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INVASIONES REALISTAS POR EL NORTE ARGENTINO (1811-1822)
Producida la Revolución de Mayo, la corona española intentó por todos los medios hacer abortar ese movimiento libertario que estaba segura encendería los ánimos de sus otras posesiones en América para lograr su independencia.
La defensa del territorio ocupado hoy por la actual República Argentina, debió ser realizada en tres frentes para contener el avance realista que sobre ellos se lanzó a lo largo de once años de tenaz lucha:
*. El frente Norte. Con enfrentamientos en los territorios del Alto Perú y las Intendencias de Salta y del Tucumán.
*. El frente del Litoral. Donde se desarrollaron acciones fluviales en los ríos de la Cuenca del Plata y en el Río de la Plata, en la Mesopotamia y durante las Campañas al Paraguay y a la Banda Oriental.
*. El frente Oriental. Donde debieron realizarse operaciones sobre posiciones realistas instaladas en Chile, Perú y Ecuador.
Nos referiremos aquí al Frente Norte, por ser éste el que demandó más tiempo y esfuerzos para defender y que debido a la impericia de quienes manejaron sus operaciones, causó la pérdida de un extenso territorio, que hoy podría formar parte de la República Argentina..
Primera invasión realista por el norte (1811).
Dominados los levantamientos producidos en La Paz (16/07/1809), Quito (02/08/1810 y Cochabamba (14/09/1810), con el Alto Perú nuevamente bajo el control de la corona española, el General JOSÉ MANUEL DE GOYENECHE decidió impulsar la contienda hacia el norte de las Provincias Unidas del Río de la Plata e intentar la recuperación de estas tierras, liberadas de la corona el 25 de mayo de 1810.
Creación del Ejército del Norte (14/06/1810). Ante el cariz que había tomado la presencia de los realistas en el norte del territorio de las Provincias Unidas del Río de la Plata, la Primera Junta de Gobierno dispuso la creación de una fuerza armada para que concurra desbaratar los planes de invasión que evidentemente alentaba la corona española. Para ello, el 14 de junio de 1810, le fue encomendada a uno de sus vocales, JUAN JOSÉ CASTELLI la tarea de organizarla.
Así nació el Ejército del Norte (también conocido como Ejército Auxiliar del Perú o Expedición Auxiliadora del Perú, porque estaba destinado a operar en esos territorios del Alto Perú). Fue formado con los efectivos que logró reunir CASTELLI y puesto bajo las órdenes del Coronel ANTONIO GONZÁLEZ BALCARCE, a quien acompañaría el mismo CASTELLI en calidad de representante y vocero de la Primera Junta.
El 9 de julio de 1810, BALCARCE ý CASTELLI marcharon a su destino y estando en camino recibieron la orden de dirigirse a Córdoba para desbaratar el movimiento revolucionario que liderado por SANTIAGO DE LINIERS había expresado su rechazo al gobierno de Buenos Aires. Luego de desarticular la revuelta y de fusilar a los cabecillas de la misma, CASTELLI recibió la orden de marchar hacia el Alto Perú, en apoyo de los caudillos locales que habían mostrado su adhesión al nuevo gobierno de Buenos Aires, realizando numerosos alzamientos en esos territorios (ver Córdoba se rebela contra la Primera Junta).
El Ejército del Norte llegó luego de que Cochabamba se levantara en armas contra la corona en poyo al régimen de Buenos Aires y su primera acción armada fue el Combate de Cotagaita, que tuvo lugar el 27 de octubre de 1810. La batalla fue desfavorable para BALCARCE y su resultado indeciso, en parte por la superioridad numérica de los españoles, obligando a las tropas expedicionarias a regresar al sur sin ser perseguidas por los realistas.
BALCARCE rehízo su ejército dos días después en Tupiza y el 7 de noviembre de 1810 volvieron a enfrentarse contra las mismas tropas contra las que habían combatido en Cotagaita, comandadas por el general JOSÉ DE CÓRDOBA Y ROJAS en batalla de Suipacha, donde el ejército argentino obtuvo su primera victoria (ver Batalla de Suipacha).
