EL PRIMER BANDONEÓN (00/03/1870)

Era un bulto oscuro, raído, un tanto ajado por los bamboleos de ese viaje en barco de tercera clase desde Europa a la Argentina. Y sin embargo, dentro de ese bulto intrascendente, desembarcaba en buenos Aireas, en manos de un marinero alemán, un verdadero tesoro: el primer bandoneón que se conoció el país.

Instrumento "Bandoneón" - Les Luthiers (Los Luthiers de la Web)

Inútil buscar más datos. Nadie, ciertamente sabrá decir que marca tenía el instrumento, de qué color era, ni que antigüedad soportaba. Nada ni nadie podrá tampoco reconstruír la historia de ese marinero gris e ignoto y su “fueye”. Pero algo es seguro. En medio de la neblina portuaria en mil y un cafetines de mala fama, en manos de algún empeñoso personaje que seguramente lo hacia sonar “de oído”, comenzó a nacer el Tango que hoy se baila y emociona en todo el mundo (ver El origen del Tango?).

Pocos le habrán dado entonces importancia a ese instrumento y a ese marinero que intentaba melodías, tratando de despejar la atmósfera agobiante del “piringuindín” que lo había contratado “por la comida”, pero el sonido de esa misteriosa caja flexible, sacro y melancólico, nacido en Alemania para solemnizar actos religiosos, seguramente habrá impresionado a algún porteño de ley. A alguien, a quien las guitarras y la flauta, ya le resultaban insuficientes para expresar la emoción, el dolor, la alegría, el rencor y el coraje que trasmitía el Tango, esa música hechicera que comenzaba a salir del bajo, para adueñarse de los salones frecuentados por la alta sociedad (ver El triunfo del Tango).

Y así, el bandoneón, “el fueye” (sic) para los tangueros de ambas orillas del Plata, se incorporó a los grupos que tocaban tango y se erigió en el alma de las “orquestas típicas”. Y hasta se atrevió a invadir la tierra del folclore argentino, regalando su sonido en la Mesopotamia, donde le pone chispa y picardía al “chamamé” y a la “chamarrita”; en Santiago del Estero, cuna de la chacarera” y en Salta, dándole a la “samba”, todo su potencial y su sonoridad telúrica (ver El primer bandoneón)

(Publicado en «100 hechos que hicieron la Argentina», editado por la Revista Gente y la Actualidad, Buenos Aires, 1975).

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