LOS JAPONESES EN LA ARGENTINA (1908)

Después de Brasil y Perú, la República Argentina es el país de Latinoamérica, con más inmigrantes japoneses residiendo y trabajando en su territorio.

Durante décadas (entre 1900 y 1970), la población de origen japonés fue casi la única población procedente del Extremo Oriente, establecida en Argentina.

El ingreso de japoneses al territorio argentino comenzó en 1908 con el arribo de inmigrantes, que provenientes de Okinawa y Kagoshima y luego de Hokkaido, Kumamoto, Hiroshima, Akita, etc. y es durante el período comprendido entre 1920 y 1960, cuando se registra la mayor afluencia de inmigrantes. Llegaban principalmente a través de Brasil o de otros países limítrofes, habiendo hecho una escala previa, como parece ser les fue común a todos ellos.

En los años anteriores a la primera guerra mundial, los inmigrantes japoneses se afincaban en Buenos Aires y se concentraban en las pequeñas empresas urbanas, en especial las de lavado de ropa, tintorerías y cafés, mientras que algunos trabajaban en el servicio doméstico, en fábricas o como estibadores, o radicándose en zonas rurales, pequeños grupos se establecían con granjas y criaderos de aves.

Desde la Segunda Guerra Mundial, Japón y los japoneses han protago­nizado un papel de creciente importancia en la economía y sociedad argentina: En enero de 1944, a fin de integrar su política dentro de los lineamientos adoptados por los países americanos. Argentina cortó las relaciones diplomáticas con Japón y el 27 de marzo de 1945, aunque tarde,  le declaró la guerra, sin que eso alterara la relación de la sociedad argentina con los residentes japoneses.

En el período de posguerra,  como resultado de convenios de inmigración planificada concertados con Japón en 1950, proyectos como el de las colonias japonesas en las provincias de Misiones y Mendoza y la Colonia Urquiza en la ciudad de La Plata, se pusieron en marcha y llegado el año 1952, el gobierno de JUAN DOMINGO PERÓN, suscribió un importante nuevo acuerdo con Japón y la afluencia de inmigrantes japoneses se potenció.

En 1959 Japón dio comienzo al proyecto de colonización en Misiones que proponía el aprovechamiento de las técnicas aprendidas durante el siglo de colonización europea en Argentina, lo que señaló un punto de partida por las modernas innovaciones y especializaciones sociales y económicas que produjo. El proyecto fue respaldado por la agencia de colonización del gobierno japonés, Kaigai Ijyu Jigyodan (KIJ), y cuidadosamente planeado antes de ser emprendido.

Un grupo de cien familias japonesas llegó a la Colonia Luján en en el municipio de Garuhapé en la provincia de Misiones a fin de establecer una colonia agrícola en las 3.000 hectáreas que habían sido adquiridas a una empresa privada, ubicadas donde hoy se encuentra en.

El “KIJ” eligió para esta experiencia de colonización a la provincia de Misiones, debido a su distante ubicación de grandes centros urbanos y a la existencia cercana de otras poblaciones de diversos orígenes étnicos, incluso algunos residentes japoneses, que habrían de reducir los problemas que podrían provocar las diferencias culturales.

El lugar estaba bien ubicado, bordeando el Alto Paraná, en un punto intermedio entre Posadas y Puerto Iguazú y con la ruta 12 a sus espaldas, lo que le aseguraba una salida directa hacia Buenos Aires. El campo era lo suficientemente grande como para satisfacer, tanto la subsistencia de las familias residentes, como la explotación agrícola-ganadera en mediana escala.

Las familias japonesas, que participaron en el proyecto, en gran medida agricultores, habían sido cuidadosamente seleccionadas entre las residentes en distintas y distantes regiones del Japón, en parte para experimentar con sus diversas y particulares técnicas agropecuarias y en parte, considerando que por vivir alejadas unas de otras, no habían establecido sólidos vínculos entre sí, sería más fácil que los crearan en su nuevo ámbito de permanencia y se integraran rápidamente a la vida de los argentinos.

Desde un principio los recién llegados intentaron vestirse, hablar, comer, llamar a sus niños, así como también adoptar otro tipo de actitudes, imitando a los argentinos, abandonando concientemente las costumbres japonesas; invitaron a los pioneros experimentados de la región, especialmente a aquellos que hablaban español, a que se unieran a ellos y enviaran a sus hijos a las escuelas públicas establecidas en ese lugar por el gobierno argentino.