Luego el avance fue rápido y en abril de 1811el ejercito patriota entró en Oruro y La Paz, donde apresaron a los jefes realistas FRANCISCO DE PAULA SANZ, VICENTE NIETO y JOSÉ DE CÓRDOBA a quienes CASTELLI ordenó ejecutar por considerarlos culpables de actos de extrema crueldad durante la represión de los revolucionarios.
Se produjo luego un “impasse” en cumplimiento de un virtual armisticio que en realidad nadie cumplió y el 20 de junio de 1811, JOSÉ DE GOYENECHE, habiendo recibido refuerzos enviados desde Lima atacó sorpresivamente y venció a BALCARCE en la batalla de Huaqui. Fue éste, moralmente, el desastre más trágico de la historia de la armas patriotas.
La derrota fue total y devastadora y al abandonar Potosí, se perdió el acceso a las minas de plata y a la Ceca, que era de donde provenían los recursos del virreinato primero, heredados luego por las recientemente liberadas Provincias Unidas del Río de la Plata.
Las tropas se desbandaron y retrocedieron cometiendo en su camino de regreso hacia Jujuy, toda clase de tropelías y desmanes, lo que exacerbó aún más los sentimientos de rechazo a Buenos Aires que ya se venían insinuando.
CASTELLI, además de haber ordenado el fusilamiento de los jefes realistas en la Plaza Mayor de Potosí, un espectáculo que no le fue grato a los potosinos y autorizado saqueos, confiscaciones y otros desmanes de las tropas en perjuicio de los vencidos, había cometido la imprudencia política de intentar ampliar el apoyo a su causa liberando a los indígenas del tributo y declarando la total igualdad entre las razas y como consecuencia de todo ello, los criollos del Alto Perú se unieron a los españoles.
El relajo de la disciplina de la tropa que debió estar inactiva por más de dos meses en Potosí, la vida licenciosa de algunos oficiales y las actitudes ofensivas hacia el sentimiento religioso de la población altoperuana, terminaron de provocar la enajenación de ésta, que en poco tiempo estuvo en contra de las autoridades de Buenos Aires y a favor de su propia y total independencia
Y si la prudencia de MANUEL BELGRANO en su excursión al Paraguay, que llevando las mismas órdenes represivas y urticantes que CASTELLI, había conseguido que por lo menos Paraguay no se pusiera en la posición del enemigo, no sucedió lo mismo allá en el norte. Instrucciones semejantes en manos de Castelli, produjeron la pérdida del Alto Perú para la causa de Buenos Aires
Los realistas dominaron nuevamente toda la región, quedándoles además abierto el camino para llegar a Córdoba e incluso a Buenos Aires. Esta posibilidad llevó al gobierno porteño a decidir el levantamiento del sitio de Montevideo para cerrar uno de los frentes de lucha, pero consiguiendo con ello la enemistad de los orientales y de su jefe Artigas, que se consideraron postergados ante los intereses de Buenos Aires.
Segunda invasión realista (00/08/1812)
El 26 de marzo de 1812 MANUEL BELGRANO reemplazó a JUAN MARTÍN DE PUEYYERÓN en el mando del Ejército del Norte y recibió la orden de reorganizarlo y ejercer presión sobre los efectivos realistas que se hallaban en el Alto Perú, preparando presumiblemente nuevas acciones en contra de Buenos Aires. BELGRANO se encontró con su nuevo Comando en Tucumán. Allí se enteró de la inminencia de una nueva operación de los realistas para marchar sobre Córdoba y tomó la decisión de dirigirse hacia Jujuy, para ubicarse cerca de las avanzadas realistas.
Efectivamente, lo informado por BELGRANO era una realidad. En agosto de 1812 Goyeneche ordenó el avance hacia el sur de la vanguardia de sus tropas al mando del general peruano PÍO TRISTÁN en lo que fue el segundo intento de invasión. Cuando BELGRANO le comunicó esta noticia al gobierno, temeroso de que se produjera otro Huaquí, le ordenaron replegarse hasta Córdoba.
