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DESPUÉS DE CASEROS (1852)
Cuando Rosas comprendió que la batalla de Caseros estaba irremediablemente perdida (03/02/1852), herido en una mano, abandonó el campo de batalla acompañado por su edecán MÁXIMO TERRERO, su asistente LORENZO LÓPEZ y un grupo de soldados.
Tomó el camino del paso de Burgos (al sudoeste del actual puente Uriburu) y desde allí siguió al Hueco de los Sauces (hoy, Plaza Garay en la ciudad de Buenos Aires). Desmontó y agotado por el cansancio (llevaba tres días sin dormir) se echó bajo un ombú y cubierto con el poncho de su ayudante, escribió a lápiz, una nota que dirigida a la Junta de Representantes que contenía el parte de la batalla y su renuncia al cargo de Gobernador de Buenos Aires.
En ella decía “Creo haber llenado mi deber como mis conciudadanos y mis compañeros. Si más no hemos hecho en el sostén sagrado de nuestra independencia, de nuestra integridad y de nuestro honor, es porque más no hemos podido”.
La Legislatura de la época rosista fue disuelta y se convocó a los habitantes de la ciudad y de la campaña para el 11 de abril, fecha en la que debían designar sus representantes a los efectos que éstos eligieran a su gobernador titular y dispone realizar elecciones de Diputados y Senadores el próximo 25 de mayo, señalándose el día 9 de julio siguiente, para la apertura del Congreso.
Aunque Urquiza propiciaba la continuidad del gobernador provisorio Vicente López (imagen), otros contendientes surgieron y fue enconada la lucha que se entabló para ungir al nuevo mandatario provincial. Finalmente Valentín Alsina, apoyado por Bartolomé Mitre, Dalmacio Vélez Sarsfield y otros se impuso por el voto de sus electores, pero los esfuerzos de Urquiza para imponer a su candidato no fueron estériles y la Legislatura, no atreviéndose a contradecirlo, casi por unanimidad, el 31 de mayo eligió al doctor Vicente López, gobernador titular de la provincia de Buenos Aires (ver La batalla de Caseros).