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AZURDUY DE PADILLA, JUANA (1780-1862)
Teniente coronel del ejército argentino. Heroína de la guerra de la independencia en el Alto Perú, combatió en Taravita, Pintatora, Presto, Chuquisaca, Tarabuco, La Laguna, Cerro de las Carretas, Tacobamba y El Villar.
Había nacido en Chuquisaca (hoy Sucre, Bolivia), el 12 de julio de 1780 y se educó en un convento hasta los dieciocho años. En 1802 conoció al soldado MANUEL ASENCIO PADILLA y el 8 de marzo de 1805 contrajo matrimonio con él. “Desde aquel instante siguió a su marido como la sombre al cuerpo que se desplaza en plena luz y soportó todas las vicisitudes y padecimientos de la cruel contienda que los envolvió”, frase consagratoria que le dedicó un investigador.
En 1811, acompañó a su marido en la campaña del ejército patriota enviado desde Buenos Aires hacia el Alto Perú al mando de ANTONIO GONÁLEZ BALCARCE. Luego de Huaqui, sus bienes fueron confiscados por JOSÉ MANUEL DE GOYENECHE, el comandante realista que había derrotado a CASTELLI y debieron huir a las montañas. Pero los triunfos de Tucumán (1812) y Salta (1813), les permitieron regresar a Chuquisaca.
Fue entonces cuando JUANA decidió, no sólo acompañar a su marido, sino combatir también con él y juntos entonces, el valiente guerrillero altoperuano MANUEL ASENCIO PADILLA y su esposa JUANA AZURDUYY, hicieron a los ejércitos reales, una guerra obstinada y sin tregua.
En 1814, habiendo cumplido ya numerosas hazañas, con su marido, reclutaron una tropa de indígenas con los que organizaron la “Republiqueta de La Laguna que fue una de las más grandes y tenía su sede en La Laguna (actual Bolivia).
A partir de entonces, iniciaron su participación en la llamada “guerra de las republiquetas” y con ese ejército rudimentario, la pareja de guerrilleros siguiendo los vaivenes de la suerte cambiante de las armas patriotas, comienzan en Tarvita (04/03/1814) una feroz campaña contra los realistas en operaciones en el Alto Perú.
JUANA, acompañada por una tropa de amazonas, dirigía personalmente devastadoras cargas de caballería y luchaba a la par de los más valientes y fue así que “los Padilla” causaron serios perjuicios a los españoles, mediante acciones de guerrilla, veloces, imprevistas y fulminantes.
El 2 de agosto de 1814, al mando del batallón “Leales” y bajo las órdenes de su marido que ya era coronel de milicias, JUANA se batió con valor, en el Cerro de las Carretas, contra los realistas comandados por el general MIGUEL TACÓN
Admirados los jefes españoles de la entereza y bizarría de doña Juana, habían resuelto, por una especie de convenio tácito, respetar la vida de aquella admirable mujer. Uno sólo ponía reparaos al modo de sentir general, y era el coronel español PEDRO FRANCISCO HERRERA, que solía decir: “Yo seré el primero en respetar a esa mujer, pero también juro que castigaré su audacia y temeridad, tomándola prisionera”.
Llegó un momento en que creyó poder realizar su propósito; sabiendo que PADILLA había marchado al Chaco, dejando encargada a su esposa doña JUANA, la defensa de su cuartel general, establecido en la hacienda del Villar, se dirigió hacia allí, al frente de una regular fuerza de infantería.
JUANA, advertida de su llegada, le esperaba a la cabeza de veinte fusileros y doscientos indios, armados de mazas y hondas. El 3 de marzo de 1816, cuando tuvo cerca a HERRERA y a su gente, no esperó ser atacada; fue ella la que acometió, haciéndolo con tanto ímpetu, que no tardó en desbaratar a sus agresores. Entonces se arrojó sobre HERRERA, que batía al viento la bandera que había jurado colocar en lo más alto del caserío del Villar, y de un tiro lo tendió muerto a sus pies, apoderándose de la bandera y de las armas de su vencido adversario.
Las tropas de HERRERA, al ver caído a su jefe, emprendieron la retirada, dejando en el campo quince muertos. Doña JUANA le presentó a su marido esa bandera tomada a los españoles y el 12 de marzo de 1816, acompañó a su marido en le entrada triunfal en Chuquisaca
Durante esta sangrienta campaña, Juana perdió a sus cuatro hijos, pero tuvo después una niña. El Directorio Supremo de las Provincias Unidas del Río de la Plata, con fecha 13 de agosto de 1816, le otorgó el grado de teniente coronel de las milicias partidarias “Decididos del Perú”, “por honor a su patriotismo distinguido”.
El 14 de septiembre de 1816, el coronel MANUEL ASENCIO PADILLA fue derrotado por el general español FRANCISCO JAVIER AGUILERA, en la batalla de Villar, viéndose obligado a ponerse en fuga con ella, con su ayudante, otra mujer que les servía de compañía y con el capellán POLANCO.
Fueron perseguidos y alcanzados. Para salvar la vida de su mujer, a quien rogó que huyese y se alejase lo más pronto posible, el coronel PADILLA desenvainó el sable y cargó con bravura contra sus adversarios, cuerpo a cuerpo, pero una bala enemiga lo hirió de muerte. Estando caído en el suelo donde se desangraba, el general AGUILERA se arrojó sobre él y ordenando al capellán POLANCO que Le diera la Extremaunción, lo degolló.
Después de la muerte de su marido JUANA continuó su lucha y se radicó en Salta, donde se unió a GÜEMES y allí, junto al caudillo salteño, siguió dando muestras de su valor y astucia.
En 1816, el Director Supremo JUAN MARTÍN DE PUEYRREDÓN, a solicitud de GÜEMES, le confirió los despachos de Teniente coronel del Ejército Nacional, con derecho al uso del uniforme y con todos los privilegios del rango, siendo MANUEL BELGRANO quien le entregó el sable y los distintivos del grado.
En 1825, luego de la batalla de Ayacucho (9 de diciembre de 1824), que concretó la independencia del Alto Perú, el gobierno de Salta le entregó, a su pedido, cuatro mulas y cincuenta pesos fuertes para viajar de regreso a Chuquisaca y allí tuvo el orgullo de recibir la visita de SIMÓN BOLÍVAR, el victorioso general que le había dado la independencia a su patria.
Falleció el 25 de mayo de 1862, en su ciudad natal, acompañada por la única hija que le quedaba, después de haberle dado cuatro hijos y un marido a su querida Bolivia (ver Mujeres soldados argentinas).