LA REPÚBLICA DE TUCUMÁN (22/03/1820)

Durante su segundo mandato como gobernador de Tucumán, el coronel BERNABÉ ARÁOZ, reunió en un Congreso, a representantes de los pueblos de Tucumán, Santiago del Estero y Catamarca y el 22 de marzo de 1819, declaró a estos pueblos, nación independiente, con el título de «República Federal del Tucumán».

Recordemos que el 11 de noviembre de 1819, algunos oficiales del desmantelado Ejército del Norte arrestaron al gobernador DE LA MOTA BOTELLO y al general BELGRANO (1) y pusieron en el cargo a JOSÉ VÍCTOR POSSE. Tres días después, el 14 de noviembre de 1819, el coronel BERNABÉ ARÁOZ, cuya ambición de mando y poderío se exacerbaba por momentos,  se hizo nombrar por un Cabildo Abierto, gobernador de la provincia.

BERNABÉ ARÁOZ nació en Monteros, provincia de Tucumán en 1776 (otros opinan que fue en 1782). Miembro de una familia numerosísima dedicada al comercio. Militar y político. Partidario decidido de la Revolución de Mayo de 1810, siendo muy joven todavía, ante los primeros rumores revolucionarios, ARÁOZ, que estaba como empleado en un comercio, dejó su trabajo y se alistó en la milicias.

Avanzando los tiempos, ejerció gran influencia en la región del noroeste argentino. Gobernador y caudillo de su provincia entre 1810 y 1820,  tuvo activa participación en diversos sucesos que se produjeron entre 1812 y 1817 en el orden nacional.

ARÁOZ era un jefe astuto, poco dado a enfrentar los conflictos que pudiera evitar, pero decidido cuando no se le daba opción. Como otros caudillos de su época, tenía más apoyo en el campo que en la ciudad. Su segundo gobierno fue muy bueno, considerando los problemas que tenía que enfrentar.

Pero Santiago del Estero se negó a apoyar a Aráoz; y en marzo de 1820, bajo la dirección del coronel JUAN FELIPE IBARRA, estalló una revolución que nombró a este gobernador. Aráoz intentó aplastar esa revuelta, pero no solo fracasó, sino que se ganó la enemistad del gobernador de Salta, GÜEMES. Este culpó a ARÁOZ por lo que calificó como «muy  escasa ayuda prestada por Tucumán a la Guerra de la Independencia» (ver San Martín y la controversia Bernabé Aráoz- Güemes).

El 22 de marzo de 1820, reunió en un Congreso a representantes de los pueblos de Tucumán, Santiago del Estero y Catamarca, declaró a estos pueblos, nación independiente, con el título de «República Federal del Tucumán» y le encargó al Congreso la redacción de una Constitución

La Comisión encargada de redactarla, presentó su propuesta el 17 de mayo de 1819 y al día siguientes (18 de junio), la Constitución fue sancionada con fuerza de ley. En ella se creaba un Poder Ejecutivo que sería ejercido por un «Presidente Supremo» con tratamiento de «Excelencia», uso de banda «directorial», escolta  y honores de capitán general.

Creó una «Corte Primera de Justicia» y abolió el Cabildo. Luego fue creada una moneda y una bandera y  se concedieron altos cargos militares a miembros del «Ejército de la República de Tucumán».

ARÁOZ asumió el cargo el 19 de mayo de 1819, con un sueldo anual de $4.000 (un quinto del presupuesto de la República) y la Constitución para la República del Tucumán fue promulgada el 6 de septiembre de 1820 y jurada solemnemente el 20 de septiembre.

Siguió luego un período de anarquía, en que distintas facciones se disputaron el poder y para mantenerse al mando, ARÁOZ  tuvo que adoptar medidas con las que no estaba muy de acuerdo (en agosto de 1820 el exgobernador DE LA MOTA BOTELLO fue nombrado teniente de gobernador de Catamarca) y sostener luchas encarnizadas con otros caudillos que aspiraban a ocupar su puesto y con las provincias limítrofes, especialmente con Santiago del Estero, cuyas autoridades cobijaban y protegían a todos los que, de un modo u otro, combatían o molestaban al supremo jefe de Tucumán.

Y así fue, hasta que el 5 de junio de 1823, FRANCISCO JAVIER LÓPEZ, uno de sus más encarnizados adversarios y que antes fuera muy protegido suyo, organizó una revolución con el apoyo de FELIPE IBARRA y DIEGO ARÁOZ, primo del gobernador e invadió el territorio tucumano.

El 3 de abril de 1821, ARÁOZ fue vencido en el Rincón de Mariopa, cerca del río Lules y LÓPEZ se apoderó del gobierno. ARÁOZ se asiló en Salta y desde su refugio organizó una conjura contra LÓPEZ, que, decidido a terminar con su adversario, se dirigió al general ÁLVAREZ DE ARENALES, Gobernador de Salta, pidiendo la extradición de ARÁOZ.

Este noble patricio tuvo la debilidad de conceder lo solicitado y. LÓPEZ, una vez que tuvo en su poder a su antiguo jefe y protector, ordenó que se lo fusilara antes de llegar a Tucumán con el prisionero, orden que el piquete que lo conducía cumplió a la vera de un camino el 24 de marzo de 1824.

Hoy se sabe que ARÁOZ no era «separatista». La suya era una respuesta regional al problema del país anarquizado. Esta República no era independiente de las demás provincias, sino que debía formar con las demás, una sola entidad. El nombre de «república» no significaba (en ese entonces) más que «estado», en su sentido local o nacional, indistintamente. Solo significaba que Tucumán dejaba de ser una dependencia de un gobierno central, para formar más un Estado Federal con las demás provincias. De hecho, sería la forma en que realmente se constituyó la Nación a partir de 1852.

Lo que si hizo ARÁOZ con su proyecto federal, fue encender esa chispa que aceleró el incendio, que luego del motín de Arequito, la batalla de Cepeda y la sublevación de Mendizábal , todos sucedidos en 1820, quemó (felizmente solo temporariamente), las esperanzas de alcanzar por fin el «status» de Nación organizada.

La Historia ha concluído que los objetivos de ARÁOZ, realmente, no pretendían crear un Estado independiente del resto de las Provincias Unidas del Río de la Plata, sino que, honestamente, se había lanzado a su mesiánica aventura, aspirando a establecer una federación de provincias, hasta tanto se organizase el país, pero en este camino, se encontraron las ambiciones personales y las disputas por el poder, rémoras que envenenaron las buenas intenciones para convertirlas en una lucha feroz que tuvo a la Patria como su víctima principal.

Según dice el general JOSÉ MARÍA PAZ en sus «Memorias» al referirse a BERNABÉ ARÁOZ, «…jamás se inmutaba, ni he sabido que nunca se le viese irritado. Su exterior era frío e inmutable, su semblante poco atractivo, sus maneras y hasta el tono de su voz lo harían más propio para llevar la cogulla que el uniforme del soldado».

«Prometía mucho, pero no era delicado para cumplir su palabra. Por lo demás, no se le conocía más pasión que la de mandar y si se merece que se le dé la clasificación de caudillo, era un caudillo suave, y poco inclinado a la crueldad» (ver Aráoz, Bernabé).

(1). Esa revuelta fue calificada por el general José María Paz, como «…la primera chispa del incendio que cundió luego por toda la República». En la práctica, todo el litoral desconocía la autoridad del Directorio y del Congreso desde hacía años; la Banda Oriental, estaba casi completamente ocupada por los portugueses y la provincia de Salta, sola y al borde de sus recursos, seguía resistiendo el avance de los realistas.

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