EL GANADO EN LAS PAMPAS (1591)

“… Este ganado se ha multiplicado tanto en aquellos llanos que a los chapetones les parece montañas de árboles, y así, cuando caminan y no hay un arbolillo tamaño como el dedo paraleño, viendo las montañas, dicen: —Pues aquello, ¿no es montaña?— Vamos allá a cortar leña y son las manadas de los caballos y yeguas”.

“Salen a caza de ellos como a venados; están tan gordos que al primer apretón quedan estancados; a los que son  potros atan, doman y hácenlos caballos. He visto en Córdoba muy buenos caballos de éstos. Pero con ser este paraje a su tiempo muy frío, se crían muchas víboras”.

“Los venados en todo el Rio de la Plata son muy grandes y no de menores aspas; las pieles se curan y hacen de ellas cueras que parecen de ante, y algunos, por de ante las venden”.

“En el camino de Córdoba a Buenos Aires y desde Santa Fe por tierra, es necesario ir muy apercibido de armas y arcabuces y en las dormidas velarse, porque algunas veces salen indios cazadores de venados y fácilmente se atreven contra los nuestros”.

“Sus armas son arco y flecha, como los “chiriguanás” y además de éstas, usan unos cordeles, en el Perú llamados “aíllos”, de tres ramales, en el fin del ramal una bola de piedra horadada por medio, por donde entra el cordel; estas arrojan al caballo que va corriendo y le atan de pies y manos con la vuelta que dan las bolas y dan con el caballo y caballero en tierra, sin poderse menear; de estos aíllos usan también para los venados. Pónense en paradas y como va el venado corriendo lo aíllan fácilmente”.

“En la otra parte del río, hay una provincia de indios llamados “charrucas”, no muy bárbara en algunos casos. Son hombres que guardan palabra y quieren se les guarde. Traen continuamente guerra con otros indios comarcanos, los  “chiriguanás” aunque no son caribes y la guerra es sobre las comidas”.

“Los “chiriguanás” no labran la tierra, sino que cuando están maduras las sementeras, júntanse en cantidad y con mujeres e hijos, cogen lo que encuentran sin sembrar”.

“Los “churrucas” de un navío que dio en las costas, en la cual habitan, cautivaron a dos españoles, uno ya hombre y otro muchacho, que con su padre venía, de edad de ocho años” (fray Reginaldo de Lizárraga en su obra “Descripción breve de toda la tierra del Perú, Tucumán, Río de la Plata y Chile”, también conocida como “Descripción y población de las Indias”).

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