MARIANO MORENO Y LAS FUERZAS ARMADAS (1810)

La ya abundante bibliografía sobre MARIANO MORENO aguarda aún que se exhiba y exalte como corresponde ante la opinión pública, lo atinente a su desempeño como responsable de la cartera de Guerra y a cuanto concierne a su ideario y obra en lo relativo a las Fuerzas Armadas.

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“Lástima grande que BARTOLOMÉ MITRE no culminó el propósito, que alentara en su mocedad, de escribir la biografía de MARIANO MORENO; pues acaso nadie mejor que él, hubiese podido abarcar con cabal maestría,  lo concerniente a su actuación relacionada con la conducción de las fuerzas armadas en el período inicial de nuestra Historia”.

Porque MORENO,  aunque siendo Secretario de la Primera Junta de Gobierno y teniendo bajo sus responsabilidades el Departamento de Guerra, realizó una tarea impensada y de extraordinario valor, que  según lo expresara  el historiador RICARDO LEVENE en el prólogo a su “Edición Crítica de los Escritos de Mariano Moreno”,  “no se ha destacado suficientemente su importancia”.

Es obvio que MARIANO MORENO no sólo intervino eficazmente en la formación de la primera expedición del Ejército del Norte, sino que la hizo querer por el pueblo, recabando de éste su concurso patriótico para asegurar la dotación de su armamento, estimulando las donaciones mediante publicaciones en la Gazeta”, sin olvidar que  fue el redactor de las precisas instrucciones que fueron impartidas a dicho Ejército y al que marchó hacia el Paraguay, y que inició un vasto plan de reorganización militar  con reformas orgánicas referidas a la formación y educación de los oficiales y soldados, disciplina y ascensos; plan continuado bien pronto por PUEYRREDÓN en 1811 y por RIVADAVIA en 1812.

No hay que olvidar tampoco que las expediciones  al interior dispuestas por la Junta tenían una doble finalidad político-militar. El alistamiento, reclutamiento y organización de las llamadas  «Expediciones  Auxiliadoras», se hicieron  con la supervisión de MORENO, quien redactó las instrucciones a que habrían de ajustarse las mismas, incluido su comportamiento, las normas éticas que debían seguir quienes serían los “Soldados de Mayo”, cuyas virtudes decía, “deben distinguirlo de los conquistadores feroces, viles instrumentos de la ambición o la codicia”, porque estos ejércitos, agregaba,  tendrán por misión defender la libertad y no apuntalar .las opresiones. Fue él, finalmente, quien en su carácter de Secretario de Guerra antes de partir, revistó a las tropas formadas en la Plaza de la Victoria.

En sus escritos, podemos encontrar reflejada la honda preocupación por prever y salvar cuantas contingencias pudieran aparecer, a veces insuperables.

Así pues, supo habilitar puertos; montar en la Capital una fábrica de armas, reacondicionar y reforzar los deficientes materiales bélicos existentes, atendiendo y proveyendo además, a las innumerables exigencias de medios y directivas provenientes de todas las guarniciones  acosado y apremiado siempre por la premura que imponían las circunstancias; asediado por sus adversarios políticos, sin darse física ni mentalmente el mínimo reposo; como que desde que empuñara el timón el mismo 25 de mayo, hasta su renuncia el 18 de diciembre de 1810, ha caído sobre él, la carga principal de orientar e imponer los postulados de la revolución.

El desempeño de la cartera de Guerra por un civil,  no constituye ciertamente  un hecho destacable por su singularidad en sí, pero reviste interés y en el caso de MORENO lo destaca como precursor y acaso equipare su situación  con la de  JORGE CLEMENCEAU en Francia, en cuanto a que aquel en 1810, al igual que éste en 1917, tuvo que afrontar los arduos problemas que presentaba una crisis, que más de organización o transformación, era de recreación total, tanto del ejército como de la marina, en la que sin duda, sobraban los inconvenientes y dificultades debido a la carencia de elementos, a la rémora, a veces imposible de eliminar, provocada por la oposición  de políticos adversos.

El arbitrio de apelar a una tocante apelación al patriotismo de los vecinos de Buenos Aires para proveer de caballos a los escuadrones en formación, que el erario exhausto no podía adquirir (orden del día del 2 de agosto de 1810), constituye entre otras muchas, una buena muestra de las dificultades que supo superar , pues como dirá “ apenas podrá creerse a la distancia, que en la Provincia de Buenos Ayres, donde son tan baratos los caballos, no haya podido el Gobierno contar con cien hombres de caballería bien montados”.

Pero, incuestionablemente, tenía que ser, y fue, muchísimo mayor el esfuerzo y despliegue de energía y de talento que requirió la tarea de insuflar en el ánimo de los integrantes de aquellos ejércitos,  el espíritu de cooperación y sacrificio, los ideales republicanos, democráticos, dentro de una concepción de dignidad y sentimientos de fraternidad que, arraigando primero en los hombres, se extenderían después a los pueblos. El previó,  con visión genial, las trascendentales repercusiones externas y las dimensiones intensas de las jornadas de Mayo; identificado su espíritu preclaro con la hora histórica que vivía el pais.

«La necesidad de restituir a la carrera militar el brillo que le es propio y que dolorosamente se ha descuidado en estas provincias …» (fueron  sus palabras),  inspiró en otra ocasión la circular a los coroneles de la guarnición, proponiendo medidas tendientes a la reorganización de la Escuela de Matemáticas, con el fin de propender «a una mayor cultura de oficiales, cadetes y tropa”.

Anexo al estímulo del gobierno en todo lo concerniente al adelantamiento material y técnico, se halla en MORENO, el afán de que cada oficial «… después de asombrar al enemigo por su valor, debe ganar a los pueblos por el irresistible atractivo de su instrucción, de su moderación y virtudes sociales que deben adornarlo» (Orden del día 19 de agosto de 1810).

En otra arenga expresa: “Los desvelos de la Junta por el arreglo y perfección de la milicia,  serán incesantes y creerá haber conseguido su fruto,  cuando el valor del soldado tenga un premio seguro, y la instrucción del oficial forme el primer adorno de su carrera” (Orden del día 13 de setiembre de 1810). Y luego de  una descripción cruda pero veraz de lo que acaecía en el ejército durante la colonia, sienta el principio de que “la Junta seguirá una conducta enteramente contraria: ella está persuadida que no puede ser buen oficial, el que no ha sido buen soldado» (ver Moreno, Mariano).

Texto confeccionado con material extraído de una nota firmada por el Doctor Miguel Lacreu, Presidente del Instituto Popular Moreniano y Vicepresidente del Ateneo Ibero-Americano, con el título “Mariano Moreno y las Fuerzas Amadas” y de “Los escritos de Mariano Moreno”, Historia Argentina, Ediciones Océano, Barcelona 1982

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