EL ESTRIBO, SU HISTORIA Y EVOLUCIÓN

Estribo, es una palabra de origen germano, que significa “asa para trepar”(1). Son piezas en las cuales se apoya el jinete para montar a caballo, para la marcha, el combate o el salto. Al igual que el resto de los arneses empleados por el hombre en la caballería, los estribos tienen su historia, quizás la más joven de todas ellas, ya que se tardaron en usar, con el diseño, formato y materiales, con los que hoy se fabrican.

Si bien no se puede precisarse con exactitud cuándo comenzó a ser utilizado el estribo para montar a caballo, por descubrimientos arqueológicos que lo han puesto en evidencia, sabemos que los hubo desde tiempos remotos y de  diversas procedencias, formatos y materiales.

Tan disímiles como que iban desde una simple correa de cuero colgando a ambos lados del caballo, pasando por los de hierro y de bronce finamente trabajados, hasta llegar a  los que más tarde, fueron costumbre entre nuestros aborígenes y luego entre los  hombres de campo de la Argentina, hechos de tiento, de madera, o con “pichicos” de oveja (2)

Durante la vigencia del imperio romano, para subir al caballo, los soldados romanos, por ejemplo, se valían de las “piedras miliares” colocadas en los costados de las estradas para marcar la distancia de mil pasos, donde se apoyaban para montar y viejos documentos muestran imágenes de guerreros de Occidente recurriendo a una muesca o bien una estaquilla soldada al pie de la lanza donde se apoyaban para saltar sobre el caballo, lo que se hacía del lado derecho del animal

Aunque se dice que Mauricio, emperador romano de Oriente del siglo VI dC., fue el primero en utilizarlos, otros afirman la existencia de evidencias halladas en tumbas de personajes de épocas más remotas, lo cual señalaría antecedentes aún más lejanos. Es probable que ya eran conocidos en Asia desde hacía mucho tiempo atrás.

En el comienzo de esta historia, como hemos dicho, se utilizaba como estirbos, una cuerda que unída a la silla, le permitía al jinete, montar a caballo y sostenerse firmemente durante la marcha y el combate, introduciendo el dedo gordo del pie en ella. Estos “estribos” aparecieron en la meseta del Decán, la India, quizás a fines del siglo I antes de Cristo (quizás en el año 47 aC.).

Desde  allí, alrededor del año 300 después de Cristo, pasaron a China y poco después, los chinos empezaron a fabricarlos de metal, empleando bronce o hierro. Pronto, los nómades los llevaron desde China hacia Corea y Japón. Los hunos “heftalitas” los introdujeron en Persia en el siglo IV y en Europa, hacia el siglo V, aunque no hay noticias de su adopción por la caballería imperial romana hasta aproximadamente un siglo más tarde, cuando los árabes, a su vez, lo tomaron de los persas y los bizantinos.

El hecho es que, partiendo del primitivo anillo hecho con la misma correa que colgaba de la silla, se pasó a ricos cordones con la misma función. De allí llegamos al simplísimo anillo de hierro en el que se apoyaba el pie, pero que a través del tiempo fue perfeccionándose  funcional y estéticamente

El estribo, otorgando mejor estabilidad al montado lanzado al galope y dándole un apoyo más firme para combatir con mayor comodidad y vigor, permitiéndole golpear con hacha  o con maza, disparar su arco y cargar violentamente con la lanza en ristre, iniciaba así una nueva era en Europa, donde la caballería se constituyó en un factor fundamental en los campos de batalla medievales y así fue durante más de mil años. .

Los germanos que invadieron Roma, pronto adoptaron el uso de estribos y así mejoraron la eficacia de sus tropas montadas hasta tal punto, que el empleo de los estribos, facilitó la derrota de los romanos en la batalla de Adrianópolis en el año 378 dC.

El estribo en América.
El estribo llegó a América con los conquistadores españoles, quienes lo habían adoptado durante la dominación de los moros a la península Ibérica en el año 711 de la era cristiana, y rápidamente fue adoptado por los aborígenes y luego por los criollos, que los adaptaron a sus medios y disponibilidad de materiales.

Así fue que se difundió el uso de rudimentarios tientos fijados en ambos costados del apero o simplemente apoyados en la cruz del caballo montado en pelo, con un nudo (o botón) o con dos “pichicos” de pollo, en sus extremos distales.

Apoyando el pie sobre ellos, abarcando el tiento entre los dedos gordos y siguiente, lograban una estabilidad y firmeza que les resultaba muy conveniente tanto en las largas marchas como en el combate.

Más tarde, el gaucho utilizó un estribo triangular de hierro, en el que se apoyaban los dos primeros dedos del pie; también usó el estribo pampa y otros que reproducimos en esta página.  En el Sud de la Provincia de Buenos Aires, en épocas pasadas y también hoy en día, algunos paisanos andan a caballo sin estribos o con uno solo, que usan del lado de montar y únicamente con ese objeto”.

El hecho es que, partiendo del primitivo cordel que colgaba de la silla, llegamos al simplísimo anillo de hierro en el que se apoyaba el pie y que a través del tiempo, iría perfeccionándose funcional y estéticamente, por mérito de hábiles artesanos que hicieron de estas piezas, verdaderas obras de arte de exquisito gusto: Actualmente, los estribos, aunque existen de diversos tipos, se han uniformado en su diseño y son concebidos buscando su mayor rendimiento como elemento de manejo del animal.

(1).- En el “Vocabulario y refranero criollo” de Tito Saubidet (1943) dice: “Pieza en que apoya los pies el jinete y que va colgada por medio de la estribera, de la encimera o de los bastos”.
(2).- Pichicos son llamadas cualquiera de las falanges de  un animal.

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