ADHESIONES CAMBIANTES

En nuestro pasado han sido muchos los casos que pueden calificarse como deslealtades, deserción, «cambio de bando» o simple «gatopardismo». Esperando que recordándolos, no se vean menoscabados los méritos que la Historia le ha adjudicado a cada uno de los nombrados, ponemos aquí, a modo de ejemplos que ratifican lo dicho, algunos de los casos más recordados.

Es obvio que no hemos incluido en esta lista, los nombres de aquellos que “se cambiaron de bando”, impulsados por las circunstancias, el cambio de paradigmas que afectó a muchos de los líderes de aquellas épocas y que justificó el ser abandonados por sus seguidores y hasta “por conveniencia política o social”. Tampoco recordaremos, debido a los límites etarios que nos hemos impuesto, los innumerables casos que hoy envilecen la política partidista argentina.

ÁNGEL VICENTE PEÑALOZA (1798-1863)
En febrero de 1848, VICENTE PEÑALOZA, indiscutido caudillo federal de La Rioja, encabeza un movimiento contra el gobernador riojano VICENTE MOTA, para encumbrar en el gobierno a MANUEL VICENTE BUSTOS. Logrado su objetivo, junto a BUSTOS, PEÑALOZA apoyó la gestión del ultra unitario JUSTO JOSÉ DE URQUIZA a partir del Acuerdo de San Nicolás, y después de 1854, se convirtió en firme puntal de la Confederación Argentina en el noroeste. El 7 de julio de 1855 fue ascendido a coronel mayor del ejército nacional y el 27 de junio de 1861 el gobierno de la Confederación lo nombró Comandante en jefe de 1a Circunscripción Militar del Noroeste, que comprendía La Rioja y Catamarca.

JUSTO JOSÉ DE URQUIZA, gobernador de Entre Ríos, que durante más de 16 años había sido colaborador y partidario acérrimo de JUAN MANUEL DE ROSAS y habiendo participado como tal, en todos los sucesos que ensombrecieron esa época nefasta, no se alejó de su amigo por un problema de conciencia o en un arranque de honestidad. Muchas fueron las razones que tuvo para ir elaborando a lo largo de muchos años, el plan que había urdido para distanciarse de él y con el tiempo, cuando las condiciones fueran propicias, derrocarlo.

SANTIAGO DE LINIERS (1753-1810)
El héroe de la Reconquista de Buenos Aires en 1806, poco más de cuatro años después, pone en evidencia que su lealtad era para con España y que la gesta que realizara para rechazar al invasor inglés, era en defensa de los intereses de la Madre Patria y no de los que ya comenzaban a gestarse en estas tierras, soñando con la independencia del yugo español. Recordemos que la provincia de Córdoba se constituyó en uno de los baluartes de la contra Revolución de Mayo y que LINIERS fue uno de sus principales cabecillas.

ESTANISLAO LÓPEZ (1786-1838)
Antigüo aliado de FRANCISCO RAMÍREZ en sus luchas contra los federales de JUAN MANUEL DE ROSAS y luego su feroz enemigo por apetencias de liderazgo, no trepidó en ordenar el degüello del caudillo entrerriano, luego de vencerlo en el combate de El Chañar librado el 10 de julio de 1821.

Recordemos, que para mayor escarnio, luego de cortársela, la cabeza de RAMÍREZ fue atada con un tiento al apero de un indio y arrastrada hasta el Campamento de LÓPEZ, quien la envió a la ciudad de Santa Fe, ordenando que “la cabeza de RAMÍREZ se servirá pasarla a la Honorable Junta de la Provincia, acordando sea colocada en una jaula en la Iglesia Matriz, embalsamada si se pudiera o disecada por el cirujano para perpetua memoria y escarmiento de otros, que en lo sucesivo, en transporte de sus aspiraciones, intenten oprimir a los heroicos y libres santafesinos” (Juan Méndez Avellaneda, Todo es Historia).

RIVERA INDARTE (1814-1845)
JOSÉ RIVERA INDARTE es principalmente conocido por sus célebres «Tablas de Sangre», escrito publicado en Montevideo con violenta propaganda antifederal, en el cual atribuye a ROSAS, la responsabilidad directa de todas las muertes acaecidas en el país como consecuencia de las luchas civiles que se desarrollaron entre 1829 y 1843.

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Existe, sin embargo, otra faz de Rivera Indarte, que es poco conocida. Antes de pasarse a las filas de los enemigos de Rosas, el escritor cordobés fue ardiente militante federal.

