LA NEUTRALIDAD ARGENTINA (1917)

La estricta neutralidad en el conflicto europeo fijada por VICTORINO DE LA PLAZA (imagen de la izquierda) al iniciarse las hostilidades fue mantenida con ahínco por el presidente HIPÓLITO YRIGOYEN (imagen de la derecha), quien debió vencer fuertes presiones de los “conservadores” y los “socialistas” que exigían la inmediata ruptura de relaciones diplomáticas con Alemania e incluso, que declarara la guerra a Hitler.

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Las mayores tensiones se produjeron a partir de febrero de 1917, a raíz de la terminante declaración alemana que decía “por razones apremiantes, se impedirá y sin dilaciones con todas las armas disponibles, todo tráfico marítimo en las zonas de bloqueo que circundan la Gran Bretaña, Francia e Italia”.

La advertencia no era vana y se continuó con una terrible campaña de los submarinos alemanes que lograron hundir numerosos buques de los países beligerantes y aún de neutrales. Simultáneamente con esto, llega una nota desde los Estados Unidos, dando cuenta de su entrada en la guerra, actitud que sumieron también Brasil, Perú y Uruguay.

En Buenos Aires se suceden las demostraciones de apoyo a los aliados y ante la decisión presidencial de no quebrar la neutralidad, renuncia el embajador argentino en Washington, RÓMULO S. NAÓN (imagen). Ampliamente apoyadas por la prensa surgen gran cantidad de entidades que exigen que la Argentina entre en guerra y sólo desde los diarios (de tendencia radical) La Época, La Unión y la hoja sindicalista La Patria, apoyan la decisión del Presidente.

Llega el 4 de abril de 1917 y un acontecimiento inesperado exaspera el espíritu belicista de los aliadófilos”: el buque argentino “Monte Protegido” es hundido por un submarino alemán, después de haber puesto a salvo a sus tripulantes. Enseguida, de gobierno de Yrigoyen, por conducto del embajador argentino en Berlín, doctor LUIS MOLINA, protestó enérgicamente ante la Cancillería alemana y exigió las debidas reparaciones materiales, las satisfacciones diplomáticas de rigor y el desagravio al pabellón argentino. A todo se allana el canciller alemán ZIMMERMANN, pero casi en seguida, en junio, también son hundidos el velero “Oriana” y el vapor “Toro”, ambos con matrícula argentina.

 Nuevamente la protesta llega a la Cancillería alemana, aunque esta vez, el gobierno del Kaiser aduce en su descargo, la existencia de una “Convención de Londres”, según la cual los barcos argentinos podrían estar conduciendo contrabando de guerra. El ministro PUEYRREDÓN responde el 4 de agosto de 1917 diciendo:

«V.E. circunscribe la cuestión a los términos de la Convención de Londres según su interpretación y no tiene en cuenta las modificaciones posteriores introducidas por los mismos beligerantes. No es en ese plano en que el gobierno argentino ha colocado su reclamación ni el que acepta para sostener sus derechos de nación neutral y soberana”.

Nuevamente la Cancillería alemana se allana y por fin acepta sin retaceos la posición argentina, comprometiéndose a cesar los ataques contra navíos amparados por la bandera argentina, que por otra parte, será desagraviada al terminar la guerra.

En esas dos circunstancias relatadas, el gobierno de HIPÓLITO YRIGOYEN superó el incidente sin demasiadas dificultades, pero a partir del 7 de setiembre de 1917, la situación se torna gravísima. El embajador alemán en Buenos Aires KARL VON LUXBURG, remite un telegrama a su gobierno donde informa sobre derroteros de varios buques argentinos, recomendando su hundimiento, al tiempo que se refiere despectivamente al ministro PUEYREDÓN, calificándolo de “asno”.

El telegrama fue interceptado por los Estados Unidos, cuya embajada remite a los diarios porteños copia de éste, mientras daba cuenta oficialmente de lo sucedido al gobierno argentino.

El revuelo producido en el país por este acontecimiento adquiere dimensiones inusitadas y la campaña por la ruptura de relaciones diplomáticas con Alemania llega a su apogeo. Comprobada debidamente la veracidad de la información, el gobierno de YRIGOYEN, dispone la inmediata expulsión del conde Luxburg y remite a la Cancillería alemana una nota fulminante señalando que “las satisfacciones deben ser tan amplias que no quede duda alguna de que en ningún momento ese gobierno se ha complicado con la insólita conducta de su representante diplomático”.

Entre tanto, las acusaciones del periodismo y de muchos legisladores respecto de la debilidad del Ejecutivo ante la agraviante actitud del gobierno alemán, promueven una sesión especial en la Cámara de Diputados ue se realiza los días 14 y 15 de noviembre.

El diputado radical HORACIO OYHANARTE defiende calurosamente la posición del gobierno y señala que la neutralidad, hasta que asume el gobierno radical, se ha caracterizado por “una sumisión que tocaba los límites de la humillación” y que “halla incoherente que los mismos «neutralistas» que han aceptado las escusas británicas por el hundimiento del “Presidente Mitre”, sin exigir reparaciones materiales ni desagravios formales, se tornen belicistas cuando esas exigencias se imponen y se cumplen”.

Finalmente llegaron las excusas formales y el reconocimiento pleno de la inconducta de LUXBURG por parte de la Cancillería alemana, que se comprometió a aplicar severas sanciones y a realizar el desagravio que correspondía.

Así se dio por terminado el episodio y la posición de neutralidad férreamente sostenida por el gobierno conservador de VICTORINO DE LA PLAZA y el radical de HIPÓLITO YRIGOYEN (ver Presidencias de Hipólito Yrigoyen) mantuvo a la República Argentina al margen de este acontecimiento, quizás no por convicciones filosóficas, sino por oscuros designios utilitarios.

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