BELGRANO, dispuso entonces que todos los habitantes de Jujuy abandonaran la ciudad y que el camino de los realistas fuera “tierra arrasada”; organizando lo que en nuestra Historia, se conoce como “el éxodo jujeño” (imagen). Fue así que el pueblo de Jujuy junto con el Ejército del Norte llegó a Tucumán, donde, desobedeciendo las órdenes recibidas y atendiendo a los insistentes reclamos de los tucumanos, BELGRANO decidió defender la ciudad y enfrentar allí a los realistas.
La batalla de Tucumán (24/09/1812). Los realistas llegaron a Tucumán y el 24 de setiembre de 1812, se produjo el choque con las fuerzas de los patriotas en la batalla de Tucumán que tuvo un desarrollo muy confuso. Pero llegada la noche y calladas las armas, el despertar del día siguiente mostró que los realistas se habían retirado dejando todo el armamento pesado, bagajes y la mitad de sus efectivos, dispuestos rendirse.
La noticia de esta victoria afianzó la moral de la tropa y alegró a todo el mundo, pero causó la caída del Triunvirato, afectado por el descrédito qye le ocasionó lo desacertado de las órdenes que le impartiera a BELGRANO.
La Batalla de Salta (20/02/1813). A comienzos de 1813 BELGRANO reinició su marcha hacia el norte y el 20 de febrero de ese año, teniendo a la vista la ciudad de Salta, en cuyos extramuros se había hecho fuerte PÍO TRISTÁN ordenó atacar sus posiciones. La batalla de Salta, como se conoce a esta acción fue un rotundo triunfo de las armas patriotas. PIO TRISTÁN debió replegarse hacia la ciudad y luego Capitular. El General GOYENECHE entonces, comprendiendo la inutilidad de seguir operando en la región. Ordenó la retirada de sus efectivos hacia el norte y luego fue relevado del mando y reemplazado por el Brigadier JOAQUÍN GONZÁLEZ DE LA PEZUELA como virrey del Perú.
Luego de que el gobierno de Buenos Aires, alentado por este triunfo, le ordenara ocupar militarmente el Alto Perú, BELGRANO permaneció en Salta reorganizando sus fuerzas y a mediados de abril de 1813, se dirigió hacia Potosí, donde llegó el 21 de junio. Su plan era marchar desde allí, en busca del enemigo con el grueso de su ejército, (unos 3.600 hombres), recibiendo en el camino el refuerzo de 1.200 hombres que el Coronel CORNELIO ZELAYA debía reclutar en Cochabamba y unos 2.000 indígenas que le aportaría el coronel indio BALTASAR CÁRDENAS y sublevando las poblaciones contra España a su paso.
La Batalla de Vilcapugio (01/10/1813). El 27 de setiembre los patriotas alcanzaron la Pampa de Vilcapugio donde se detuvieron a la espera de los refuerzos que traían ZELAYA y CÁRDENAS y los realistas se situaron a unos 30 kilómetros al oeste de Vilcapugio, en un paraje llamado Condo Condo. Desde allí, un destacamento al mando del Comandante CASTRO interceptó el paso de los 2.000 indígenas que traía el Coronel CÁRDENAS y lo atacó en Ancacato, logrando dispersarlo luego de un breve combate. Por documentos hallados entre las pertenencias del Coronel CÁRDENAS, el comandante realista se enteró que BELGRANO esperaba los refuerzos que le traía ZELAYA y entonces decidió atacarlo, antes de que éstos llegaran.
En la madrugada del 1º de octubre de 1813 (imagen), el ejército realista apareció sorpresivamente sobre las serranía de Condo Condo e inició el descenso hacia la pampa de Vilcapugio, en momento en que los patriotas se encontraban en sus carpas durmiendo y luego de un combate con alternativas cambiantes, las fuerzas patriotas fueron vencidas y dispersadas (ver Batalla de Vilcapugio).