Con la misma pasión con que posteriormente atacó desde Montevideo a Rosas y su política, Rivera Indarte, fustigó desde Buenos Aires a los unitarios, a través de distintas composiciones poéticas. Entre estos versos se destacan un «Himno a los Restauradores» y un «Himno Federal», donde realiza una apasionada exaltación de la figura y la obra de Rosas y condena violentamente a los unitarios calificándolos de «bando traidor y parricida».

También existe una curiosa poesía, escrita por Rivera Indarte en 1835, donde aparece por primera vez el término marlo (o mazorca), utilizado como símbolo federal. Corresponde así a Rivera Indarte la invención literaria de la Mazorca.

Reproducimos el verso citado, que la Gaceta Mercantil de Buenos Aires se encargó de exhumar en 1844, para recordar al exaltado autor de las «Tablas de Sangre», su vieja devoción federal:

«Aqueste marlo que miras, De rubia chala vestido, En los infiernos ha hundido, A la unitaria facción Y así con gran devoción, Dirás para tu coleto, Sálvame de aqueste aprieto ¡Oh Santa Federación!, Y tendrás cuidado Al tiempo de andar, De ver si este santo, Te va por detrás» (ver La mazorca).

CARLOS MARÍA DE ALVEAR (1789-1852)
Gran amigo y compañero de armas de JOSÉ DE SAN MARTÍN, cuando dejó de serlo, trató por todos los medios de menoscabar su influencia y bloquear sus proyectos; hoy se dice, que quizás fuera por una cuestión de ego. El 25 de abril de 1820, deseoso de ocupar de nuevo el poder, que había perdido en 1815, (cuando se vio obligado a renunciar como Director Supremo, habiendo transcurrido solamente tres meses desde su asunción), siendo las 10 de la noche, desembarcó en el puerto de Buenos Aires (venía desde Montevideo donde se había retirado para buscar el apoyo de ARTIGAS, un enemigo declarado del gobierno de Buenos Aires), con la intención de apoderarse militarmente de la ciudad. Rápidamente se reunió en la plaza del Retiro con un grupo de 43 jefes y oficiales partidarios suyos, que le aguardaban armados y se presentó nuevamente en el cuartel del Regimiento de «Aguerridos», cuyo segundo jefe, el comandante ANACLETO MARTÍNEZ, se puso a sus órdenes.

A la mañana siguiente, el pueblo, enterado de este hecho, se concentró en la plaza y los cuerpos cívicos puestos en armas, se mostraron dispuestos a sostener a las autoridades constituidas y a combatir a todo trance a ALVEAR y a sus amigos. Alvear, considerándose perdido y frustrados sus objetivos, abandonó la ciudad en la mañana del 27, acompañado por los jefes y oficiales adictos, que le permanecieron fieles hasta el último instante. Con ellos, fue a refugiarse entre los caudillos RAMÍREZ y LÓPEZ, ambos federales, defensores de políticas e intereses totalmente opuestos a los suyos.

GREORIO ARÁOZ DE LAMADRID (1795/1857)
Quizás el guerrero de la Independencia con más méritos para ser reconocido como un verdadero titán de las batallas. A partir de los 12 años, y durante 50 años, vivió su vida luchando por su patria; herido con lanza, sable y bala 37 veces; rebelde, tenaz en la búsqueda de la victoria y temerariamente valiente, padeció de las mismas dudas que nublaron la mente de muchos de nuestros próceres, confundidos por la intangibilidad de las ideas políticas que caracterizaron la época que les tocó vivir. Unitario, Federal y finalmente Federal, fue siempre leal y jamás traicionó las ideas que defendía.

Historia Argentina - Unitarios y Federales - Gobernación de Las Heras (1824-1826) - Gregorio Aráoz de Lamadrid en Tucumán

Enrolado en 1811, a los 12 años de edad en las milicias de Tucumán, inició su carrera militar bajo las órdenes de MANUEL BELGRANO formando parte del Ejército del Norte con quien combatió a las montoneras opositoras enemigas de Buenos Aires y más tarde enrolado en las filas unitarias, manteniendo épicos encuentros con figuras del federalismo de la talla de FACUNDO QUIROGA, el santafesino ESTANISLAO LÓPEZ, el entrerriano FRANCISCO RAMÍREZ. Actuó bajo el mando de JOSE RONDEAU, con quien hizo la tercera campaña al Alto Perú; de JUAN BAUTISTA BUSTOS en su enfrentamiento con el caudillo santiagueño JUAN FRANCISCO BORGES, al que derrotó en la batalla de Pitambalá y luego fusiló, por orden de BELGRANO

En 1820, acompañó a MANUEL DORREGO en la campaña hacia Santa Fe, contra los caudillos autonomistas e hizo luego una breve campaña al sur de la provincia de Buenos Aires, en la que conoció al entonces coronel JUAN MANUEL DE ROSAS, que le causó una agradable impresión, según dirá luego en sus “Memorias”, donde además relata que dos de los más importantes referentes del «federalismo porteño» JUAN MANUEL DE ROSAS y MANUEL DORREGO, fueron padrinos de bautismo (padrinos de agua y óleos, al decir de entonces), de su hijo Ciriaco y su hija Bárbara y que ENCARNACION EZCURRA, esposa de ROSAS, fue la madrina de Ciriaco.

