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BUENOS AIRES JURA LA INDEPENDENCIA (13/09/1816)
Proclamada la Independencia por el Congreso de Tucumán el 9 de julio de 1816, el Director Supremo de las Provincias Unidas del Río de la Plata, JUAN MARTÍN DE PUEYRREDÓN dispuso por Decreto que se realicen en todo el país actos y festejos para conmemorar debidamente el acontecimiento.
Lo así dispuesto le fue comunicado a los gobernadores y autoridades y se estableció que en Buenos Aires, los festejos se realizaran el 30 de agosto, pero una pertinaz lluvia cubrió de agua a toda la ciudad e hizo imposible la realización de los actos previstos, por lo cual, recién el 13 de setiembre, cuando el día amaneció radiante, se puso en marcha un vasto y curioso Programa de singulares características, que tuvo por escenario la Plaza de la Victoria.
El eco estrepitoso de la artillería de mar y tierra y los sones marciales de las Bandas militares, marcaron el comienzo de esa jornada que prometía ser inolvidable. La Casa Consistorial (el Cabildo), pintada enteramente de blanco desde su más alta torre, con oportunos toque azules en su marquesina y engalanada con una nueva cenefa azul y blanco, exhibía cubierto por el arco principal, un solemne sitial de terciopelo con borlas doradas, flanqueado por dos paneles donde inspiradas décimas exhortaban al pueblo diciendo sus primeras estrofas: “ Jurad la Independencia- ya todos están obligados- a no vivir separados- para que tenga su existecia………”
En el espacio que separaba la Casa Consistorial de la Pirámide, se había construído un tablado de “veinte varas” totalmente alfombrado y flanqueado con esculturas alegóricas y adornos florales, que debía servir de estrado donde iban a jurar la Independencia todas las autoridades y corporaciones que se habían hecho presentes
La Plaza toda estaba engalanada y por sus cuatro lados adornada con esculturas y rodeada por las tropas de todas las unidades veteranas y tercios cívicos de la Guarnición, con sus uniformes de gala, estandartes y banderas, alternando con enfervorizados pobladores que no se cansaban de gritar su emoción y su alegría por la conquista lograda.
La “Gaztea de Buenos Aires” en su edición del sábado 21 de setiembre informó a sus lectores que “En medio de los más vivos trasportes de nuestro puro gozo el Sr. Presidente del Excmo. Cabildo D. Francisco Antonio de Escalada, enarbolando la bandera nacional, dijo: “Ciudadanos: el decreto augusto de la emancipación política de las Provincias en Sud América, unidas en Congreso, os presenta la declaración del nuevo ser a que vuestros votos han aspirado, os eleva al rango de nación, y os publica independientes del rey de España Fernando 7º, sus sucesores, Metrópoli, y de toda dominación extraña.
Decreto de tanta dignidad, no basta que se aclame, cuando es preciso saberlo sostener con los esfuerzos para la concordia, con el poder de la unión, y con obediencia a las autoridades, jurándolo así ante el Dios de la Patria, ante los pueblos, y ante el orbe todo”.
Un relato de la época nos dice que a continuación el Director Supremo, levantándose de su sitial se dirigió a los presentes expresando: “ Jurais a Dios Nuestro Señor y a esta señal de la cruz, promover y defender la libertad de las Provincias Unidas de Sudamérica y su Independencia del rey de España Fernando VII, sus sucesores y metrópoli y toda otra dominación extranjera?. Un ensordecer clamor causado por el Sí de todos los presentes, cubrió el cielo de la Patria ese día.
Acallado éste, continuó PUEYRREDÓN diciendo: “Jurais por Dios Nuestro Señor y prometéis a la Patria el sostén de estos derechos hasta con la vida, haberes y fama?. Sí, juramos !!!, fue nuevamente la unánime respuesta, rubricada por PUEYRREDÓN que expresó: “Si así lo hiciereis, Dios os ayude y si no, El y la Patria, os hagan cargo” (ver Buenos Aires jura la Independencia)