LA EXPEDICIÓN DE GABOTO (03/04/1526)

El 3 de abril de 1526 el navegante veneciano SEBASTIÁN GABOTO parte en un viaje con la misión de llegar a las islas Molucas y, por el camino, rescatar náufragos de viajes anteriores

Ahora al servicio de la corte de España, GABOTO parte desde San Lucas de Barrameda, con 4 naves y 200 hombres. Iba hacia ese misterioso Nuevo Mundo legendario, apenas conocido en Europa, del que no se tenían aún demasiadas noticias y las que se tenían, hablaban de incomensurables tesoros.

Porque desde que regresaran los primeros hombres que habían viajado con COLÓN en 1492, con sus fantasiosos relatos, el oro, la plata y los inmensos tesoros que se podían hallar en esa tierra recién descubierta, había sido el tema que siempre sobrevoló sobre las cabezas de los monarcas, los marinos, los exploradores y los aventureros.

Eran muy pocos los que se preocupaban en presentar el descubrimiento de América, a través de su aspecto singularmente más interesante: el de la repercusión que tuvo la noticia del descubrimiento y de los viajes que le siguieron, en las ideas, en la conciencia, el conocimiento y en la curiosidad de los habitantes del viejo mundo.

Cuatro años antes el marino veneciano había firmado un compromiso con los reyes de España para realizar una expedición comercial a las Molucas. Pero ya en camino fue evidente que tenía otros propósitos.

El 15 de julio de 1526, llegó a las costas americanas, en Pernambuco (Brasil). Había perdido en una tormenta su nave capitana y recaló en la Isla “Santa Catalina” y fue allí, donde GABOTO recibió las primeras noticias sobre la existencia de un país gobernado por un rey blanco. Se trataba de la fabulosa «Sierra de la Plata», que poseía riquezas extraordinarias y que por eso, le decían, los portugueses habían llamado Río de la Plata al río descubierto por Solís.

Desde ese momento, la obsesión por hallar aquel país fabuloso dominó su vida. Tentado por lo que suponía era algo digno de investigar unilateralmente. GABOTO traicionó las capitulaciones firmadas con el rey y se despojó de las responsabilidades que éstas le imponían y decidió seguir la búsqueda por su cuenta.

La decisión de detenerse en el Río de la Plata llevó a la oposición a los españoles Martín Méndez (su teniente general), de Miguel de Rodas (piloto de la nave capitana) y de Francisco de Rojas (el capitán del otro buque), por lo que, el 20 de febrero de 1527, GABOTO, sin detenerse a considerar la racionalidad de esas informaciones que recibiera, dejando abandonados sin víveres y entre indios hostiles, a los oficiales disidentes, que no aceptaron este cambio de planes, siguió viaje y a fines febrero de 1527 llega al actual Río do la Plata.

En marzo de 1527 ancló en el cabo de Santa María (actualmente “Punta del Este (Uruguay), donde hizo construir una embarcación que pudiera navegar el Mar Dulce y durante los poco más de cuatro años que siguieron, Gaboto exploró incansablemente estos territorios. Recorrió el Paraná y siempre en busca de tesoros, exploró los ríos Paraguay y Pilcomayo y envió otros pequeños grupos de avanzada que, como él, volvieron con las manos vacías.

Bordeando luego la margen oriental del Río de la Plata, llega a una isla que llamó “SAN GABRIEL”. El 7 de abril de 1527, fundó allí el “Puerto de San Lázaro” en la costa uruguaya del Río de la Plata y ´se encontró con Francisco del Puerto, ex marinero de SOLÍS, ahora experto en lengua guaraní y conocedor de la región, quien se ofreció a conducirlos río arriba para buscar las sierras de la plata (Luego los abandonaría).

Renovado su entusiasmo, GABOTO, dejando dejó a cargo de esta nueva fundación al capitán ANTÓN DE GRAJEDA (quien luego, en una de sus excursiones, descubrió el río “San Salvador”), vuelve a partir, en busca de su quimera y siguiendo las indicaciones de DEL PUERTO, Se dirigió hacia el río “Carcarañá”, que según se le decía “descendía de las sierras donde comenzaban las fabulosas minas de oro y plata” que estaba buscando.

Al llegar a “Los Patos”, incorporó como tripulantes a ENRIQUE MONTES y MELCHOR RAMÍREZ, náufragos de JUAN DÍAZ DE SOLÍS, quienes con otros marineros desertores de la expedición de LOAYZA, ilusionados por igual convencimiento, corroboraron estas versiones y magnificaron los resultados de la frustrada aventura de ALEJO GARCÍA.

Durante este viaje, el 8 de mayo de 1527, funda el “Fuerte San Juan” en proximidades de la actual ciudad de Colonia en la República Oriental del Uruguay, sobre la costa oriental del Río de la Plata. y poco después, dispone la construcción de un bergantín y en él, con 130 hombres embarcados, se hizo nuevamente la vela.

