ARMISTICIO BELGRANO/CABAÑAS (10/03/1811

Luego de ser derrotado en Tacuarí, el General MANUEL BELGRANO en el marco de las conversaciones que entablara con el General paraguayo MANUEL CABAÑAS, le aclara que no había venido al Paraguay a hostilizarlos, sino a auxiliarlos para que se liberaran del yugo español y que deseaba demostrarle las buenas intenciones de la Junta de Buenos Aires hacia el pueblo paraguayo.

Le entrega un oficio donde puntualiza ocho circunstancias “mediante las cuales podría llegarse a un acuerdo fraterno entre los paraguayos y la Junta de Buenos Aires”.

Varios son luego los oficios que van de uno a otro comandante hasta que finalmente llegan a un cordial y amistoso acuerdo de mutua asistencia y el 10 de marzo de 1811, ambos jefes firman el armisticio.

Fue tal la habilidad política de BELGRANO, que a pesar de haber sufrido una derrota militar, obtuvo no sólo la buena voluntad del vencedor para concederle una capitulación honrosa, por la cual sólo se les exigió abandonar el territorio del Paraguay, retirándose con sus armas y bagajes y con todos los honores al sur del río Paraná, sino que hizo  prender la idea revolucionaria en el General CABAÑAS y en sus oficiales, pues logró que se diera un vuelco ideológico en la conciencia de su adversario, que será el germen del movimiento revolucionario paraguayo.

Pronto la llama se extenderá por todo el Paraguay, a pesar de la oposición del Gobernador VELAZCO y del Cabildo asunceño. Para BARTOLOMÉ MITRE, Belgrano “es el verdadero autor de la Revolución Paraguaya” (ver Expedición de Manuel Belgrano al Paraguay).

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