UN DENUNCIA POR INMORALIDAD (19/09/1788)

El Procurador General de la ciudad de Buenos Aires denunció ante el Cabildo la inmoralidad de los bailes populares, especialmente los celebrados durante el carnaval y los protagonizados por los esclavos negros.

La presentación del procurador don FRANCISCO IGNACIO DE URIARTE formaba parte de una larga lista de prohibiciones y condenas oficiales que revelan las costumbres y los códigos morales de los tiempos coloniales.

Ya en 1743 el obispo Juan José Peralta había prohibido el fandango, danza de negros y de pobres, por considerar que provocaba situaciones peligrosas. Un bando posterior condenaba a los bailarines de fandango a dos años de trabajos en las islas Malvinas si el acusado era español y a doscientos azotes si era mulato, mestizo o indio.

En 1771, Juan José Vértiz, que entonces era Gobernador de Buenos Aires, dio nuevamente vía libre al fandango ganándose así la reprobación de los puritanos y de algunos representantes de la Iglesia.

El mismo rey Carlos III intervino en el asunto y envió dos órdenes reales por las cuales se prohibían los bailes y encargaba al gobernador que tratase de dominar el «escandaloso desarreglo de costumbres» que parecía dominar la ciudad.

Ese escándalo aumentaba cuando llegaba el carnaval, especialmente celebrado por los numerosos esclavos negros que entonces había en Buenos Aires.

En la denuncia del procurador se firmaba que los lugares donde los negros bailaban eran «verdaderos lupanares, donde la concupiscencia tiene el principal lugar y donde los bailarines ejecutan movimientos obscenos e indecentes».

Calificaba también como lascivas las canciones y se espantaba en especial por la forma en que se tocaban los instrumentos que, según su opinión, incitaban a la lujuria. Por todo eso, reclamaba severas medidas a las autoridades. Resulta curioso observar que la danza de los negros causara tanto escándalo mientras que su esclavitud fuera vista con la mayor naturalidad (ver Bailes y festejos inmorales).

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