LA IMPRENTA EN EL RÍO DE LA PLATA (1695)

La primera imprenta construída y puesta en funcionamiento en el Virreinato del Río de la Plata fue construída artesanalmente por los jesuitas de las misiones, en 1695, con la intención de intensificar y mejorar su tarea evangelizadora y no bien juzgaron la conveniencia de imprimir textos religiosos en idioma guaraní.

«Fue un caso singular del uso del sistema tipográfico, después de la invención de GUTEMBERG. Fue una creación muy original», dirá BARTOLOMÉ MITRE en escritos de 1896.

Entre 1700 y 1704 funciono en Santa María de Fe y Loreto, Misiones, Paraguay las primeras imprentas itinerantes, siendo San Ignacio Guazú, Paraguay, la capital histórica de la «provincia».

En ellas, se publicaron en castellano y en guaraní, los primeros libros de enseñanza cristiana, que se re-imprimian según la disponibilidad de buen papel, que de todas maneras los fabricaban como podían.

«Las dos primeras imprentas paraguayas itineraban también por pueblos argentinos instruyendo su técnica y uso en guarani y castellano y fue en Santa María de Fe, donde AMADO BOMPLAND hizo imprimir sus estudios de botánica agrícola, que luego envió a Bernardino Rivadavia (1).

Los jesuitas, que desarrollaban una invalorable labor social y cultural en el país, habían montado esta primera imprenta, para uso de las misiones que funcionaron en los pueblos de Loreto, San Javier y Santa María (2).

Con la colaboración de obreros indígenas construyeron las primeras prensas y tipos que sirvieron para la difusión de muchas obras religiosas y educativas en guaraní, castellano y latín.

El papel utilizado era importado, pero los jesuitas tenían proyectada la instalación de una fábrica de papel que nunca pudieron concretar. Según el historiador UGARTECHE, de ese precario taller montado en Loreto, provincia de Misiones, en 1700 surgió «Martirologio romano», quizás el primer libro impreso en tierras argentinas.

En 1722 los jesuitas editaron entre otras muchas obras, el primer diccionario español-guaraní de casi 600 páginas, pero hacia 1747 y por razones nunca aclaradas, la imprenta misionera dejó de funcionar.

En 1764 los jesuitas importaron, esta vez sí, de Italia, con destino al Colegio de Monserrat, en Córdoba, una completa imprenta, que funcionó hasta 1776, cuando los jesuitas fueron expulsados del país por orden de Carlos III, permaneciendo arrumbada en un sótano de la Universidad de Córdoba.

En 1779 el Intendente de Buenos Aires solicitó permiso al rey para introducir una imprenta en la ciudad. Pero el virrey VÉRTIZ Y SALCEDO se acordó de la antigua imprenta de los jesuitas y pidió al Rector de la Universidad de Córdoba que la enviara a Buenos Aires, con la intención de acrecentar las rentas de la casa de niños abandonados por sus padres, a quienes había dotado de un asilo llamado Casa de Niños Expósitos.

Todo el material, maquinarias y equipos de la imprenta que los jesuitas habían instalado en 1766 en el Colegio de Monserrat de aquella ciudad antes de ser expulsados de América, llegó a bordo de una carreta tucumana y fue instalada en ese Asilo, originalmente ubicado en la esquina de San Carlos y San José (hoy Alsina y Perú).

Comenzó a llamarse «Real imprenta de Niños Expósitos» y fue la primera que funcionaría en la capital de la Colonia. Los tipos y enseres estaban muy deteriorados y fue muy costosa su reparación según lo afirmó el mismo Vértiz en su «Memoria» (ver La Imprenta de los niños Expósitos).

El 6 de octubre de 1780, según dice BARTOLOMÉ MITRE, un librero portugués llamado SILVA AGUIAR que debía hacerse cargo de esta imprenta, le manifestó al virrey Vértiz estar ya ordenada la «letra que había llegado toda empastelada» y le solicitaba, en consecuencia, «declaración respecto de hallarse en estado de su actitud y de haber dado principio a tan importante tarea de imprimirse lo que ocurra».

Vale decir que, en esa fecha (6 de octubre de1780), se hizo en Buenos Aires la primera impresión, por cuanto la imprenta de niños expósitos ya estaba habilitada para imprimir.

Luego el mismo SILVA AGUIAR fue el encargado de ponerla en marcha para imprimir los catecismos y las cartillas de primera letras que se distribuían luego hacia todo el virreinato. Los trabajos que encargaba el Cabildo, las reparticiones oficiales y el comercio que comenzaba a comprender los beneficios de la publicidad para poner en marcha sus negocios.

Pero como el señor Aguiar no era un experto, fue remplazado por AGUSTÍN GARRIGÓS que puso en funcionamiento el taller de donde salieron tablas de contar, almanaques, guías, devocionarios y carteles y desde abril de 1801 hasta octubre de 1802, editó un órgano de prensa que es considerado el primer periódico porteño: el «Telégrafo Mercantil, Rural, Político, Económico e Historiográfico del Río de la Plata» , impreso con pliegos de papel confeccionados con trapos viejos y cuyo fundador y primer Director, FRANCISCO ANTONIO CABELLO, era quien en 1790 había creado en Lima, el diario «Curioso, Erudito y Comercial», primer periódico de Sudamérica.

Otras imprentas
En 1742 llegó a Buenos Aires, de paso para su diócesis de Santa Cruz de la Sierra, Bolivia, Monseñor Andrés de Vergara y Uribe y aquí falleció repentinamente. Sus bienes terrenales fueron puestos en venta y en la lista de ellos que se hizo a tal efecto, figuraba “una prensa de hierro para cartas y pliegos y un sello de metal”, evidentemente ambos, componentes de una imprenta muy doméstica, que quizás haya sido la primera imprenta que tuvo Buenos Aires, aunque de ella se desconocen otros datos y no se sabe si se imprimió algo aquí.

