LA REVOLUCION DE MAYO DE 1810. ANTECEDENTES

La invasión de las tropas de Napoleón I en España, en el año 1808, que había colocado en peligrosa situación a la Monarquía española; la declaración de la Independencia norteamericana en 1776, que impulsó el espíritu de libertad en el Nuevo Mundo; los disturbios producidos por la irrupción de los principios filosóficos que vino a imponer la Revolución Francesa en 1789; las invasiones inglesas en el Rio de la Plata en 1806 y 1807, fueron algunos de los sucesos externos que inexorablemente, llevaron al estallido de la Revolución del 25 de mayo de 1810 en el Río de la Plata.

Argentina. La Revolución de Mayo. Miradas de clase - Resumen Latinoamericano

Una serie de hechos éstos, a los que debemos sumarles el espíritu independiente y atrevido de los criollos y mestizos para gobernar lo propio, cuyo carácter ya había sido demostrado en 1580, es decir, en los albores mismos de su existencia, promoviendo un movimiento comunal en la ciudad de Santa Fe, que encabezado por los vecinos Lázaro de Venialvo, Ruíz Romero, Pedro Gallegos, Ricardo Leiva, Diego Ruíz, el Pedro Villalta, el paraguayo Mosquera y otros, que, considerándose oprimidos por Garay, que no aceptaba darles la intervención que estimaban les correspondía en la administración de esas colonia, se alzaron contra una autoridad, que consideraban injusta; la rebelión del Inca Tupac Amarú en 1780 y más acá en el tiempo, los alzamientos de Chuquisaca y La Paz en 1809 en el Alto Perú, son los que instalan definitivamente las condiciones para la llegada a estas tierras de Hispanomérica, los sueños de independencia.

Un nuevo mundo estaba llegando. Totalmente diferente al existente. Con nuevas políticas, nuevas teorías filosóficas, nuevas concepciones de lo humano y lo trascendente y nuevos estados libres y soberanos, surgieron entonces con el vigor de la sangre nueva.

La velocidad con la que se desarrollaron los hechos que en ocho días culminaron con la Revolución de Mayo de 1810, pone en evidencia, que el espíritu revolucionario que impulsaba a esos patriotas que la pusieron en marcha, no era producto de una inspiración mesiánica, ni la desmesurada respuesta de una sociedad a la autoridad que la sojuzgaba. Fue un grito visceral e incontrolable que demandaba vivir en libertad, siendo hombres libres con derecho a forjar su propio destino (dixit Jorge Abasto).

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