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EL HORNO DE BARRO
La gente de nuestro campo tenía su ´”día de amasijo”, que era como se llamaba al día que estaba dedicado a amasar panes, pasteles, bizcochos, etc. que se consumirían luego durante la semana. Se le llamaba “amasijo” a la mezcla de harina, agua, grasa y sal que luego se cocinaba en el horno de barro, que infaltablemente se hallaba en “los fondos” del rancho.
Era éste, una construcción hecha con barro, adobes (barro y paja picada) o ladrillos, según las posibilidades, que aún, en muchas casas de la campaña se lo construye.. Con la forma abovedada de una media esfera, apoyada sobre una base horizontal de madera o material, tiene un orificio grande llamado boca” en la parte delantera y otro más pequeño, en la parte súpero-posterior llamada “tronera”, por donde sale el humo.
Se carga por la “boca”, introduciendo leña seca dentro de él, y se le prende fuego. Una vez bien caliente el horno, se sacan brazas y cenizas. Se limpia bien y se introduce el amasijo, las empanadas, el lechón, el cordero o lo que se desee cocinar. Tiempo después, el calor del horno, hará, en más o menos tiempo que lo puesto quede bien cocinado, jugoso y muy sabroso, por el aroma de la leña que impregnó sus paredes.
Como dato curioso agreguemos que para saber si el horno ya estaba lo suficientemente caliente para cocinar, se introducía un papel y si éste se encendía, era porque la temperatura que había alcanzado, era la deseada (ver Voces, usos y costumbres del campo argentino)..
muy bueno