El Combate de Ayohuma (09/10/1813). Resuelto a no aceptar esta derrota como definitiva, BELGRANO marchó desde Macha hasta la pampa de Ayohuma y llegó allí el 9 de octubre de 1813, donde dispuso sus tropas la espera del enemigo, que sabía estaba por llegar. PEZUELA, que había avanzado en persecución de los patriotas, el 13 de ese mes, llegó a los altos de Taquirí, un punto dominante de esos territorios y el 14 descendieron hacia el llano y atacaron las posiciones de los patriotas y luego de tres horas de lucha, quedaban solamente 400 de los hombres de BELGRANO en pie, alrededor de su general (ver Combate de Ayohuma).
Los realistas, habiendo perdido 500 hombres en el combate, se conformaron con la victoria y no persiguieron a sus vencidos. El Alto Perú volvía a quedar bajo su control. BELGRANO y sus hombres se dirigieron a Potosí y desde allí a Tucumán, donde el 30 de enero de 1814, le entregó el mando al coronel JOSÉ DE SAN MARTÍN, dando fin a la Segunda Campaña del Ejército Auxiliar del Norte.
Durante un tiempo el gobierno de Buenos Aires desistió de tomar el control y anexar los territorios del Alto Perú y decidió que para expulsar del Río de la Plata a los realistas, debía concentrar sus esfuerzos en un ataque que partiendo desde Chile, llegara al Perú, sede del poder realista en Sudamérica y apoyar el proyecto que a este respecto había presentado el general SAN MARTÍN y a partir de 1814 la defensa de esos territorios quedó en manos de MARTÍN MIGUEL DE GÜEMES y sus “infernales” (imagen), protagonistas fundamentales y exclusivos de la “guerra gaucha”.
La Batalla de Sipe-Sipe (29/11/1815). Una serie de pequeñas revueltas y levantamientos locales pusieron nuevamente en el ojo de la tormenta a la región. En enero de 1815, la amenaza potencial de un Alto Perú realista más fuerte en la región, en acecho de los territorios del sur, decidió al gobierno de Buenos Aires a enviar al Ejército del Norte a una tercera Expedición, esta vez al mando de JOSÉ RONDEAU en apoyo de los rebeldes altoperuanos.
Potosí y Chuquisaca le fueron arrebatadas a los realistas, pero no pudieron hacer lo mismo con Oruro y Cochabamba y el 29 de noviembre de 1815, las fuerzas enviadas por Buenos Aires fueron totalmente destruídas en la batalla de Sipe-Sipe, por JOAQUÍN PEZUELA, iniciándose así una acción de inusitada violencia contra los nativos rebeldes por parte de los realistas, que ajusticiaron a la casi totalidad de los caudillos que los comandaban, quedando en manos de los gauchos de GÜEMES la misión de contener el avance hacia el sur de los realistas.
Tercera invasión (24/12/1816).
El virrey JOAQUÍN DE LA PEZUELA encargó a JOSÉ DE LA SERNA E HINOJOSA, emprender otro avance hacia Tucumán para atraer la atención del Ejército que San Martín preparaba en Mendoza con la intención de cruzar los Andes e invadir la Capitanía General de Chile.
El “Ejército Real del Perú” entonces, al mando de DE LA SERNA inició así la invasión de la Intendencia de Salta y Tucumán, protagonizando lo que será, el tercer intento de los españoles para entrar por el norte del país, con el fin de retomar el control de estas tierras, que perdieran en mayo de 1810.
Luego de pacificar en su paso, Tarija y Cinti, DE LA SERNA al mando de tres columnas entró por Humahuaca, Orán y la Puna. La vanguardia de la columna comanda por PEDRO ANTONIO OLAÑETA, que iba a las órdenes del coronel ANTONIO SEOANE, entró a la Villa de Humahuaca (en la provincia de Jujuy) y los efectivos criollos, gauchos y milicianos que al mando del Coronel MANUEL ARIAS defendían el lugar, fueron obligados a evacuar Humahuaca y a replegarse hacia Jujuy y lo hicieron sin dejar de hostilizar el avance de los realistas.
