BUENOS AIRES EN CRISIS (1664)

En 1664, es decir, casi a fines de su  primer siglo de existencia, la ciudad de Buenos Aires pasaba por un período de decadencia y parecía que se repetía la situación sufrida por el poblamiento realizado por  PEDRO DE MENDOZA en 1536 y la corte de España era la gran culpable de esta situación, debido al muy escaso interés que tenía para fomentar la población y el progreso de estas posesiones, dispensándole solamente pequeñas atenciones temporales que para nada influían en su real beneficio material,  a pesar de las repetidas solicitudes que se hacían al soberano, cuya voluntad absoluta, le permitía discernir  a su antojo, la felicidad o la miseria de los pueblos.

Por entonces, los vecinos de Buenos Aires llegaban apenas a ser  doscientos once, y contando, los de las chacras y estancias de su jurisdicción, alcanzaban en total a ser doscientos cincuenta habitantes más o menos civilizados, según figura en el primer Tomo del “Registro Estadístico” publicado en 1859.  Exceptuando unas sesenta personas que tenían  educación y algún capital, el resto, inculto e indolente, vivía en la mayor pobreza y si a alguno se le llegaba a caer la casa, no tenía la posibilidad de levantarla, por falta de recursos materiales y voluntad de trabajo. Sirva como ejemplo de ello, que en 1664, la Audiencia de Buenosa Aires, establecida por cédula de fecha 6 de abril de 1661, , comprendiendo en su jurisdicción las gobernaciones del Río de la Plata, Tucumán y Paraguay,  al tratar de organizarse, no se pudo encontrar persona alguna que quisiese (o pudiese) hacerse cargo de alguno de los oficios o empleos  inferiores de esa Audiencia ni los del Cabildo de la ciudad.

El comercio, que hasta ese entonces se mantenía casi exclusivamente con el Brasil, había cesado y algunos buques extranjeros que se disponían a llegar a estas playas desistieron del viaje debido a los altos gravámenes establecidos para ellos. Las operaciones comerciales entonces, se redujeron solamente al intercambio de los productos del país, con las mercaderías importadas que traían  buques españoles con permiso de Su Majestad,  sistema monopólico éste, que perjudicaba enormemente a los comerciantes de esta plaza, por lo que comenzaron a pedir licencia para ir a establecerse en otra parte.

El 1º de julio de 1664, el presidente de la Audiencia de Buenos Aires, JOSÉ MARTÍNEZ DE SALAZAR, preocupado por esta situación, puso en conocimiento de Su Majestad Felipe IV el malestar que afligía a la población de Buenos Aires y en el último trimetre de 1671 (siete años después),  recibió contestación a sus reclamos. Fechada de Madrid el 24 de diciembre de 1669 y firmada, por la viuda del rey Felipe IV, . MARIANA DE AUSTRIA, regente del reino por la minoridad del heredero del trono, su hijo Carlos II, en ella, sólo hacía una serie de consideraciones ratificando la vigencia del monopolio comercial, la necesidad de expulsar a los portugueses que se hallaban  en Buenos Aires y la confianza que tenía en los esfuerzos que aquí se realizaban para superar la crisis. Pero de ayuda, absolutamente nada.

Fue entonces  que  el esfuerzo del vecindario,  que abandonando  su apatía se aferró a su tierra  y la influencia de sus más meritorias autoridades, hizo posible que se reaccionara y se renovaran dormidas  expectativas de progreso. Las enormes existencias de ganado vacuno, la excelencia de nuestras pasturas,  el surgimiento del gaucho como expresión de un nacionalismo incipiente y la presencia de los jesuitas que traían su enorme capacidad para educar y cultivar la tierra, fueron los pilares de esta reacción, que provocó la implantación del libre comercio, la proliferación de estancias y establecimientos para la explotación ganadera, la instalación de escuelas y colegios para estudios superiores y finalmente la comprensión por parte de la corona española de su error,  al menoscabar su apoyo a estos poblamientos, viraje que derivó en la creación del virreinato del Río de la Plata, asumiendo que aquí,  en esta olvidada colonia de América, estaba la granatía de su grandeza y del alimento de su pueblo (ver Una pobre respuesta a los reclamos de Buenos Aires 1669).

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