ATENTADOS CONTRA HOMBRES PÚBLICOS EN EL PASADO ARGENTINO

Atentado contra Juan Manuel de Rosas  (25/03/1841)
El 25 de marzo de 1841, con la entrega de una misteriosa caja a MANUELITA ROSAS, comienza la historia del primer atentado que se realiza en en Río de la Plata, contra un funcionario público de elevada jerarquía.

En la noche del 25 de marzo de 1841 MANUELITA ROSAS estaba rodeada de varias personas, pues era el aniversario de la muerte de su madre, cuando recibió a MARCEL BAZIN, edecán del almirante francés DUPOTET, quien le entregó una caja que según dijo era un envío de la Sociedad de Anticuarios de Dinamarca, para Rosas. Manuelita dejó la caja sobre una mesa y allí quedó olvidada, mientras los invitados trajinaban a su alrededor.

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Al día siguiente, Manuelita le contó a su padre sobre la entrega y por dos días la caja quedó depositada sobre una cómoda, hasta que Rosas le pidió a su hija que la abriera y le dijera que contenía. Manuelita, que estaba con su amiga TELÉSFORA SÁNCHEZ, llevó la caja a su cuarto, donde se hallaba una mucama llamada Rosa Pintos, ocupada en acomodar algo en la habitación, y comenzó a descoser los forros que la envolvían.

Eran más de uno y estaban hechos de materiales finos como cachemira blanca, ribeteada con cordones de seda colorada. Bajo los forros había varias cartas escritas en un idioma que Manuelita no pudo reconocer y la llave atada con una cinta colorada, que servía para abrirla. Manuelita abrió la caja y entonces repentinamente saltó la tapa con una violenta explosión. Las mujeres pegaron un grito pero no sufrieron daño alguno.

Adentro había un conjunto de pequeños tubos y un raro mecanismo. Sin advertir todavía de qué se trataba, Manuelita intentó apretar los goznes para cerrarla, pero le fue imposible. Entonces se la llevó a su padre, que enseguida se dio cuenta de la naturaleza de la caja.

Se trataba de una caja cerrada que al ser abierta, puso al descubierto 16 pistolas distribuidas en forma circular cuyos gatillos estaban unidos por un alambre de modo tal, que al abrir la caja, hicieran fuego. Rosas, al mostrarle la caja al primer escribiente de la secretaría, PEDRO R. RODRÍGUEZ, dijo, mientras abrazaba a Manuelita que lloraba sin consuelo.

«Esta es una máquina infernal enviada por mis enemigos para matarme» y dio gracias al cielo porque una falla del mecanismo le había salvado la vida.

Al día siguiente Rosas mostró la caja a un grupo de visitantes. Algunos de los diminutos cañones fueron descargados en el jardín y reventaron por el poder de la carga.

El episodio se lo conoce con el nombre de la «máquina infernal», que fue como se llamó a este artefacto que causó pánico en la sociedad porteña y desató una cruel represalia sobre los opositores al régimen rosista. La historia había comenzado días atrás, en Montevideo, cuando el cónsul de Portugal en esa ciudad ACEVEDO LEITE recibió una caja y un oficio lacrado.

Según el oficio, la caja contenía medallas de la Sociedad de Anticuarios de Copenhague y le pedían que fuera entregada al gobernador de Buenos Aires. El cónsul aprovechó el viaje del almirante DUPOTET a Buenos Aires para cumplir el encargo y parece ser que la caja había sido interceptada en Montevideo por los unitarios y se atribuye a RIVERA INDARTE la idea de utilizarla, cambiando las medallas por un artificio explosivo que estallaría al abrirla.

Atentado contra el presidente Domingo Faustino Sarmiento (28/08/1873)
A eso de las nueve de la noche del 28 de agosto de 1873, el presidente DOMINGO FAUSTINO SARMIENTO fue objeto de un alevoso atentado criminal y salva milagrosamente su vida.

Al cruzar el coche en el cual viajaba el entonces Presidente de la Nación, en la esquina formada por las calles Maipú y Corrientes (actuales), fue objeto de un grave atentado y salva milagrosamente su vida.

En ese momento de su gobierno, SARMIENTO estaba enfrentando una larga lista de problemas y conflictos y entre ellos se destacaba la rebelión que liderada por el caudillo RICARDO LÓPEZ JORDÁN había estallado nuevamente en la provincia de Entre Ríos. Ya en 1870, JORDÁN había encabezado un movimiento para apoderarse del gobierno de Entre Ríos y mandó asesinar a URQUIZA y a dos de sus hijos.

