LOS PASAJES EN BUENOS AIRES

Construidos entre 1880 y las primeras décadas del siglo XX, en Buenos Aires, los pasajes nacieron como respuesta a un problema que comenzaba a constituirse en una grave dificultad para el desarrollo de la ciudad.

Al gran incremento de la inmigración, un fenómeno que saturó las posibilidades habitacionales urbanas, se sumó la epidemia de fiebre amarilla, que azotó a la ciudad en 1871. Debido al temor del contagio, las clases altas de nuestra sociedad abandonaron en el sur de la ciudad y se mudaron a barrios de la zona norte, iniciándose así un proceso de densificación urbana que preocupó a las autoridades.

En 1880 surgió entonces, como una posible solución, la creación de calles interiores en el trazado de la ciudad, para aumentar la cantidad de viviendas que podía construirse en cada manzana de la ciudad. Nacieron así los Pasajes, que de acuerdo a su diseño, pueden ser “callejón sin salida”, en forma de U o de L; peatonales, vehiculares o mixtos; cubiertos o a cielo abierto, públicos o de acceso restringido.

Conocidos no solo como pasajes, sino también llamados “cortadas, “callejones”, callecitas,  son la evidencia de la ruptura del trazado proporcional y simétrico de las calles que se propugnaba desde España para la fundación de ciudades en América. El estricto diseño tipo “damero” que fue la característica de estos trazados desde que JUAN DE GARAY refundara Buenos Aires en 1580, desapareció en algunos de nuestros Barrios, dándoles una nueva impronta y dotándolos de un especial encanto.

Tesoros de la arquitectura urbana que aún hoy se mantienen, muchos de ellos con todo su esplendor de antaño y todos con algo que los hace “especiales anfitriones” para el turista (ver Pasaje La Piedad):

Y fue en la avenida de Mayo, debido a su importancia como eje central del trazado urbanístico de la ciudad, donde además de destinarlos a más viviendas, fueron creados para instalar oficinas en sus planta altas. Tal el caso de los Pasajes Roverano, Urquiza Anchorena y Barolo.

El Roverano que data de 1878 está ubicado frente al edificio de La Prensa y sus locales aún conservan su carpintería de bronce en forma de media caña estriada, enriquecida con hojas de laurel. En 1915 la Municipalidad de Buenos Aires autorizó la conexión de sus subsuelos con la Estación de de Subterráneos de la Compañía Tranway-americano. La remodelación terminó en 1918, destinándose la planta baja para uso comercial y la planta alta para oficinas.

El Pasaje Urquiza Anchorena se encuentra entre avenida de Mayo 747 y Rivadavia 742. Fue construido en 1921 por el doctor DIÓGENES DE URQUIZA ANCHORENA para oficinas en alquiler y se lo conoció como «Pasaje La Mundial, por haber sido sede de esa Compañía de Seguros.

El Palacio Barolo, obra del arquitecto MARIO PALANTI, fue encargado por el empresario textil, también italiano LUIS BAROLO, quien con este original rascacielos, logró ser el dueño del, en ese momento, el edificio más alto de Sudamérica (ver Palacio Barolo).

Son en total más de 100 los Pasajes que existen en Buenos Aires. Algunos tiene nombre e historia, otros son sólo heridas abiertas en la ciudad que ni nombre tienen. Pero todos ellos nacieron por una necesidad urbanística que fue ampliamente satisfecha, felizmente con ingenio, buen gusto y creatividad.

Recordemos aquí algunos de ellos para revivir épocas pasadas, cuando había tiempo y disposición para ocuparse en hacer más bella nuestra ciudad:

Pasaje de la Piedad. Foto de Estrella Herrera-gv/GCBA.

Uno de los más antiguos, y el único con forma de U es el Pasaje de La piedad (imagen arriba). Al ingresar por Bartolomé Mitre 1531, se observa en sus fachadas una marcada influencia italiana y las fachadas del conjunto que dan a Bartolomé Mitre, Montevideo y Paraná demuestran cómo empiezan a incorporase en nuestra arquitectura elementos de influencia Francesa. Resultando así este singular pasaje, un ejemplo de eclecticismo característico de la arquitectura del 1880 en Buenos Aires.

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El Pasaje Sarmiento, (imagen arriba). Situado en Rivadavia 2645/73. Luce como la gran Andalucía: arcos de medio punto, mayólicas con imágenes de toreros y bailes sevillanos, canteros tupidos de plantas y agua; agua que cae por la boca de un león azul y ase vierte en una fuente de interminable capacidad.

A sólo unas cuadras, en Rivadavia 2451, el Pasaje Colombo es un ejemplo de una calle interior en forma de L. Un imponente portón de hierro vigila el ingreso al pasaje, donde una amplia vereda de circulación conduce a los visitantes por las distintas viviendas, muchas de las cuales todavía tienen en su puerta un curioso llamador de bronce en forma de mano. Tanto el pasaje Sarmiento como el Colombo fueron incluidos dentro de las Áreas de Protección Histórica (APH) para resguardar su futuro.

Uno de los más antiguos, y el único con forma de U es el Pasaje de La piedad. Al ingresar por Bartolomé Mitre 1531, se observa en sus fachadas una marcada influencia italiana y las fachadas del conjunto que dan a Bartolomé Mitre, Montevideo y Paraná demuestran cómo empiezan a incorporase en nuestra arquitectura elementos de influencia Francesa. Resultando así este singular pasaje, un ejemplo de eclecticismo característico de la arquitectura del 1880 en Buenos Aires.

Como si fuera un espejo, en el Pasaje Dr. Rodolfo Rivarola, todos los edificios de una acera son exactamente iguales a los de la de enfrente. Une las calles Juan Domingo Perón y Bartolomé Mitre, en paralelo con Talcahuano y Uruguay.

El Pasaje Santos Discépolo, está formado sobre la curva por la que pasaba el primer ferrocarril de Buenos Aires cuando la estación estaba donde hoy se sitúa el Teatro Colón. Gracias a las obras de recuperación que realizó el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires en el año 2013, el pasaje luce totalmente renovado.

Sus nombres, ubicación, extensión y detalles arquitectónicos están excelentemente detallados en numerosas páginas Web, de las que recomendamos ver Anexo Calles y Pasajes de la Ciudad de Buenos Aires y Pasajes de Buenos Aires.

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