Luego de ser derrotado en Coronda (26/05/1821), ARÁOZ DE LAMADRID se retiró del ejército y se dedicó a trabajar en San Miguel del Monte, en un campo que estaba muy cerca de una estancia de Rosas, con quien rápidamente trabó amistad y algo pasó entonces por su cabeza, porque a partir de entonces, durante un largo período de su vida, comenzó a compartir los ideales federales.

En 1825 fue llamado nuevamente al ejército para acompañar al gobernador de Salta, ÁLVAREZ DE ARENALES, para enfrentar a los realistas, pero apenas entrados en el Alto Perú, se encontraron con que Sucre había ya obtenido su independencia de la corona de España y separado a Bolivia de las Provincias Unidas del Río de la Plata.

El 26 de noviembre de 1825, se hizo elegir gobernador por la Sala de Representantes de la provincia de Tucumán y se pronunció abiertamente a favor de las autoridades de las Provincias Unidas del Río de la Plata, del presidente BERNARDINO RIVADAVIA, líder del partido unitario y de la Constitución Unitaria de 1824, en abierta oposición de los gobernadores federales del interior.

En, 1840, tras un breve paso por Montevideo, ARÁOZ DE LAMADRID fue llamado por el gobernador de Buenos Aires, JUAN MANUEL DE ROSAS para unirse a sus fuerzas y dirigirse a la provincia de Tucumán, a recuperar las armas que Buenos Aires había enviado allí, para ser empleadas durante un fugaz conflicto con Bolivia acaecido en 1837, y para derrocar a los gobiernos unitarios que se habían formado en el noroeste, y que acababan de unirse en la llamada Coalisión del Norte.

LAMADRID marchó entonces hacia su destino cantando vidalitas en honor de Rosas y acusando a los unitarios de traición a la patria y como era de esperarse, apenas llegado a su ciudad natal se unió al gobierno unitario junto con MARIANO ACHA y ANSELMO ROJO y fue nombrado comandante en jefe del ejército tucumano.

Por la misma época, JUAN GALO DE LAVALLE fracasaba en su invasión a Buenos Aires y se replegaba sobre Córdoba. LAMADRID avanzó entonces sobre Córdoba, donde al saberse que se aproximaba su ejército, estalló una revolución que depuso al gobernador MANUEL LÓPEZ. Fue nombrado comandante de las tropas de esa provincia. Enseguida se puso de acuerdo para reunirse con Lavalle, que venía perseguido de cerca por los federales de MANUEL ORIBE, en la frontera entre Córdoba y Santa Fe. Juntos debían avanzar después contra Buenos Aires.

Pero Lavalle no apareció a tiempo a su cita y Lamadrid se desvió en busca de «Quebracho» López. De modo que Lavalle fue destrozado en la batalla de Quebracho Herrado y con sus tropas deshechas, los generales unitarios abandonaron Córdoba, en diciembre de 1840.

Vinieron luego varios años en el exilio hasta que en el año 1852, JUSTO JOSÉ DE URQUIZA lo convocó para que se incorporara al Ejército Grande para luchar contra las fuerzas de JUAN MANUEL DE ROSAS y como tal, participó en la batalla de Caseros, como comandante del extremo del ala derecha de esa fuerza.

“El 11 de setiembre de 1852 apoyó la revolución que estableció la separación de Buenos Aires de la Confederación Argentina y su apoyo a esa revolución, dejó en claro que no era un federal enemigo de los caudillos, como dijeron por años sus panegiristas: era un unitario convencido, y todos los federales merecieron su repulsa” (Gregorio Aráoz de Lamadrid, Wikipedia).

EFECTIVOS DEL EJÉRCITO GRANDE (1820)
El 8 de enero de 1820, efectivos del Ejército Grande, presumiblemente unitarios, que al mando de GREGORIO ARÁOZ DE LAMADRID marchaban en contra de los federales que atentaban contra la autoridad del Directo Supremo, se sublevaron en Arequito, negándose a combatir y uniéndose a quienes  debían a reprimir (ver Motín de Arequito).

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