se dispuso que Brasil cooperaría con 3.000 infantes, un regimiento de caballería, dos batallones de artillería y su escuadra. También aportaría la suma de 100.000 patacones mensuales mientras durasen las operaciones, que debían serle devueltos al término de la contienda, con un adicional del 6% de interés anual.

Serían garantes para el pago de esta deuda, los gobiernos de las provincias de Entre Ríos y Corrientes, mediante la caución de sus rentas y tierras de propiedad fiscal. Uruguay, por su parte, por medio de su representante, se comprometió a aportar 2.000 hombres con su armamento (2).

Según el historiador RICARDO LEVENE, este ejército quedó finalmente formado por 29.189 hombres, de los cuales alrededor de veinticuatro mil eran argentinos (10.670 de Entre Ríos, 5.260 de Corrientes, 2.000 de Santa Fe), 4.249 «hijos de Buenos Aires», 4.040 brasileños, 1.907 orientales a los que hay que agregar alrededor de 2.000 que iban a cargo de los bagajes, trenes, etc. y 50 piezas de artillería.

La casi totalidad de jefes de las divisiones eran federales conversos como ARÁOZ DE LAMADRID y JOAQUÍN MADARIAGA a los que se habían unido algunos otros unitarios, tales como el teniente coronel de artillería BARTOLOMÉ MITRE y DOMINGO F. SARMIENTO (q.v.), quien hasta ese momento desempeñaba un cargo en la administración.

Desarrollo de las operaciones
BRASIL inició una campaña diplomática y política de gran virulencia contra del régimen de ROSAS, tratando de provocar una declaración de guerra de éste y el 18 de agosto de 1851, las fuerzas aliadas avanzaron primero sobre el territorio de Uruguay. Derrotaron a los partidarios de ROSAS y del Partido Blanco uruguayo liderado por MANUEL ORIBE y luego de que se levantara el Sitio de Montevideo, tras ochenta días de campaña (ver La Guerra Grande), las fuerzas de URQUIZA se dividieron, para avanzar por tierra para enfrentar las principales defensas terrestres de ROSAS y por mar, para atacar directamente Buenos Aires.

Tratado del 21 de noviembre de 1851
El 17 de julio de 1851 Rosas le declaró la guerra al Brasil, lo que permitió justificar que el 21 de noviembre de ese mismo año, se firmara la «Convención de Montevideo», un acuerdo entre las provincias de Entre Ríos y Corrientes, Brasil y Uruguay, para oponérsele por medio de las armas, dejando constancia que los aliados no hacían la guerra a la Confederación Argentina, sino al gobernador de Buenos Aires, por lo cual las provincias de Entre Ríos y Corrientes tendrían la iniciativa de las operaciones bélicas, actuando Brasil y el Estado Oriental del Uruguay en calidad de auxiliares en caso necesario.

Este Convenio fue un paso fundamental en la organización del «Ejército Grande» y fue firmado por los gobiernos de Entre Ríos, Corrientes, Brasil y Uruguay, representados por el encargado de negocios de los gobiernos de Entre Ríos y Corrientes e hijo mayor del gobernador de Entre Ríos, Diógenes José de Urquiza; el ministro plenipotenciario del Brasil, Honorio Carneiro Leao, y el ministro y secretario de Estado uruguayo, Manuel Herrera y Obes, respectivamente.

El Ejército Grande cruza el río Uruguay
Luego de cruzar el río Uruguay, en diciembre de 1851, URQUIZA con su ejército ya está instalado en Diamante, provincia de Entre Ríos y a mediados de ese mismo mes inicia el cruce del río Paraná y llega a Santa Fe..

Allí, el 25 de diciembre de 1851 el pueblo y los hombres de armas en la ciudad de Rosario, se pronuncian a su favor  y aclamando su llegada, es recibido como un libertador. Su gobernador delegado DOMINGO CRESPO se pronuncia a favor y dispone la incorporación de 2.000 hombres al mando del coronel SANTIAGO OROÑO

El 8 de enero de 1852, ya todo el Ejército Grande estaba acampado a lo largo de la costa de El Espinillo y en sus inmediaciones y el 11 de ese mismo mes, a las 4 de la tarde, las primeras unidades comienzan a ponerse en marcha hacia Buenos Aires.

El grueso del ejército se dividió en cinco columnas sobre un frente de más de 7 kilómetros más o menos. El centro lo ocupaban, de izquierda a derecha, las divisiones de infantería brasileña (Marques de Sousa), oriental (Díaz) y argentina (Galán). La división de caballería del general Ábalos marchaba a la izquierda y la división de caballería del coronel Urdinarrain a la derecha, mientras que los trenes, parques, comisarías y bagajes lo hicieron pocos días después.

El avance fue rápido e inexplicablemente no encontró oposición alguna, pues ROSAS había decidido esperarlos, abroqueladas sus fuerzas compuestas por aproximadamente 23.000 hombres y 50 cañones en El Palomar de Caseros. El 3 de febrero de 1852, se libró la batalla conocida como “la Batalla de Caseros” y allí se logró lo que desde hacía ya veinte años e intentado varias veces, no se había podido lograr, es decir, terminar con ROSAS y su gobierno, un enemigo que molestaba a los unitarios y al imperio de Brasil, que como Francia e Inglaterra, no habían podido vencerlo jamás.

Rosas renunció a sus cargos y se exilió en Inglaterra, donde falleció el 1 de marzo de 1877; URQUIZA asumió el poder de la Confederación Argentina y Brasil, por un tiempo, fue el país hegemónico sobre gran parte de Sudamérica (ver El Ejército Grande).

(1). Recordemos que al virreinato del Río de la Plata, pertenecían, además del actual territorio ocupado por la República Argentina, los territorios de la actuales Repúblicas de Bolivia, Paraguay y Oriental del Uruguay y también los ocupados hoy, por la provincia de Río Grande del Sur, en Brasil.
(2). La ayuda brasileña se pagó cara: el Imperio forzó al nuevo gobierno a aceptar tratados por los cuales el Uruguay cedía una gran franja de territorio en el norte del país; ese territorio estaba ocupado por ganaderos brasileños, protegidos por fuerzas brasileñas, pero hasta entonces era reconocido como parte del Uruguay. Además, el Uruguay reconocía al Brasil como garante de la independencia, del orden y de las instituciones uruguayas; el Imperio se aseguraba el derecho de intervenir en la política interna de su vecino sin ningún control externo.

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