LOS BARRIOS DE BUENOS AIRES, SON UN ESPACIO DE INTEGRACIÓN

Los barrios de la ciudad de Buenos Aires, desde su nacimiento como tales, fueron delineando una ciudad de diversas características, pero dotados todos ellos, de una mística que los hace únicos y diferentes (ver Primeros Barrios de Buenos Aires).

Convengamos que todas las ciudades del mundo reflejan las sociedades que las habitan. Hay algunas que excluyen y fragmentan, hay otras que incluyen e integran a sus ciudadanos.

JAMES SCOBIE, en su clásico libro «Buenos Aires, del centro a los barrios», nos cuenta una historia de la urbanización de Buenos Aires, cuyo resultado fue la aparición de los barrios porteños en la primera mitad del siglo pasado. Un espacio de sociabilidad al que iban ingresando inmigrantes de los más variados orígenes.

Diferentes sectores sociales que formaron la arquetípica clase media argentina, un verdadero laboratorio de lo social. El barrio de ayer no es equiparable al country de hoy.

En el barrio, personas de distinta procedencia, tenían una sociabilidad. Se compartía la calle, la plaza, la esquina y sobre todo esa poderosa institución integradora, que fue la escuela pública.

Para las fiestas de Navidad, Año Nuevo, Carnavales, aniversarios patrios y hasta cumpleaños de un vecino, todo el Barrio se volcaba a las calles para festejar. Todos juntos, llevando cada cual su aporte de comida o bebida para vivir con alegría esa jornada.

«Era un micromundo he­terogéneo pero unido y cuando el mundo cambió,  Cuando los miembros  miembros de una misma familia empezaron a saltar de un sector social a otro. En cada casa se reflejaba esa diferencia de ingresos, de consumos, de estilos de vida. Pero se abría la puerta y el barrio era algo común en el que había un encuentro posible. Pero el barrio fue algo más que sus casas, sus calles, sus plazas»

«El Barrio fue obra de sus asociaciones. De los vecinos que fundaron las Bibliotecas populares para difundir cultura, las mutuales para proveerse de seguros de salud, los clubes sociales y deportivos para la recrea­ción, las sociedades de fomento para gestionar los servicios públicos».

«Esas asociaciones nacieron y crecieron en base al trabajo voluntario de personas que dedicaron tiempo y esfuerzo para construir un barrio, una ciudad, del que tanto se habla ahora. Desde el Museo Manoblanca, en Nueva Pompeya, se está intentando rescatar esa historia de la vida asociativa en un Barrio porteño».

«¿Cuáles eran sus organizaciones más importantes? ¿Quiénes participaban? ¿Cómo se sustentaban? ¿Fueron ellas, como lo fue la escuela pública, también un motor de integración social? Volver al pasado puede ser una lección para el futuro».

«A contraluz de la historia, tal vez valoremos más a quienes en el presente siguen trabajando voluntariamente en sus antiguas asociaciones o creando otras que dan respuesta a las nuevas necesidades de la sociedad actual. Porque desde ese olvidado «sur, paredón y después», Nueva Pompeya tiene mucho que enseñarnos. Porque Pompeya sigue siendo un Barrio en el sentido amplio, y no un barrio cualquiera, un Barrio que conserva ese fervor de Buenos Aires» (ver Los barrios de Buenos Aires).

Extractado de un artículo publicado por la doctora Inés Gonzáles Bombal.

Dejar un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *