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LOS POETAS ARGENTINOS Y LA LIBERTAD
Los poetas que cantaron la libertad nacional, desde hace más de doscientos años, viven en el corazón del pueblo argentino. Sus versos y sus cantos están grabados en la memoria de sus conciudadanos. LAVARDÉN, LAFINUR, RIVERA INDARTE, BALCARCE, ECHEVERRÍA, MÁRMOL, todos ellos, durante las épocas agitadas, los tiempos tumultuosos y terribles, durante los cuales se luchaba por el gran sueño de la libertad, por el gran ideal de la nacionalidad, tuvieron palabras inolvidables para cantarlos.
Sus versos de fuego hacían palpitar el corazón de los hombres, los impulsaban a realizar acciones de heroísmo, les mostraban el camino luminoso del porvenir. Esta es la gloria de los poetas. Algunos también combatían, confundidos en las filas del pueblo. Otros, en los periódicos, las asambleas, los salones, los libros, sembraban la semilla de la verdad en el espíritu de sus compatriotas.
Sus poemas y sus canciones corrían de boca en boca por las calles y los campos; los aprendían de memoria las mujeres y los niños; aparecían, estampados en toscas páginas, en las mochilas de los soldados y en los bancos de las escuelas. Así también los poetas nuestros, cuyos nombres vivirán siempre, hacían patria: en sus versos palpitaba el corazón de la libertad.
Los poetas de la emancipación
Son aquéllos que cantaron las gestas de la emancipación, de la Patria, la libertad y la Revolución y como lazo de unión entre éstos y los ya nombrados, tenemos a VICENTE LÓPEZ Y PLANES, ESTEBAN DE LUCA y JUAN CRUZ VARELA.
Tres nombres que se escalonaron en mérito literario, siendo VARELA más erudito que DE LUCA y éste, más inspirado que LÓPEZ, aunque los tres descuellan igualmente en su generación, por el sentido cívico de sus vidas y la dignidad clásica de sus obras, noblemente buscada.
VICENTE LÓPEZ Y PLANES (imagen), ya era poeta famoso desde antes de 1810, por su obra “Triunfo Argentino”, dedicado a los vencedores de los ingleses en 1807; más adelante ESTEBAN DE LUCA que canta primero a la revolución en su sentido épico y liberal y por fin JUAN CRUZ VARELA, que clausura el ciclo después de 1820.
ESTEBAN DE LUCA: Hijo de españoles, nació en Buenos Aires en 1786. Fue reclutado en las filas patrióticas y fundó el que fue primer arsenal argentino. Allí se forjaron las armas destinadas al ejército libertador comandado por el general JOSÉ DE SAN MARTÍN y DE LUCA dirigió personalmente la fabricación de sables y cañones (en un poema posterior, hará referencia a esto).
Permaneció casi siempre en su Patria, hasta que marchó a Río de Janeiro en misión diplomática. A su regreso el buque encalló y queriendo salvarse, se arrojó al agua y se ahogó; El trágico episodio repercutió dolorosamente en Buenos Aires y el poeta OLEGARIO ANDRADE, describe su trágica muerte en sus versos “El arpa perdida”, un poema que pinta la marcha de la nave sobre las ondas, la silueta del bardo sobre la nave, la lucha del bajel entre la tempestad que sobreviene y la del viajero entre las aguas revueltas, a cuyo seno se arrojara con la esperanza de salvarse.
Los versos de ANDRADE han contribuido a la glorificación de DE LUCA. Su nombre es ya popular entre los rapsodas de Mayo, como obrero y campeón de su gesta. La independencia tuvo en él su artesano y su artista. No hay una victoria de las armas (que él mismo forjó con sus manos), que no haya contado con su lira.
Los himnos de la revolución empiezan por uno que DE LUCA versificara. El 15 de noviembre de 1810, “La Gaceta”, publicó su “Marcha Patriótica”, en la cual saluda el “advenimiento de la dulce patria” diciendo: “Sudamericanos mirad ya lucir de la dulce patria la aurora feliz”. Y destacando en el resto de la letra, sencilla y breve, como cuadra a los himnos populares, tres sentimientos, que luego persistirán en la inspiración de sus cantos posteriores:
El de la solidaridad americana, pues para DE LUCA, América es su Patria, como para los otros campeones de la revolución; el de libertad, cuando aún se invocaba a Fernando VII y finalmente, la valoración de la mujer (“Bellas argentinas de gracia gentil os tejen coronas de rosa y jazmín”).
