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PUEYRREDÓN, JUAN MARTÍN DE (1777-1850)
Brigadier General. Patriota; precursor de la independencia; Director Supremo. Nació en Buenos Aires, el 18 de diciembre de 1777. Su padre fue vasco francés, de noble origen y su madre argentina de ascendencia irlandesa. Se educó en Europa, donde pasó la mayor parte de su juventud. Retornó al país y durante poco tiempo se dedico al comercio, pues pronto fue absorbido por los dolorosos sucesos que debieron vivirse en Buenos Aires cuando se produjo la primera invasión de los ingleses en 1806.
Al principio actuó como funcionario de enlace entre los ingleses y el Cabildo, pero pronto se percató de que la ayuda para la independencia no vendría de éste y se incorporó a los combatientes patriotas. Junto con sus hermanos organizó el Regimiento de húsares en las afueras de Buenos Aires y el 1º de agosto de ese año se encontró con los invasores en las chacras de Perdriel, donde la suerte le fue adversa, pero le valió ser ascendido por Liniers a Teniente Coronel, en reconocimiento a su valor y decisión en el combate, cargo que luego fue confirmado por el rey de España.
No doblegado por este revés, renovó sus esfuerzos y acompañando a Liniers y a Martín de Álzaga tuvo una destacada actuación en la Reconquista de la ciudad. Su conducta en esas horas difíciles fue reconocida por el Cabildo que lo premió con un escudo de honor y lo envió como su Diputado a la Corte de Madrid, con la misión de transmitir la buena nueva de la reconquista y requerir al mismo tiempo ayuda para los porteños en su lucha contra los ingleses.
En Europa fue testigo de la decadencia del gobierno español e infirió que la mejor política para su país era la independencia absoluta. Convencido del fracaso de su misión, escribió al Cabildo de Buenos Aires, aconsejándole no reconocer al virrey (Cisneros) elegido por la Junta española, pero estas cartas fueron interceptadas por Martín de Álzaga, quien convenció al Cabildo de que Pueyrredón era peligroso para los peninsulares.
José Elío, gobernador de Montevideo en esos días, recibió órdenes de capturar a Pueyrredón pero éste eludió la captura y regresó a Buenos Aires. Se unió a sus amigos Belgrano, Castelli, Vieytes, Beruti y Rodríguez Peña en el proyecto de nombrar a Carlota Joaquina regente en Buenos Aires durante el cautiverio de su hermano Fernando VII de España y con este fin llevó correspondencia a Carlota Joaquina, que se hallaba en Río de Janeiro, pero recibió poco estímulo y ningún apoyo a este proyecto.
En 1810 regreso a Buenos Aires y se enteró de la gesta que sus amigos estaban preparando y los apoyó eficazmente. Inmediatamente de constituída la Junta Provisoria ofreció sus servicios y fue nombrado Gobernador de Córdoba, que en aquel entonces no solamente comprendía la actual capital, sino también la región de Cuyo. Ya en posesión del cargo, invitó a criollos y peninsulares a unir sus fuerzas para afianzar los efectos del movimiento de Mayo.
En enero de 1811 fue transferido a la Audiencia de Charcas (en lo que hoy en día es Bolivia) como Presidente e Intendente y durante su estada allí se enteró del desastre de Huaqui, por lo que de inmediato se trasladó a Potosí donde se apoderó de la Casa de Moneda y emprendió la retirada a Jujuy y Tucumán, temeraria hazaña esta, que salvó el tesoro que estaba destinado a financiar la causa patriótica. En 1811 fue nombrado Comandante en Jefe del ejército del Norte, reorganizó estas fuerzas y más tarde, nombrado como miembro del Primer Triunvirato, fue reemplazado en el mando por el general Manuel Belgrano.
En 1812, cuando cayó este Primer Triunvirato, Pueyrredón fue hecho prisionero en la Matanza y enviado luego a San Luis. En 1814, durante su permanencia en Cuyo se entrevistó con el gobernador San Martín y en 1815, ya liberado de la pena que se le había impuesto, regresó a Buenos Aires. A fines de 1815, fue designado para representar a San Luis en el Congreso de Tucumán, compartiendo la representación de Cuyo con Tomás Godoy Cruz, Justo Santa María de Oro, Francisco Narciso de Laprida y Juan Agustín Maza.
El 3 de mayo de 1816, en este Congreso, bajo la influencia de San Martín y el fuerte apoyo de Cuyo, Güemes, Buenos Aires y el Alto Perú Pueyrredón fue elegido Director Supremo, casi por unanimidad, convencidos de que como héroe de la Reconquista, del rescate de Potosí y de las gestiones conciliadoras que siempre había realizado, era el hombre indicado para minimizar las diferencias imperantes y asegurar la independencia.
Asumió el cargo en momentos críticos en que parecía vencida la revolución en el Norte, por lo que, antes de regresar a Buenos Aires para asumir sus nuevas obligaciones, tuvo que viajar a Salta para resolver problemas entre Rondeau y Martin Güemes. Removió a Rondeau del ejército del Norte y lo nombró a Belgrano en su reemplazo, poniendo término a la resistencia de esa provincia norteña.
El 15 de julio de 1816, en momentos que el Congreso de Tucumán declaraba la Independencia de las Provincias Unidas del Río de la Plata, durante una reunión celebrada en Córdoba con el general SAN MARTÍN, estudiaron ambos el proyecto que éste le presentó, destinado a lograr la Independencia de Chile y decidió asignar al asunto máxima prioridad.
