CURIOSIDADES DE LOS MEDIOS DE TRANSPORTE DE BUENOS AIRES (25/10/1892)

El 25 de octubre de 1892 se ensayó en la ciudad de La Plata, un precario servicio de tranvías, antecedente de su versión capitalina, puesta en marcha el 22 de abril de 1897, cuando empezó a correr un coche que cubría un breve trayecto desde Las Heras y Canning hasta plaza Italia.

En la tarde del 1º de diciembre de 1913, la plaza Miserere (cuando se llamaba Once) fue escenario de un multitudinario lunch, servido para celebrar la inauguración del  subte «A», el primero de América del Sur y de todos los países hispanohablantes.

La ceremonia, presidida por el entonces intendente JOAQUÍN DE ANCHORENA, que terminó con bocadillos y refrescos, contó con la presencia del vicepresidente VICTORINO DE LA PLAZA, junto a quien estaba, además del Intendente ANCHORENA, y el presidente de la Anglo Argentina, SAMUEL HALE PEARSON, protagonistas de un acto que estaba relacionado con el carácter de verdadera metrópoli que había alcanzado Buenos Aires.

El transporte, para una población que ya sobrepasaba el millón de habitantes, era servido por trenes, los primeros colectivos (uno de los inventos vernáculos, nacido en 1903) y los impactantes Ford T, que comenzaron a circular por las calles porteñas en 1906 y que cinco años después conformaban un parque de 10.000 unidades.

El 25 de octubre de 1892 se había ensayado un precario servicio de tranvías en La Plata, antecedente de su versión capitalina, del 22 de abril de 1897, día en que empezó a correr un coche que cubría un breve trayecto desde Las Heras y Canning hasta plaza Italia.

El 4 de diciembre de ese año se sumó otro recorrido, mucho más extenso: se iniciaba en la avenida Entre Ríos y llegaba hasta Flores. La iniciativa tuvo una enorme repercusión entre los inversionistas, hasta el punto de que en 1908 existían 12 empresas que prestaban este servicio.

Un año después todas ellas se fusionaron para crear la «Compañía General de Tranways», cuyo principal accionista era la Anglo Argentina, que tuvo a su cargo la creación del subte, una suerte de tranvía bajo tierra. Las obras se iniciaron en 1911, con estación cabecera en Plaza de Mayo.

Meses más tarde, el 1° de abril de 1914, el subte llegó hasta la calle Río de Janeiro, y en julio de ese año, se inauguró el tramo final, en Primera Junta. Se había completado así, un recorrido de más de 7000 metros, que contaba con 14 estaciones.

La propuesta inicial elevada por la Anglo Argentina a la Municipalidad, contemplaba la construcción de un sistema de «trenes subterráneos» compuesto por las líneas la., 2a y 3a. Así, pues, la primera es la que con el tiempo pasó a llamarse «A».

En los trabajos -que se hacían a cielo abierto- participaron 1500 obreros, se excavaron 440.000 metros cúbicos de tierra, que después fueron utilizados para rellenar las zonas bajas que circunda­ban el cementerio de Flores y la avenida Vélez Sarsfield. Se usaron 31 millones de ladrillos, 108.000 volquetes de 170 kg de cemento cada uno, 13.000 toneladas de tirantes de hierro y 90.000 metros cuadrados de capa aisladora.

Entre los detalles finales de la construcción, cabe mencionar una curiosidad: el uso de distintos colores de azulejos para cada estación, se debió a la necesidad de facilitar su identificación del mejor modo posible a los analfabetos, que era el 35% de la población en esa época.

El 2 de diciembre de 1913 fue el primer día en que el servicio adquirió carácter público y por él, viajaron 170.000 pasajeros. Tanta Convocatoria instaló una incipiente publicidad en los va­gones. El 15 de ese mes se agregó una sobre el recital en el famoso cabaret Armenonville, a cargo de un dúo que iba a dar mucho que hablar: Gardel- Razzano (extraído de un artículo de Willy G. Bouillón, publicado en el diario La Nación).

Recuerdos de un viaje en 1871.
El escritor e historiador francés PAUL GROUSSAC vivió gran parte de su vida en nuestro país y debió realizar largos viajes. Uno de los que más recordó siempre fue el que emprendió a Tucumán al ser requerido por NICOLÁS AVELLANEDA para que se desempeñara como docente de la universidad de esa provincia.

En 1871 tomó un vapor a Rosario, luego fue en tren a Córdoba y en diligencia viajó diez días para llegar al jardín de la República. Durante la travesía escribió: “Las generaciones venideras encontrando a la República Argentina surcada de líneas férreas en todas direcciones, difícilmente se darán cuenta cabal de lo que fueron en otro tiempo esos viajes por las pro­vincias interiores, que duraban dos o tres semanas, según fuera el punto de llegada: tanto como en la actualidad una travesía del atlántico».

En las primeras décadas del siglo XIX un viaje de Buenos Aires a Las Flores, ubicada a 190 kilómetros de distancia, duraba entre seis y siete días. La primera línea de trenes se inauguró el 30 de agosto de 1857 y partía desde la estación “Parque”’, en el centro porteño, donde hoy está el Teatro Colón, hasta Floresta. Para su construcción se utilizaron 24 mil varas. Hacia 1870 la línea llegó a Chivilcoy.

La primer locomotora que se usó fue traída de Inglaterra y se la bautizó con el nombre de “La Porteña”. Esta máquina, que prestó servicios anteriormente en la guerra de Crimea alcanzaba una velocidad de 25 kilómetros por hora.Entre quienes estuvieron en las pruebas y luego participaron de la inauguración de la primer línea figuran DALMASIO VÉLEZ SARSFIELD, VALENTÍN ALSINA, BARTOLOMÉ MITRE y DOMINGO FAUSTINO SARMIENTO (ver El transporte público de pasajeros en Argentina. Sus orígenes).

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