FUSILAMIENTO DEL CORONEL BARCALA (01/08/1835)

El 1º de agosto de 1835, fue fusilado en la plaza principal de la ciudad de Mendoza, el coronel LORENZO BARCALA. Sus padres habían sido esclavos africanos y adoptó ese apellido por haberse criado en casa del escribano español CRISTÓBAL BARCALA.

Había nacido esclavo en la provincia de Mendoza el 23 de diciembre de 1795 y fue declarado libre por el memorable Decreto de la Asamblea General Constituyente de 1813.

Se incorporó a las milicias de Buenos Aires y formó parte del batallón de Granaderos, compuesto exclusivamente de pardos y morenos, cuerpo con el cual prestó importantes servicios a su provincia natal, actuando en varias acciones de guerra.

Luchó con valor temerario contra les caudillos que asolaban la patria. Enrolado en las filas de los unitarios, prestó servicios al lado del ilustre general JOSÉ MARÍA PAZ (ver Hombres negros en los ejércitos de la Patria)..

Después de la muerte de FACUNDO QUIROGA, se retiró a San Juan, donde se proponía gozar de un merecido descanso, después de la azarosa existencia que había llevado hasta ese momento, pero preocupado como siempre, con la idea de terminar con el despiadado fraile ALDAO que tiranizaba la provincia de Mendoza, se puso nuevamente en movimiento.

Conociendo estas intenciones de BARCALA y cumpliendo órdenes de ALDAO, el coronel JOSÉ MARTÍN YANZÓN se presentó en la casa de BARCALA y sin más, lo tomó preso y lo remitió a Mendoza. Después de un proceso brevísimo, fue condenado a muerte y ejecutado a las 11 de la mañana del 1º de agosto de 1835.

Vale recordar que derrotado el general ARÁOZ DE LAMADRID por FACUNDO QUIROGA en noviembre de 1831 en el combate de La Ciudadela, el caudillo vencedor se enteró que entre los prisioneros se encontraba el mismo BARCALA y lo hizo traer a su presencia.

Qué habría hecho usted si me hubiera tomado prisionero? le preguntó. «Lo que mi jefe me hubiera mandado», le respondió su vencido. «Y si le hubiera mandado fusilarme?, volvió a preguntar QUIROGA. «Hubiera cumplido la orden en el acto y si vacilar», contestó BARCALA con el mayor aplomo.

«Muy bien coronel, Es usted un buen soldado y queda en libertad. Tenga usted un buen viaje, pero no pase por Mendoza, porque allí lo espera ALDAO, que no es QUIROGA y que en cuanto pueda lo hará fusilar».

BARCALA no hizo caso del atinado consejo y se puso a tiro de la sed de sangre de su enconado enemigo y pagó con su vida el haberlo hecho (ver Barcala, Lorenzo).

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