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LAS PARROQUIAS, ANTECESORAS DE LOS BARRIOS DE BUENOS AIRES
Como se hacía con cada pueblo que se fundaba en Hispanoamérica, el trazado de la ciudad de Buenos Aires, fundada por JUAN DE GARAY el 11 de junio de 1580, se realizó según los principios establecidos por las Leyes de Indias y que eran de uso en España.
En sus orígenes, Buenos Aires tenía un casco urbano definido como un damero con la forma de un paralelogramo cuadriculado (en imagen, el Plano de Bermúdez de 1708), constituido por 250 manzanas cuadradas, de 140 varas por lado, dispuestas alrededor de una Plaza Mayor y dividida cada una de ellas en cuatro solares y predios para quintas en la periferia.
Allí fue donde GARAY, luego de ubicar dónde iría la Plaza Mayor, la Iglesia, el Cabildo o Ayuntamiento y los demás edificios para la Administración pública, procedió a distribuir las tierras entre los pobladores, que podían optar por recibir lotes en el ejido o en las quintas. Los españoles entonces, construyeron sus viviendas agrupándose en las cercanías de la Iglesia, del Ayuntamiento o de la Plaza Mayor, permitiendo que los aborígenes que comenzaban a acercarse en busca de refugio o para vender sus productos, se instalaran en las tierras más alejadas de ese núcleo urbano que ellos integraban, estableciendo así, desde un principio, una escala social discriminatoria que perdurará en el tiempo, con mayor o menor intensidad.
Cada sector de la ciudad era conocido con un nombre que era tomado del oficio habitual de sus vecinos, que como era costumbre entonces, se habían agrupado por gremios: escribanos, artesanos, botoneros, espaderos, alfareros, etc. Había también calles bautizadas con los nombres ilustres de sus moradores: Alférez Real, Arzobispo, Obispo, Baquijano, Ahumada, etc., o con nombres de cofradías y conventos: Angustias, la Merced, Claras, Carmen y cuando no, con otras denominaciones pintorescas que intentaban perpetuar algún hecho excepcional o curioso, como “El reloj”, “Salsipuedes”, “Matasiete”, El tambor, etc.
“Entre 1744 y 1810 Buenos Aires se convirtió en la ciudad de más rápido crecimiento demográfico de Hispanoamérica, dados los aportes migratorios tanto de esclavos, de europeos como del interior de la región (“Las migraciones internas a la ciudad de Buenos Aires, 1744- 1810”. Marisa Díaz, Buenos Aires, 1998).
En 1769 la pequeña ciudad había crecido mucho y ya contaba con veinte mil habitantes. Era tiempo entonces de organizar mejor su planta y así fue que ese año, el obispo MANUEL ANTONIO DE LA TORRE ordenó realizar la división de la ciudad de Buenos Aires en seis parroquias, que constituyeron los primeros núcleos urbanos de la capital. Y ¿por qué parroquias?. En aquella época, las referencias para ubicar personas o lugares, eran las Iglesias. “Soy vecino de la parroquia de Montserrat”, decía la gente para ubicarse”.
Surgieron así, en el ejido de la ciudad y alrededor de las iglesias San Nicolás, Del Socorro, De la Concepción, Monserrat, La Piedad y la Catedral, los que fueron las seis primeras “parroquias” de Buenos Aires (luego conocidas como “barrios”); cada una con características propias (1), adoptando el nombre que les dio origen y cuyos límites, originalmente estaban establecidos por las actuales calles Viamonte, Estados Unidos, Salta y Libertad y por supuesto, el Río de la Plata, aunque luego, debieron ser varias veces modificados, debido al constante aumento de la población.
Hay una línea de tiempo de eventos clave que llevaron a la creación de nuevas parroquias y a las seis parroquias originales de Buenos Aires se les fueron incorporando otras, que se crearon posteriormente para atender el crecimiento de la población. La primera expansión significativa de parroquias se dio a principios del siglo XIX, especialmente cuando la ciudad se expandió y la provincia creció en población.
En 1836, durante el gobierno de JUAN MANUEL DE ROSAS, la cantidad de habitantes que tenía Buenos Aires, comenzó a desbordar hacia la periferia y otros sectores de la ciudad fueron mostrándose atractivos para radicarse en ellos, por lo que ya en 1838, son doce las “parroquias”: San Telmo, Catedral al Norte o Ntra. Señora de la Merced, Catedral al sur o San Ignacio, Inmaculada Concepción Centro, La Concepción o La Rotonda en Belgrano, Balvanera o San Expedito, Montserrat, San Miguel, Pilar, San Nicolás, Nuestra Señora del Socorro y La Piedad
A partir de entonces y hasta 1852, la ciudad fue administrada directamente por el gobierno de la provincia de Buenos Aires y ese año, JUSTO JOSÉ DE URQUIZA, luego de su triunfo sobre JUAN MANUEL DE ROSAS, decretó la organización de la Municipalidad de Buenos Aires, integrada por las 20 parroquias que entonces componían la ciudad.
En 1884 se amplía el ejido de la ciudad y se sumaron los partidos de San José de Flores, Belgrano y San Martín y cada uno de ellos, agregó a la ciudad sus propios barrios y divisiones.
Podemos decir finalmente, que la actual división de los barrios, obedece a unas ordenanzas de 1892 y 1904 y que, entre esos años y la primera década del siglo veinte, el ferrocarril, el trazado de avenidas y plazas y la gran ola migratoria, terminan por conformar el perfil actual de la ciudad.
Así fue como muchos barrios recibieron su nombre oficial y se crearon las circunscripciones (hoy son 48 y no 100 como dice el Tango). En algunos casos, sin embargo, la fuerza de la costumbre pudo más: Cuando se habla de los barrios de Once o de Congreso, todos sabemos ubicarnos. Sin embargo, administrativamente no existen. Pasa lo mismo con Parque Chas. El uso popular recuerda al dueño de las tierras (Francisco Chas) y que en 1925 fueron loteadas, pero pocos saben que en realidad, Parque Chas es parte del barrio de Agronomía (dixit Raúl Portela).
(1). Al analizar los patrones de asentamiento de nuevos pobladores provenientes del interior, se advierte que su proporción “variaba sustancialmente en las distintas parroquias y fue particularmente mayor en aquellas que se ubicaban en los márgenes de la ciudad” (“Las migraciones internas a la ciudad de Buenos Aires, 1744- 1810”. Marisa Díaz, Buenos Aires, 1998). Los artesanos trabajaban las materias primas del puerto (platería y cuero) y habitaban las calles de san Cosme y san Damián, más conocida por “de las artes” (hoy Carlos Pellegrini y Bernardo de Irigoyen) y los 14.900 negros que vivían en 1769 en Buenos Aires, asentaron sus hogares en las Parroquias Catedral, San Nicolás, Socorro y la Piedad (el 51%; de ellos), en la de Monserrat (el 20%); en Concepción y San Telmo (el 19%) y en Balvanera, Pilar y San Miguel (el 9%).
