La topada
Para los aborígenes que poblaron el territorio argentino y más tarde para nuestros gauchos, el término “topar”, no define exactamente las carreras que emprenden los carneros, los machos cabríos, los ciervos, los vacunos y otros animales que se topan o dan topetazos usando el testuz en un combate con algún congénere. En nuestro campo, “la topada” era un divertimento en el que intervenían dos grupos de individuos a caballo, que separados por una prudente distancia, emprendían una furiosa carrera hacia el oponente, para detenerse abruptamente, frente mismo a las narices del otro, siendo la mejor “topada”, la que había terminado con una mínima separación entre ambos grupos, pues así se demostraba la serenidad y la baquía del jinete y la excelencia del adiestramiento del caballo. “Topada” se llamaba también al encuentro que reunía a las “comadres” y “compadres” en los carnavales, donde un duelo de coplas mal intencionadas y llenas de picardía y humor, no sólo daban animación a la reunión, sino que establecía el derecho a ejercer la jefatura del grupo. Para el gaucho, “una topada” también era la reunión de dos o más personas entendidas en algún asunto, que competían para dirimir la superioridad o el mayor conocimiento entre ellas. Cantores, guapos, domadores, bailarines, tomadores de ginebra que se encuentran para decidir quién es el mejor, hacen que se diga “se juntaron Topate con Toparías”.