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SARMIENTO ordenó entonces intervenir la provincia y aplastó el levantamiento de Jordán, contando para ello, con la aprobación del Congreso. El rebelde entrerriano, no cejó en su empeño y en 1873 nuevamente se levantó en armas liderando una segunda revolución, pero fue nuevamente vencido y esta represión, causó un áspero clima de rencor entre los seguidores de JORDÁN, para con el gobierno nacional (1). La noche del 28 de agosto, SARMIENTO paseaba en su carruaje y se hallaba transitando por la esquina de las calles Maipú y Corrientes, cuando tres hombres salieron de las sombras y dispararon sus trabucos contra él, desde corta distancia.

La carga de uno de esos trabucos estalló en las manos de uno de sus agresores, destrozándosela y eso desorientó a los sicarios, que muy pronto fueron detenidos por la Policía.

SARMIENTO, cuya sordera ya era muy pronunciada, no oyó el estampido y el cochero, lleno de pavor, sin darse vuelta siquiera, hizo arrancar los caballos a todo galope. Cuando SARMIENTO llegó a casa del doctor DALMACIO VÉLEZ SARSFIELD, éste, azorado, abrió la puerta del carruaje y, con gran sorpresa suya, vio descender con su calma habitual a su dilecto amigo.

El presidente, al enterarse del atentado no lo creyó al principio, pero, luego, comenzaron a llegar sus amistades y altos funcionarios de la administración a darle sus plácemes por haber salido ileso. Análisis efectuados posteriormente demostraron que los proyectiles estaban envenenados con sublimado corrosivo: hubiera bastado un simple rasguño para que la víctima hubiera muerto infaliblemente.

DOMINGO FAUSTINO SARMIENTO repetía a menudo, recordando el luctuoso episodio: «Ese fue el mayor peligro que corrí». Interrogados los agresores, confesaron haber actuado por encargo de LÓPEZ JORDÁN.

Se trataba de los hermanos FRANCISCO y PEDRO GUERRI y LUIS CASIMIRO, inmigrantes italianos que habían sido contratados por AQUILES SESABRUGO, un agente de CARLOS QUERENCIO, hombre de confianza de LÓPEZ JORDÁN radicado en Montevideo.

De acuerdo con las investigaciones practicadas, se estableció que SESABURGO les había prometido 10.000 pesos a los hermanos GUERRI si lograban matar presidente, asegurándoles además, total impunidad y la certeza de poder huir en un barco que los llevaría al Uruguay.

Mientras en Buenos Aires se seguía el proceso a los detenidos, en Montevideo, SEABURGO fue asesinado por QUERENCIA, que logró huir y de esta manera, los móviles del atentado  quedaron durante mucho tiempo en la oscuridad.

(1) Al día siguiente de producido el atentado, la prensa se hizo eco del suceso diciendo: «Es sabido que Sarmiento es una figura polémica. Sus escritos contra Rosas en los años 40 y sus discusiones con otros pensadores como Alberdi, son hechos que lo ubican en el centro de grandes debates.

Desde que asumió la presidencia en 1868, viene enfrentando los violentos ataques de los partidarios del ex Presidente Bartolomé Mitre. Además, ha tenido que afrontar problemas con distintas provincias. Pero hasta ahora, nadie había intentado atentar directamente contra su vida. Es más, es la primera vez  que alguien buscar asesinar abiertamente a un presidente argentino ( «Diario de la Historia», editado por la Secretaría de Educación de la ciudad de Buenos Aires, 2004) 

Atentado contra el presidente Julio Argentino Roca 10/05/1886)
El 10 de mayo de 1886, el presidente JULIO ARGENTINO ROCA sufrió un atentado mientras se dirigía desde la Casa de Gobierno hacia el Congreso Nacional para inaugurar  las sesiones del 26 período legislativo (que sería el último de su primera presidencia).

ROCA, que se hallaba al final de su primera presidencia, iba a pie y se dirigía al Congreso, ubicado entonces en la esquina de Balcarce y Victoria (actual Hipólito Yrigoyen, donde actualmente se levanta el edificio del Banco Hipotecario), para pronunciar el discurso de apertura del período ordinario de sesiones.

Iba acompañado de sus ministros CHAVARRÍA, PELLEGRINI, WILDE, PACHECO y FRANCISCO ORTIZ y rodeado por amigos y numeroso público. Eran las tres de la tarde.

