El arcón de la historia Argentina > Crónicas > BELGRANO PROPONE CREAR UNA MARINA MERCANTE (08/09/1810)
BELGRANO PROPONE CREAR UNA MARINA MERCANTE (08/09/1810)
MANUEL BELGRANO, desde las páginas de su periódico “Correo de Comercio expone sus ideas acerca de la política económica que considera necesario adoptar para asegurar el progreso y la prosperidad del Río de la Plata y en la edición del 8 de setiembre de 1810, después de señalar que «la riqueza real de un Estado es el más grande grado de independencia en que está de los otros para sus necesidades, y el mayor sobrante que tiene para exportar», asegura que la única solución para revertir la precaria situación económica heredada por las Provincias Unidas, será la creación de una Marina Mercante.
Expresa a tales efectos que “toda nación que deja hacer por otras, una navegación que podría emprender ella misma, disminuye sus fuerzas reales y relativas en favor de sus rivales». Para BELGRANO de nada vale que un país cuente con una amplia riqueza exportable, si, al mismo tiempo, no dispone de barcos propios para transportarla a los mercados extranjeros, porque, en caso contrario «dependería absolutamente de los pueblos navegantes».
BELGRANO analizaba luego las graves consecuencias de esta dependencia, que, de hecho, era la que sufría el Río de la Plata con respecto a los barcos británicos que, prácticamente monopolizaban todo su tráfico comercial. “Si una nación navega por otra, o hace el monopolio de sus mercaderías, que viene a ser lo mismo, el trabajo del pueblo y desde luego la población, los recursos del Estado vendedor, estarán en manos del Estado navegante.
Por la misma razón, si el pueblo tiene necesidad de mercaderías extranjeras, no recibirá sino la cantidad que convenga al otro proveerle, o a los precios que a él le agraden. Los intereses políticos del pueblo dependiente, estarán subordinados por la necesidad, a los intereses del pueblo navegante.
Descartando como perjudicial para el país, por las posibles represalias económicas que ello acarrearía, la solución que desde el siglo XVII es aplicada por los ingleses, que consistía en no permitir jamás el empleo de otras naves que no fueran las suyas para la exportación de sus productos, o para la importación de mercaderías, BELGRANO propone “como remedio más dulce y de un efecto más cierto”, el conceder a los barcos nacionales “gratificaciones por tonelada para ponerlos en estado de sostener la concurrencia de los extranjeros en los ramos que se quiera sostener. Así, sin excitar el resentimiento de otros Estados y sin suspender sus ventas, se puede prontamente formar una marina temible” (Belgrano alaba los principios del comercio inglés)