PEÑALOZA RECLAMA QUE URQUIZA SE DEFINA (10/11/1863)

Dos días antes de su ejecución en Loma Blanca, el general PEÑALOZA envió al general URQUIZA una carta en la cual le exponía las razones de su lucha en las provincias del oeste y pedía una definición clara sobre el pensamiento político del ex presidente de la Confederación. El referido documento, existente en el Archivo General de la Nación, expresa lo que sigue:

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“Olta, 10 de Nobre. de 1863. Exmo. Sor. Capitán Gral. D. Justo José de Urquiza Mi digno gral. y amigo: Después de repetidas veces que me he dirigido a V. E. oficial y particularmente, no he conseguido contestación alguna, mientras tanto he continuado yo con los valientes que me acompañan luchando con la mayor decisión y patriotismo contra el poder del Gobº. de Buenos Aires, y en cien luchas sucesivas le he probado a ese Gobº, que si bien algunas veces no he triunfado por la inmensa desventaja de la posición y circunstancias, no por eso ha sufrido menos su Ejército que ha perdido la mitad de sus mejores jefes y de sus tropas de linea.

Todos estos sacrificios y esfuerzos y los que en adelante estoy dispuesto a hacer, han sido y son, Sor. Gral., con el fin de quitar a Buenos Aires los elementos y el Ejército que sin esto habría sacado de las Provincias, y hasta la mitad de su tropa de linea la tiene constantemente ocupada en hacerme la guerra, quedando hasta el presente muchos de esos cuerpos completamente des­hechos. En una palabra, con la guerra que les hago, le quité cuanto podía tener para llevar la guerra a Entre Ríos, y a cualquier otro poder que puede servir de inconveniente a las pretensiones funestas que contra nuestra Patria tiene ese Gobº..

«En medio de esta azarosa y desigual lucha nada me desalienta si llevase por norte el pensamiento de V. E. de ponerse al frente de la fácil reacción de nuestro partido; sin embargo de que cuanto he hecho ha sido fundado en los antecedentes que V. E. me ha dado, es por eso en esta vez me dirijo a V. E. y mando al Teniente Cl. D. Tomás Geli y al de igual clase D. Ricardo Rodríguez, quienes de viva voz manifestarán a V. E. la situación en que nos halla­mos y cuanto se puede hacer con que V. E. me dirija una contestación terminante y pronta, que será la que en adelante me servirá para mi resolución, en la inteligencia que si en ella se negase a lo que nos hemos propuesto, tomaré el partido de abandonar la situación retirándome con todo mi ejército fuera de nuestro querido suelo Argentino, pues éstos me dicen diariamente que si V. E. se negase, con gusto irán conmigo a mendigar el pan del Extranjero antes que poner la garganta en la cuchilla del enemigo».

«Esta es mi invariable resolución de la que quedará V. E. bien instruido por las explicaciones que a mi nombre Is darán mis enviados, a las que espero dará entera fe y crédito,  porque ellos se la comunicarán con toda franqueza, como que me merecen la más plena confianza. Termino la presente, Señor Gral., reiterándole las seguridades de mi más particular distinción, suscribiéndome SS y amigo. Angel Vicente Peñaloza».

Recordemos que el 13 de marzo de 1863, PEÑALOZA lanzó una Proclama anunciando su levantamiento contra las autoridades de Buenos Aires y le mandó una carta al Presidente BARTOLOMÉ MITRE diciendo:

“Los gobernadores de estos pueblos, convertidos en verdugos de las provincias, destierran y mandan matar sin forma de juicio a ciudadanos respetables sin más crimen que haber pertenecido al partido federal. Los hombres todos, no teniendo ya más que perder que sus existencia, quieren sacrificarla más bien en el campo de batalla…”.’

Los revolucionarios habían hecho el llamado a la lucha, en nombre de JUSTO JOSÉ DE URQUIZA, con cuya ayuda contaban, pero este no apoyó en nada la revuelta, e incluso la condenó en público. El gobernador de San Juan, DOMINGO FAUSTINO SARMIENTO, que se había dirigido al Presidente MITRE denunciando el hecho y aconsejándole  “…no economice sangre de gauchos, es lo único que tienen de humano”, fue designado por el Ministro de Guerra GELLY Y OBES, para que ponga fin a esta insurrección.

Fue en esa ocasión que MITRE dijo “…quiero hacer en La Rioja una guerra de policía. Declarando ladrones a los montoneros, sin hacerles el honor de considerarlos partidarios políticos;  lo que hay que hacer es muy sencillo”. Los insurrectos quedaban fuera de la ley, y por consiguiente se los podía matar en cuanto se los capturara.

El 20 de mayo de 1863, las tropas del Chacho PEÑALOZA se enfrentaron en Lomas Blancas, con un contingente de 600 hombres de infantería y caballería de las fuerzas de WENCESLAO PAUNERO, comandadas por AMBROSIO (O BENJAMÍN) SANDES, PABLO IRRAZÁBAL, IGNACIO SEGOVIA y JULIO CAMPOS.

El caudillo fue terminantemente derrotado y huyó hacia Los Llanos de la Rioja. Mientras IRRAZÁBAL lo perseguía, se rindió al comandante RICARDO VERA en Loma Blanca, un paraje cercano a Olta. Una hora más tarde llegó al lugar el Comandante IRRAZÁBAL y en un arranque de furia y frustración por no haber sido él, su apresor, lo atravesó de lado a lado con su lanza, ordenándoles a continuación a sus soldados que lo terminaran a balazos.

Los oficiales unitarios completaron la matanza y todos los soldados que se habían tomado prisioneros,  fueron ejecutados. La cabeza de PEÑALOZA fue cortada y clavada en la punta de un poste en la plaza de Olta. Se dice que una de sus orejas presidió por mucho las reuniones de la clase “civilizada” de San Juan y que su esposa, VICTORIA ROMERO, fue obligada a barrer la plaza mayor de  esa ciudad, atada con cadenas.

Al conocer la noticia del fin que se le dio a PEÑALOZA, el 18 de noviembre de 1863, SARMIENTO le escribió al Presidente MITRE diciéndole: “No se que pensaran de la ejecución del Chacho. Yo, inspirado en los hombres pacíficos y honrados, he aplaudido la medida precisamente por su forma; sin cortarle la cabeza al inveterado pícaro, las chusmas no se habrían aquietado en seis meses”.

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