Todo estaba listo para la ceremonia, que había encendido gran expectativa, por cuanto el Congreso se hallaba agitado por las graves luchas políticas de aquellos momentos.

Gran cantidad de público atestaba las calles y rodeaba la Casa Rosada y el Congreso. En el mismo instante que el presidente llegaba a ese edificio, donde lo esperaban los legisladores, se desprendió de entre la multitud un individuo que, esgrimiendo una piedra en su mano derecha, sin que nadie atinara a impedírselo, se arrojó sobre el general ROCA y levantando el puño, le descargó un tremendo golpe en la frente, causándole una profunda herida en el parietal derecho.

El golpe fue fuerte. El presidente se tambaleó y dio un paso atrás. El agresor iba a asestar otro golpe cuando una mano de acero le apretó el cuello. Era el doctor CARLOS PELLEGRINI que redujo a la impotencia al agresor, mientras el senador DAVID ARGÜELLO, le aprisionaba la mano que aún contenía la piedra.

Mientras el agresor era detenido y entregado al comisario CERNADAS, quien junto con otros oficiales de policía lo llevaron detenido, poniéndolo quizás a salvo de la ira de quienes habían presenciado el incidente, el general ROCA se repuso del ataque, restañó la sangre que fluía de su frente con un pañuelo que le acercó el ministro PACHECO, recogió el sombrero que había rodado por el suelo y continuó su marcha.

Apoyándose en el brazo de su ministro, el doctor WILDE, se introdujo en la Secretaría de la Cámara donde se le curó la herida que nuevamente había comenzado a sangrar abundantemente. Fue el doctor EDUARDO WILDE, que era ministro de Justicia, Culto e Instrucción Pública, quien rápidamente contuvo la sangre y le practicó un vendaje y quienes presenciaron la escena relataron que ROCA, dirigiéndose a WILDE le dijo: “Doctor Wilde, es la primera cachetada que he recibido en mi vida” y que WILDE respondió: “No es usted solo, presidente, quien la recibe, sino el decoro de la República”.

Curada provisoriamente su herida, ROCA continuó su marcha, pálido y con el uniforme y la banda presidencial manchados con sangre.

En esas condiciones llegó al Congreso y sin poder ocultar la impresión que lo turbaba, sólo se refirió al atentado diciendo al comienzo de su discurso: «Hace un momento, sin duda un loco, al entrar yo a! Congreso, me ha herido en la frente no sé con qué arma» y al acallarse los aplausos que rubricaron el final de su discurso, ROCA agregó improvisando: “al descender de este elvado puesto, lo hago sin odios, sin rencores para nadie, ni aún para el asesino que acaba de atentar contra mi vida”.

Mientras tanto, el autor del atentado que había sido detenido,  fue identificado  como IGNACIO MOUGES, un ex soldado, nacido en Corrientes, que había participado en la guerra contra el Paraguay y en las luchas contra el caudillo RICARDO LÓPEZ JORDÁN.

Cuando lo interrogaron adjudicó su acción a que «consideraba a Roca, responsable de la situación política insoportable desde hacía un año y medio y que lo había hecho con la intención de salvar a la patria, cuya libertad ambicionaba».

Los médicos que luego del atentado lo examinaron, doctores ARAVENA y FERNÁNDEZ, le diagnosticaron una epilepsia, sin advertir otra patología, ni física ni mental. El Juez que entendió en la causa, doctor CARLOS MIGUEL PÉREZ, con fecha 10 de mayo de Í887 lo condenó a diez años de prisión, sentencia confirmada por !a Cámara Criminal s! 3 de setiembre de 1888. Tiempo después recobró su libertad al comprobarse que padecía de enajenación mental.

En el Museo Histórico Nacional de la Capital Federal se conservan la piedra con que MOUGES consumó el atentado, el pañuelo de seda con que fue vendado ROCA y la banda presidencial que llevaba puesta, estas dos últimas prendas mantienen, aún, las manchas de sangre.

Dibujantes de la época reconstruyeron el atentado, pero, sin duda alguna, la más fiel representación es el óleo sobre tela debido al pincel del uruguayo JUAN MANUEL BLANES, actualmente en el Congreso Nacional, que muestra al general ROCA de pie, con la frente vendada, leyendo su discurso ante las Cámaras. La situación estaba muy alterada por la imposición de ROCA de un candidato para sucederlo: el cuñado de su esposa, JUÁREZ CELMAN.