Durante su gobierno (1816- 1819), Pueyrredón debió ejercer tremenda influencia sobre los sucesos que se desarrollaron en el país ya que tuvo que gobernar durante un período muy difícil para la patria: mientras las fuerzas luso-brasileñas invadían la Banda Oriental (Uruguay), el jefe uruguayo José Gervasio Artigas trataba de apartar de Buenos Aires la lealtad de las provincias ribereñas, atrayéndolas hacia su causa y serios problemas políticos se presentaron en la nueva nación, envuelta en rivalidades y conflictos personales, que presagiaban el estallido de las guerras civiles entre fracciones que finalmente se desató, desembocando en una encarnizada lucha entre centralistas y federalistas.
Pero a pesar de estos acuciantes problemas, tuvo tiempo y voluntad para contribuir poderosamente en la empresa del cruce de los Andes y sólo merced a su decidido apoyo, ignorando críticas y augurios de fracaso, el General SAN MARTÍN pudo equipar a su Ejército para esa memorable empresa.
Durante su mandato como Director Supremo, aunque algunas de sus iniciativas, fracasaron lamentablemente, como ocurrió con el proyecto de avance de las fronteras hacia los territorios ocupados por los aborígenes en el sur, la fundación de un Banco nacional llamado «Caja Nacional de Fondos» y varios repetidos intentos de coronar a un príncipe europeo como rey del Río de la Plata, creó el Colegio de la Unión del Sud sobre la base del antiguo Colegio de San Carlos.
Organizó la Economía nacional estableciendo la contabilidad estatal, creó la Caja Nacional de Fondos de Sudamérica y reglamentó la Aduana; impuso un régimen de saldo exportable para productos al exterior y fomentó la industria metalúrgica (aunque esto fue más una gestión que realizó San Martín en Cuyo)
Rescató los caudales de la Confederación depositados en Potosí, plaza tomada por los realistas; creó la “Casa de Moneda de Buenos Aires” y fue precursor del uso de papel moneda (billetes) para pagar deudas, sentando bases para la unificación monetaria y fiscal de las Provincias Unidas.
Ferviente «unitario», persiguió denodadamente a la oposición, desterrando a varios de sus dirigentes, entre ellos MANUEL DORREGO, VICENTE PAZOS, FELICIANO CHICLANA, MANUEL MORENO, MANUEL PAGOLA y varios más. Atacó de todos los modos que pudo a los partidarios del federalismo en las provincias y no dejó de impedir cualquier intento de autonomía. El mismo nombraba a todos sus gobernadores, según era la idea fundacional de la Logia Lautaro, cofradía a la que pertenecía y que alentaba la creación de un estado constitucional y unitario. Para asegurarse la unidad de los poderes estatales, ordenó trasladar el Congreso de Tucumán a Buenos Aires y expulsar de su seno a los diputados que se opusieron a esa medida
Existe la versión (jamás confirmada, aunque si fue evidente su desinterés en acudir en ayuda de Artigas), que como no pudo derrotarlo en campaña, dispuesto a perder una provincia a cambio de constituir la unión nacional y poder gobernar centralizadamente a las demás, por medio de su embajador MANUEL JOSÉ GARCÍA, invitó al gobierno portugués a invadir esa provincia oriental.
Después de la invasión portuguesa a la provincia oriental, reemplazó al gobernador federal de Córdoba por uno adicto, y envió una serie de invasiones a las provincias federales del litoral: dos campañas contra Santa Fe, tres contra Entre Ríos y una contra la provincia Oriental. Explicó a Artigas que no podía afrontar los gastos de expulsar a los portugueses porque todos los recursos iban al Ejército de los Andes; pero se le ha objetado que si pudo lanzar tantos soldados contra las provincias opositoras, bien habría podido intentar algo contra el avance luso-brasileño. Y aun así, no consiguió doblegar la resistencia federal del litoral.
En 1819, ante los preparativos de una expedición militar española de más de 20.000 hombres, con la que el rey Fernando VII planeaba recuperar la soberanía española del Río de la Plata, PUEYRREDÓN comisionó a dos agentes, ANDRÉS ARGUIBEL y TOMÁS ANTONIO DE LEZICA para que promovieran una insurrección dentro del ejército español y realizasen todos los pagos que fuesen necesarios, que serían cubiertos por el tesoro argentino. La operación resultó un éxito y facilitó el Pronunciamiento de Riego», que impidió que saliera la flota española.
Después de promulgar la Constitución unitaria, monárquica y centralista de 1819, a mediados de ese año, ante el fuerte rechazo a la misma de los federales y de todas las provincias de la Confederación, renunció al cargo de Director Supremo y fue reemplazado por el general JOSÉ RONDEAU, quien continuó su política.
PUEYRREDÓN regresó a Buenos Aires en marzo de 1821 y dos años después su tercera esposa —Calixta Tellechea y Caviedes, hija de Francisco de Telechea, ajusticiado de 1812 con Martín de Álzaga— le daba su único hijo varón, el que será luego el pintor e ingeniero civil PRILIDIANO PUEYRREDÓN.
Durante los años siguientes desempeñó solo un papel de menor importancia en la política. El presidente RIVADAVIA lo acusó de falsear su declaración de bienes, pero poco después lo nombró miembro de la Comisión Militar encargada de la reforma del ejército. En 1829 intentó sin éxito mediar entre JUAN GALO DE LAVALLE y JUAN MANUEL DE ROSAS..
Al iniciarse el segundo gobierno de ROSAS en 1835, se exilió en Burdeos, luego se radicó en Río de Janeiro y más tarde en París. Regresó a Buenos Aires en octubre de 1849 y se instaló en San Isidro, done falleció marzo del año siguiente. Sus restos mortales descansan en el Cementerio de La Recoleta de la Ciudad de Buenos Aires.