CARRERAS  DE SORTIJAS

También llamada “corrida de sortijas”, fue un juego siempre muy practicado en nuestra campaña. Traído a América por los españoles, éstos a su vez lo recibieron de las moros durante la ocupación de la península en el siglo VII de nuestra era, cuando el juego de la sortija era ya muy popular entre las tribus moras del norte de África.

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El juego demanda que se instale un gran y alto arco de madera, de cuyo travesaño horizontal se cuelga un anillo o pequeña argollita, debilmente sujeta, para que al primer tirón pueda desprenderse. Los jinetes, por turno, se ubican a cierta distancia del arco y provistos de un pequeño palito, parten a la carrera, montados sobre sus estribos y con la mano donde llevan el palito en alto, fija la vista en el aro, tratando de llegar a él en una posición, dirección y altura, que le permitan ensartarlo con su palito y arrancarlo de su sitio. Antiguamente el aro solía ser de oro y se lo llevaba como premio el ganador de la prueba; hoy se llevará, con suerte y en muy raras ocasiones, algunos pesos y seguramente la efusiva felicitación de los espectadores (ver Juegos para criollos de a caballo).

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