Quince años más tarde, el 19 de febrero de 1891, cuando desempeñaba la cartera de Gobierno, durante la presidencia del doctor  CARLOS PELLEGRINI, el general  ROCA sufrió un nuevo atentado cuando dispararon con un revólver mientras viajaba en su coche. El proyectil de revólver se incrustó contra la parte posterior de su coche, sin que ROCA sufriera daño alguno.(el coche (imagen de arriba), se conserva en el Museo Histórico y Colonial de Luján).

Atentado contra el Ministro Plenipotenciario Alejandro Paz (04/01/1899)
El 4 de enero de 1899, el Ministro Plenipotenciario argentino en la República Oriental del Uruguay, doctor ALEJANDRO PAZ, fue víctima de una agresión en la calle La Agraciada, esquina de Maturana, en la ciudad de Montevideo.

El joven JUAN CARLOS LABANDERA, que se hallaba ebrio, detuvo el carruaje en que viajaba nuestro enviado diplomático e hizo ademán de sacar armas. El ministro Paz lo contuvo con su revólver y lo hizo detener. El agresor explicó luego que había tenido una confusión.

Atentado contra el presidente Manuel Quintana (12/08(1905)
En la tarde del 12 de agosto de 1905, el ciudadano español Salvador Enrique Planas y Virellas, atentó contra la vida del Presidente de la Nación, doctor MANUEL QUINTANA.

Ese día y a esa hora, el coche de caballos que conducía al Presidente de la República, marchaba al trote por la calle Santa Fe rumbo al sur. Eran las 14,25 de un día lluvioso y frío.

El Presidente se trasladaba desde su domicilio —De las Artes 1245— a la Casa Rosada, en compañía de su edecán, el capitán de fragata JOSÉ DONATO ALVAREZ.

Al llegar a la esquina de Santa Fe y Maipú, frente a la plaza San Martín, un hombre bajó la escalinata del paseo y revólver en mano se adelantó a la calzada. Se aproximó al paso del coche, apuntó con el arma a la ventanilla y disparó, sin que saliera el proyectil.

Corriendo junto al coche accionó repetidas veces el disparador, sin poder lograr su objetivo. De inmediato emprendió la fuga internándose en la plaza, seguido de cerca por el edecán del presidente y el comisario FELIPE PEREYRA, jefe de la custodia, quien viajaba en un coche detrás del cupé del doctor QUINTANA.

El edecán resbaló en el húmedo empedrado, pero el comisario PEREYRA logró apresar al fugitivo auxiliado por un subordinado. QUINTANA prosiguió su viaje dando muestras de absoluta tranquilidad.

El agresor fue identificado como SALVADOR ENRIQUE PLANAS Y VIRELLAS, español de veintitrés años, empleado en una imprenta de la Capital. Declaró haber procedido por propia iniciativa, ser anarquista, y haber pretendido dar muerte al presidente para lograr un cambio total en la conducción política. Para ello usó un revólver calibre 38, de cinco tiros, cuyos proyectiles se encontraban en mal estado.

Se instruyó sumario por tentativa de homicidio en la persona del primer magistrado; PLANAS Y VIRELLAS confirmó sus declaraciones ante el doctor SERVANDO E. GALLEGOS, juez de instrucción que actuó en el caso. Trece años de prisión le fueron asignados, lapso que fue reducido por la Cámara a diez.

Recluido en la hoy ya demolida Penitenciaría Nacional,  PLANAS Y VIRELIAS emprendió tareas de auxiliar de tipógrafo en los talleres de imprenta del establecimiento. No pasó mucho tiempo sin que los diarios se ocuparan nuevamente de este singular personaje.

El 6 de enero de 1911, juntamente con otros doce presidiarios, fugó por un túnel practicado bajo los jardines que rodeaban al edificio. Nada se supo del autor de este primer atentado anarquista en la persona del primer magistrado. El de PLANAS Y VIRELLAS fue el tercer atentado sin éxito contra la vida de un presidente argentino. El primero se consumó contra Sarmiento en 1873 y el segundo contra el general Roca en 1886.

Atentado contra el presidente Hipólito Yrigoyen (24/12/1929
ATENTADO CONTRA EL PRESIDENTE HIPÓLITO YRIGOYEN. En Buenos Aires, un anarquista dispara contra el Presidente HIPÓLITO YRIGOYEN mientras se dirigía la Casa de Gobierno y es abatido por la custodia presidencial, sin que el magistrado sufra daño alguno.

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