En su tenaz búsqueda de las «Sierras de la Plata», Gaboto llega finalmente a la desembocadura del río “Carcaraña” y allí, para defenderse de los indígenas charrúas, cuya ferocidad ya le era conocida, el 9 de junio de 1527, en tierras de la actual provincia de Santa Fe, funda el “Fuerte Sancti Spíritus”, estableciendo así el primer asentamiento español en el Río de la Plata, donde por primera vez, se unieron españoles y mujeres indígenas (ver El Fuerte Sancti Spíritus).

En agosto de 1527 descubre el río Paraná, lo remontó hacia el norte, y durante uno de sus campamentos, el 22 de noviembre de 1527, su gente, realiza la primera siembra de trigo en el territorio rioplatense (ver Primera siembra de trigo en el Río de la Plata).

Llega al río Pilcomayo y siempre en busca de las “Sierras de la Plata”, llega hasta los “Saltos de Apipé” el 23 de diciembre de 1527.

No obstante las dificultades que le presenta una marcha por tierras hostiles, corrientes caudalosas, enjambres mosquitos y alimañas, Sebastián Gaboto, el 9 de enero de 1528, llega hasta un lugar llamado «Santa Ana» y desde allí retorna al Paraguay, río que explora hasta alcanzar los 25º de latitud y 58º de longitud.

Luego retorna navegando río abajo con la intención de encontrar su confluencia con el Paraguay, adonde llega el 28 de marzo de 1528 y reconoce toda la parte inferior del Paraguay, teniendo que enfrentar continuamente los peligros de belicosos pobladores, los “Timbúes”, que les negaban todo auxilio y los hostigaban permanentemente, disgustados por el rigor y los desmanes de estos extraños.

En noviembre de 1528, impedido en una parte de su recorrido su paso por el río, por la presencia de 300 canoas que le bloqueaban su marcha, Gaboto se vio nuevamente obligado a luchar contra los indígenas, hasta que vencidos éstos, ofrecieron su amistad a los conquistadores y les regalaron varios trozos de plata, asegurándoles que ese metal abundaba en los países situados al Noroeste.

Comienza la leyenda de la Ciudad de los Césares o Trapalanda (noviembre de 1528)
A partir de esos relatos que le hacían, comenzó a afirmarse en GABOTO, la creencia de aquella famosa leyenda que desde 1526 venía afiebrando la imaginación de aquellos expedicionarios, que venidos a estas tierras, más seguramente en busca de riqueza que de gloria y honores, los puso en la frenética búsqueda de “La ciudad encantada de los Césares”.

Una fantástica leyenda que llegó a España y hasta los puertos europeos, estimulando quizás a muchos aventureros, para que se embarcaran hacia estas tierras en busca de la riqueza (ver Trapalanda).

En GABOTO regresa al Fuerte “Sancti Spíritus” y allí, se encuentra con el navegante portugués al servicio de España, DIEGO GARCÍA DE MOGUER, otro tentado como él, por las promesas de un fabuloso tesoro en estas tierras que el 15 de agosto de 1525 había salido de La Coruña con tres naves, para dirigirse a las Molucas.

Luego de discutir acerca de sus respectivos derechos, decidieron continuar juntos esta aventura y con unos bergantines que construyeron en el Fuerte partieron remontando el río Paraná, pero debieron regresar ante la hostilidad de los nativos que los acosaban permanentemente.

Realizaron un nuevo intento subiendo por el río Uruguay llegando hasta San Salvador, pero sin hallar lo que buscaban, regresaron al Fuerte, sin saber que en su ausencia, éste había sido destruido.

En el amanecer del 1º de enero de 1529, estando todavía Gaboto ausente del lugar, el “Fuerte Sancti Spíritus” fue sorpresivamente asaltado, tomado e incendiado por los nativos, sin que pudiera evitarlo la escasa guarnición de 77 soldados que al mando del capitán GREGORIO CARO, habían quedado para custodiarlo. Los indígenas, se vengaban así de los malos tratos a los que los sometía Gaboto y sus hombres.

Solamente 50 hombres de la guarnición del Fuerte lograron escapar de la matanza que siguió a la toma del Fuerte. Este hecho y las tremendas penurias que tuvo que vivir, decidieron a Gaboto a emprender el regreso a España y así lo hace.

Desalentados por lo infructuoso de su búsqueda, los rigores de un medio hostil y la destrucción del Fuerte “Sancti Spiritus”, SEBASTIÁN GABOTO acompañado por DIEGO GARCÍA DE MOGUER, regresa a España y el 22 de julio de 1530 llega al mismo puerto desde donde había salido casi, cuatro años antes.

Llevaba consigo la leyenda de la “Sierra de Plata” y las tierras del Rey Blanco”, una leyenda que en 1536, fue lo que indujo a CARLOS I a enviar a PEDRO DE MENDOZA, a su fallida expedición (ver Las penurias de Gaboto).

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