FRUSTRADO REGRESO DE SAN MARTIN A SU PATRIA (1829)

En marzo de 1829, estando embarcado en la rada del Puerto de Montevideo, el General SAN MARTÍN decide volver a Europa y cancelar su ansiado proyecto de regresar a su Patria.

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En 1824, después de desarrollar toda su campaña militar en América, San Martín se había establecido en Bruselas en compañía de su hija. Vivía en una modesta casa de campo, cerca de la ciudad y pasaba las horas cuidando su jardín, trabajando en un pequeño taller de carpintería y leyendo. En sus cartas reconocía haber encontrado una cierta forma de felicidad, pero también un gran vacío al no estar en Mendoza (ver El ostracismo de San Martín).

Las dificultades económicas eran grandes y en algún momento había creído necesario volver al Río de la Plata para tratar de cobrar lo que el Estado le debía por pensiones atrasadas y atender a los varios problemas que allí, la muerte de su Administrador le presentaba.

Su decisión se aceleró cuando se enteró de que la Argentina estaba en guerra contra el Brasil. Decidido entonces a viajar, el 7 de diciembre de 1827, por carta, felicitó a VICENTE LÓPEZ Y PLANES por un nombramiento como Presidente provisional y le ofreció sus servicios, para la defensa de la Patria en la guerra con el imperio.

El 21 de noviembre de 1828, con la intención de hacer efectivo tal ofrecimiento, se embarcó hacia Buenos Aires en el buque inglés «Countess of Chichester” (imagen)  y cumpliendo una escala previa, llegó a Montevideo el 5 de febrero de 1829 y en la madrugada del día siguiente llegó al Puerto de Buenos Aires.

Decidió no desembarcar y permaneció allí de incógnito bajo el nombre de JOSÉ MATORRAS, pero filtrada su identidad, los políticos empezaron a discutir con desconfianza sobre el misterioso viaje. Los unitarios no le perdonaban que en 1819 se hubiera negado a respetar la orden del Directorio para que bajara desde Mendoza para reprimir a los federales y hasta habían llegado a pedir que se lo enjuiciara (ver La desobediencia de San Martín).

Muchos viejos amigos que habrían deseado verlo, prefirieron mantenerse a la expectativa; solo unos pocos lo visitaron, entre ellos, Tomas Guido, luego el coronel Manuel Olazábal y el mayor Álvarez Condarco. Por ellos, se enteró que habían cesado las hostilidades con Brasil y que el ministro MANUEL JOSÉ GARCÍA se hallaba tramitando la paz con el imperio; que había vuelto a estallar la guerra civil y que su antiguo subordinado, el general Juan Lavalle había derrocado y fusilado al gobernador MANUEL DORREGO.

Una delegación enviada por JUAN GALO DE LAVALLE, integrada por el coronel EDUARDO TROLE y JUAN ANDRÉS GELLY lo entrevistó y en nombre de éste le ofrecieron, según palabras del propio SAN MARTÍN “que yo me encargase del mando del ejercito y del gobierno de la provincia de Buenos Aires y transase con las demás provincias” (1), pero rechazó el ofrecimiento que éste le hiciera diciéndole que “el general San Martín jamás desenvainará su espada para combatir a sus paisanos”

A pesar de las numerosas visitas que recibíó a bordo y de los pedidos que se le hacían para que se quedara en Buenos Aires e interviniera en la dura situación que atravesaba el país, decidió no desembarcar, afirmando que su presencia no sería de ninguna utilidad y que no desenvainaría su sable en una guerra civil para ser verdugo de sus conciudadanos.

Apesadumbrado entonces por las noticias de la crisis interna y por las críticas que recibiera ante su intento de regreso, permaneció poco tiempo en el Puerto de Buenos Aires y el 6 de marzo de ese año resolvió no desembarcar.

Luego de pedir su Pasaporte, retornó a Montevideo para dirigirse desde allí,  nuevamente hacia su ostracismo en Europa sin haber podido pisar el suelo de su Patria, cosa que nunca más logrará.

(1).-Sus palabras habrían sido: “Sería un loco si me mezclase con estos calaveras. Entre ellos hay alguno y Lavalle es uno de ellos, a quien no he fusilado de lástima cuanto estaban a mis órdenes en Chile y en Perú…son muchachos sin juicio, hombres desalmados» (http://viajes.elpais.com.uy/).

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