Los realistas fracasaron luego en varios enfrentamientos menores y no pudieron pasar de Tilcara, por lo que los primeros días de enero de 1818 se retiraron hacia Yavi.
El 26 de marzo de 1819 los realistas ocuparon San Salvador de Jujuy, aunque solo tres horas más tarde la evacuaron, retirándose a Yala ante el riesgo de quedar aislados. Poco después, JOSÉ DE LA SERNA renunció al mando y se dirigió a Cochabamba, dejando en su reemplazo al coronel JOSÉ CANTERAC.
Emprendieron luego una serie de campañas para pacificar distintos territorios altoperuanos ocupados por guerrilleros insurgentes, denominados las Republiquetas, cada uno de los cuales ejercía una dominación en su zona respondiendo a las Provincias Unidas del Río de la Plata por lo que quedaban fuera del dominio de la monarquía. Pero la feroz oposición que a cada paso encontraban, ejercida por los “infernales” de MARTÍN MIGUEL DE GÜEMES, les impidió nuevos avances, por lo que finalmente, la invasión fue rechazada y los efectivos realistas regresaron a Tupiza.
Cuarta invasión (08/05/1820).
En febrero de 1820, el brigadier general CANTERAC fue sustituido por el general JUAN RAMÍREZ OROZC como comandante de las fuerzas realistas en el Alto Perú y el 8 de mayo, salió de Tupiza al mando de un ejército de 5000 hombres y avanzó sobre Jujuy, ocupando la ciudad el 28 de mayo y la ciudad de Salta el 31, llegando hasta el río Pasaje. El 2 de junio, las fuerzas realistas lograron el triunfo en el combate de Chamical (al suroeste de la ciudad de Salta). El 8 de junio hubo una nueva victoria de los patriotas en el combate de la Cuesta de la Pedrera (al sureste de Salta), donde las fuerzas al mando de ALEJANDRO BURELA dispersaron a 2000 realistas que se retiraron a Jujuy. En el combate de Yala fue derrotada otra fuerza realista. El 5 de julio los realistas se retiran a Tupiza.
En Salta, los jefes realistas tomaron conocimiento de que el 1 de enero de 1820 RAFAEL DEL RIEGO se había sublevado en Cabezas de San Juan (España), proclamando la restauración de la Constitución de 1812 y se enteraron de que, en agosto, partiría desde Chile la expedición libertadora al Perú. En espera de los acontecimientos del Perú, RAMÍREZ OROZCO ordenó la retirada hacia Tupiza, llegando a mediados de junio.
El 12 de septiembre de 1820, fueron recibidas en Tupiza dos reales órdenes, despachadas el 7 de marzo: por una de ellas, mandaba el rey Fernando VII la jura de la Constitución de 1812; por la otra, ordenaba una amplia amnistía y devolución de bienes a todos los detenidos por razones políticas.
Ese mismo mes, la Expedición Libertadora del Perú comandada por el General SAN MARTÍN desembarcó en la costa peruana y las acciones que se desarrollarán en el futuro en los territorios altoperuanos, tendrá un solo protagonista: el General MARTÍN MIGUEL DE GÜEMES, quien al frente de sus milicias, conocidas como “los infernales”, llevó adelante la “guerra gaucha”, logrando en una épica tarea, contener el avance de los realistas hasta que la corona española desistió de sus pretensiones.
La última incursión realista sobre el territorio de la actual Argentina fue dirigida por OLAÑETA en junio de 1822, llegando hasta la localidad de El Volcán, 40 kilómetros al norte de Jujuy, pero finalmente, el 6 de diciembre de ese año se retiró de territorio argentino por última vez, aunque las fuerzas realistas permanecieron, ocupando algunos pueblos fronterizos, tales como Santa Victoria Oeste. Hasta ese entonces, se habían registrado en territorio salteño doscientos treinta y seis combates con los efectivos de los patriotas.