Pero seguramente como esa, en esa época, debió haber varias imprentas particulares en nuestra ciudad, porque, además de la mencionada Alonso de la Vega, designado en 1741 Teniente del Rey en el Río de la Plata, en 1756 aparece en los registros del Cabildo, acusado de “criminal por abuso de imprenta”, lo que indica claramente la existencia de una de las máquinas de inventadas por Gutenberg.

Y si seguimos buscando, encontramos en el Archivo General de la Nación, un formulario impreso entre 1750 y 1756 y nos enteramos que hacia el año 1780 Monseñor Sebastián Malvar tenía la suya y que en la lista de bienes de Santiago Liniers se lee:

“… una imprenta chica de mano y una lámina de bronce grabadas las armas del Rey” y que el Obispo de Buenos Aires, entre 1788 y 1798, monseñor Manuel Azamor y Ramírez también tuvo la suya, donde se presume que con ella, en 1791 se imprimieron unos formularios que han llegado hasta nuestros días.

(1). Los textos en negrita y cursiva, corresponden a un comentario enviado por Eugenia Valentina M.
(2). Recordemos que los primeros talleres tipográficos del continente americano, se instalaron en la ciudad de Méjico en 1539 y en Lima, Perú en 1581 y los dos funcionaron con maquinarias traídas desde Europa.

Fuentes: “La Historia en mis documentos”. Graciela Meroni, Ed. Huemul, Buenos Aires, 1969; “Los primeros libros y los primeros impresores argentinos”. Guillermo Furlong, Ed. Argentina Gráfica, Buenos Aires, 1943; “Catálogo del Periodismo e Imprenta Argentina”. Comisión Nacional del Sesquicentenario de la Revolución de Mayo, Ministerio de Educación y Justicia de la Nación, Buenos Aires, 1960; “Los jesuitas y la cultura rioplatense”. Guillermo Furlong, Ed. Huarpes, Buenos Aires, 1946; “La cultura en Buenos Aires”. Luis Trenti Rocamora, Ed. Universidad de Buenos Aires, Buenos Aires, 1948; “Buenos Aires, cuatro siglos”. Ricardo Luis Molinari, Ed. Tipográfica Editora Argentina, Buenos Aires, 1980; Historia Argentina, Ediciones Océano, Barcelona, España, 1982; Historia Argentina, Francisco Arriola, Ed. Stella, Buenos Aires, 1954; Historia argentina, José Luis Busaniche, Ed. Solar, Buenos Aires, 1969; Historia Argentina. A. Haber, Ed. Cesarini Hnos, Buenos Aires, 1952; Historia Argentina. Diego Abad de Santillán, Ed. Tipográfica Argentina, Buenos Aires, 1965; “El libro, la imprenta y el periodismo durante la dominación española”. José Torre Revello, Ed. Instituto de Investigaciones históricas, Buenos Aires, 1940.

7 Comentarios

  1. Angel Xavier Cordoba

    Emocionante relato soy gráfico con 45 años en el oficio cuando mencionan que los tipos de tipografía llegaron enpastelados significa que estaban todas las letras mezcladas y tuvieron la inmensa tarea de clasificar letra por letra y verificar que no se hallan dañado . Soy orgulloso de ser gráfico y de trabajar en una imprenta toda una vida es un oficio bendito por dos razones todo lo que se imprime perdura en el tiempo y los impresos publicitarios de propaganda van a la basura y se vuelven a imprimir por eso es bendito

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    1. Horacio (Publicaciones Autor)

      Señor Córdoba: Gracias por su comentario. En mis años mozos, ejerciendo el periodismo en Mar del Plata, tuve la gratísima experiencia de editar un periódico que imprimía en una «plana», los textos los escribía en una «Linotype» del 1890, los títulos los hacía en una «Ludlowd» y como no teníamos dobladora, los ejemplares que iban saliendo los armábamos y doblábamos a mano. El olor a tinta fresca y las manos negras por haberlas pasado a lo largo del doblez, son recuerdos imborrables que Usted ha traído a mi mente con su comentario. Tiene todo el derecho de sentirse orgulloso de su profesión. La letra escrita tiene valores tales como la perdurabilidad, la practicidad y la accesibilidad, que hasta ahora, no han podido ser igualados por las tecnologías modernas. Un abrazo colega.

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    2. John. Fernandes

      Me encanto. Era reportero gráfico en bue Ahora. vivo en Iguazu. Misiones

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  2. vanesa

    Que lindo artículo! Se sabrá el nombre de la imprenta de los jesuitas? o alguna referencia de ella? Saludos!

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  4. Eugenia Valentina M.

    Buenas,

    Entre 1700 y 1704 funciono en Santa Maria de Fe y Loreto, Misiones, Paraguay la primera imprenta itinerante, siendo San Ignacio Guazu, Paraguay, la capital historica de la «provincia».

    Pura maldad no mencionar datos esenciales donde se publicaron los primeros libros de ensenanza cristiana en castellano y guarani y re-imprimian segun la disponibilidad de buen papel, que de todas maneras los fabricaban como podian lejos de los manuales de Gutemberg.

    Las dos primeras imprentas paraguayas itineraban por pueblos argentinos instruyendo su tecnica y uso en guarani y castellano.

    Desde Santa Maria de Fe, Paraguay, Bompland dejo estudios escritos de botanica agricola para Rivadavia.

    Historicamente todo documentado y lo sabian los Mitre mal que les pese a sus negocios de publicacion de diarios en Baires siglos mas tarde.-

    Saludos.-

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  5. Anónimo

    mmmm

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