Dado que el precio de la yerba mate, el cultivo tradicional de exportación de Misiones, estaba sufriendo una seria baja, los japoneses se dedicaron a diversificar los cultivos experimentando tanto los productos argentinos como los japoneses; rápidamente iniciaron la producción de maíz, mandioca y verduras para la subsistencia y de tung, té, tabaco (con el cual alcanzaron un gran éxito), arroz, soja, naranjas y otras frutas para la venta; también utilizaron técnicas diversificadas, cultivando arrozales y huertas al estilo familiar japonés.

Tajeron a obreros paraguayos para que trabajaran en los huertos y en las cosechas de tung con el cual  estaban más familiarizados, utilizando, dentro de lo posible, modernas maquinarias y se dedicaron  a talar árboles así como a la reforestación.

Crearon una Cooperativa que administraba la financiación de las más importantes construcciones y me­joras que les eran necesarias y ejerciendo la dirección del trabajo y de las operaciones de comercialización; se estableció una estación experimental para los nuevos desarrollos agrícolas y ganaderos.

La Colonia prosperó y rápidamente comenzó a embarcar frutas y verduras a los vecinos puertos de Puerto Rico y Montecarlo sobre el Paraná y hacia 1965 ya  se enviaban anualmente a Buenos Aires 300 toneladas de tabaco, 2.000 de naranjas, así como también crecientes cargamentos de arroz y garbanzos.

En la década de 1970, “Garuhapé” comenzó a sufrir los problemas típicos del desarrollo; necesitaba más tierra, sus ambiciosos jóvenes deseaban mejores escuelas para prepararse para su ingreso en la Universidad y para colmo de males, surgieron graves inconvenientes vinculados con el contrabando ribereño, una tradicional mala práctica común en esos territorios.

A pesar de todo, la templanza y el ancestral espíritu de sacrificio y firmeza moral de los japoneses,  les permitió sobrellevar estos inconvenientes y afianzar eléxito de este proyecto que nació en 1859 y aún perdura como un proyecto de colonización exitoso. .

Hoy pueden hallarse japoneses en todas las regiones de la República Argentina, afincados en mayor número en Buenos Aires, Misiones, Córdoba, Santa Fe, Mendoza y Corrientes. Cultivando té y arroz, especialmente en el Chaco y Corrientes y los cítricos en la región cuyana. Dedicados a la horticultura, la floricultura o la pesca, o como protagonistas en el mundo de la industria y el comercio a lo largo de todo el territorio argentino.

El Censo Nacional realizado en 2010, estableció la existencia de 4.036 personas nacidas en Japón como residentes permanentes en diversas regiones de la Argentina, los que sumados a los argentinos con ascendencia japonesa da un total de casi 50.000 personas de origen japonés, que viven, trabajan y han ligado su futuro con el del país que los acogió.

Además de sus asentamientos en la provincias de Misiones y Mendoza, en la ciudad de La Plata, la ciudad de Escobar, el Partido de José C. Paz y en Pilar (estas tres últimas en la provincia de Buenos Aires), un importante grupo de japoneses se radicó en el barrio porteño de Almagro y en 1970 llegaron a Zelaya, un poblado rural donde desarrollan una importante actividad dedicada a la floricultura, cuya máxima expresión es la “Fiesta Nacional de la Flor”, evento que junto a sus compatriotas radicados en Escobar, organizan todos los años, mostrando sus logros en esta actividad que los ha erigido en líderes mundiales de la misma.

Actualmente la comunidad japonesa se halla representada en un gran número de asociaciones tanto en el Área Metropolitana de Buenos Aires, como en el interior del país.

Recientemente además de las asociaciones han surgido gran variedad de institutos que difunden diferentes manifestaciones de la cultura japonesa y su idioma, principalmente debido al interés creciente de argentinos no descendientes de japoneses que se ven atraídos hacia a ella.

Existen a su vez distintas publicaciones que informan sobre cuestiones de la comunidad, la cultura y actualidad japonesas y la Argentina y su relación entre ellas. Ejemplo de esto es el periódico “La Plata Hochi”, una publicación bilingüe editada en castellano y japonés desde 1947.

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