Esta composición fue el himno patriótico de aquellos días. Aún después de sancionado el himno de VICENTE LÓPEZ Y PLANES por la Asamblea de 1813, el de DE LUCA siguió cantándose en algunas fiestas populares. Nos dice RICARDO ROJAS que es una excelente pieza para el repertorio escolar, para la educación del sentimiento cívico, del sentido histórico y de la emoción estética.
Después de la “Marcha Patriótica”, DE LUCA publicó varias Odas: Una, al “Gobierno revolucionario de 1812”, otra a “Montevideo rendido” (1814); “A la victoria de Chacabuco” (1816); “Al triunfo de Cochrane sobre el Callao” (1820). “Al pueblo de Buenos Aires” (1822).
También puede incluirse en la serie de las Odas el “Canto a la Victoria de Maipú” (1818), dedicado a San Martín y un canto lírico “A la libertad de Lima” (1821), escrito por encargo del gobierno de Buenos Aires, que en ese entonces ejercía el general MARTÍN RODRÍGUEZ, quien, a instancias de su ministro BERNARDINO RIVADAVIA, al conocer el triunfo del ejército libertador en Lima, pasó a DE LUCA una nota solicitándole cante la destrucción del coloso español en América y la libertad del Perú.
Así nació aquel canto lírico de DE LUCA a la libertad del Perú, que constituye, con el otro, sobre la victoria de Maipo y el del porvenir de Buenos Aires, los tres más altos momentos de su inspiración.
JUAN CRUZ VARELA (imagen). Nació en 1794, hijo de españoles. Estudió en el Colegio de San Carlos y en la universidad de Córdoba. En él hay el preanuncio del romanticismo argentino. En 1817, volvió de Córdoba con sus estudios de Teología y Cánones concluidos, pero sin ordenación clerical y con la esperanza paterna traicionada del todo, pues volvía “poeta” y enamorado.
En sus petacas de viajero traía los manuscritos de su “Elvira”, especie de relato autobiográfico, velada historia de un amorío cordobés, confidencia en verso, que estiliza el romance del estudiante y de la doncella provinciana.
La ligereza juvenil que pasaba en su afición erótica, de la “Elvira” de 1816 a su “Laura” de 1817, y de ésta a una “Delia” en 1818, le hace permanecer indiferente en Córdoba, a la grandiosa epopeya que en Buenos Aires ya cantaban DE LUCA, LÓPEZ Y PLANES, y otros de la lira argentina.
Su regreso definitivo a la ciudad natal, marca en JUAN CRUZ VARELA ese momento de transformación que sufre su y entonces él, incorporándose a la escuela bonaerense de nuestros poetas guerreros, deja cada vez más atrás los cantos amatorios, para ascender con la musa de la libertad americana.
A partir de 1818, otros cambios señalaron la producción de VARELA de tal suerte, que se pueden marcar en su vida varias etapas literarias a saber:
Primero, su período erótico o juvenil, que comienza en 1810, con su residencia en Córdoba y su “Elvira”;
Segundo, cuando comienza en 1818, con su producción épica o de asuntos guerreros, cuando publica su canto “Victoria a Maipo”; Tercero, cuando en 1822, comienza con sus cantos como poeta civil, celebrando los progresos de Buenos Aires y los temas de la reforma rivadaviana y
Cuarto, que corresponde a las jornadas de ostracismo, que se abre en 1829, cuando por la caída de su partido, se radicó en Montevideo y produjo sus traducciones de Virgilio, de Horacio, más una que otra inventiva contra la tiranía de ROSAS.
Fuentes: “Historia de la Literatura Argentina”. Ricardo Rojas, Ed Kraft, Buenos Aires, 1957; “Antología de poetas argentinos”. Juan de la Cruz Puig, Ed. Martín Biedma e Hijo, Buenos Aires, 1910; “Literatura española, argentina e hispanoamericana”. Ed. Santillana, Buenos Aires, 1995; “Breve historia de la Literatura Argentina”. Martín Prieto, Ed. Taurus, Buenos Aires, 2006; “Historia de la Literatura Argentina”. Ed. Centro Editor de América Latina, Buenos Aires, 1980.