ASOCIACIÓN COLONIZADORA JUDÍA (1891)

La Asociación Colonizadora Judía fue una Asociación filantrópica fundada por el Barón HIRSCH en 1891 para proceder a la recolonización y rehabilitación de los perseguidos judíos europeos en otras tierras, incluida la Argentina.

A pesar de ser inmensamente rico y de vivir rodeado de lujos, el capitalista y filántropo europeo —nacido en Munich— MAURICE VON HIRSCH continuó desarrollando el tradicional interés de su familia en los judíos menos afortunados, pero, a principios de la década de 1880, se había desilusionado con respecto a las posibilidades de obtener éxito en Europa, especialmente en la asistencia a los judíos de la Rusia zarista.

Decidió entonces cambiar su operatoria y en 1891, fundó la Asociación Colonizadora Judía en Londres, con el fin de establecer colonizaciones judías en lugares del mundo donde no fuesen perseguidos y en los cuales, mediante nuevas ocupaciones, pudieran crear un nuevo estilo de vida que les prometiera beneficios, libertad así como dignidad humana.

Origen y desarrollo de la Comunidad Judía en Argentina | El orgullo de ser parte

La República Argentina, ávida en aquellos tiempos, de trabajadores agrícolas, fue seleccionada como uno de los principales destinos para establecer colonias de judíos rusos, que habrían de convertirse en agricultores y conscientes de los problemas y fracasos de anteriores empresas colonizadoras que habían ofrecido más promesas y esperanzas que un cuidadoso planeamiento y sostén, la ACJ enfatizó estos últimos factores desde el comienzo (ver Una empresa colonizadora fallida)

En razón de contar con excelentes recursos de capital —2.000.000 de libras esterlinas—, en 1899 y con posterioridad a las muertes del Barón Hirsch y de su esposa, la ACJ se convirtió en una de las más importantes organizaciones de caridad del mundo, contando con aproximadamente 10.000.000 de libras esterlinas a su disposición.

En 1912 la Asociación estableció su sede en Buenos Aires y comenzó a estructurar el marco legal así como también planes realistas necesarios para el proyecto de colonización en la Argentina; evitando cuidadosamente incurrir en los errores cometidos por las anteriores colonias judías y de hecho, incorporando a muchos de los sobrevivientes de aquellas colonias, la Asociación fundó dos poblaciones, casi simultáneamente: “Mauricio” en Carlos Casares, Buenos Aires, y “Moisesville” en Santa Fe, las que fueron seguidas por “San Antonio” en Entre Ríos y otras en la misma área

En 1913 se le concedió a la Asociación el carácter de organización de caridad sin fi­nes de lucro y la colonización comenzó a avanzar velozmente; la mayor parte de sus primeros pobladores (antes de 1914) fueron rusos, seguidos poco después por otros europeos orientales; hacia 1922 la totalidad de las colonias había sido establecida a pesar de que algunos cientos de nuevas familias llegaron posteriormente, la mayor parte de las cuales provenían de la Alemania nazi

En 1940 la ACJ se convirtió en una asociación civil y para entonces, ya  existían diecisiete colonias (diez en la provincia de Entre Ríos, cuatro en el Oeste de la provincia de Buenos Aires y en el Este de La Pampa, dos en Santa Fe y una en Santiago del Estero), todas basadas en la economía agrícola-ganadera. El número de colonos, con sus familias ascendía a veintisiete mil quinientas personas, tenían en su poder aproximadamente 600.000 hectáreas, la mayoría de éstas divididas entre varios miles de pequeños granjeros.

Durante sus cincuenta años de experiencia, la ACJ se convirtió prácticamente en un laboratorio de colonización rural científica, desarrollando un conjunto de guías para la realización de tales operaciones y proveyendo casi todos los servicios necesarios para los colonos (una excepción fueron las escuelas, que estaban bajo la dirección, como todas las escuelas públicas, de la provincia en donde la colonia estaba ubicada).

Para comenzar, se proveían casas, materiales y herramientas; después, los nuevos colonos debían ser instruidos en las actividades agrícolas ya que todos ellos eran novatos; finalmente, la segunda y tercera generación de éstos se constituyeron en uno de los mejores grupos campesinos de la República y los arrendatarios granjeros que obtuvieran éxito podían adquirir su propia granja.

En 1942, se creó «La Unión», Cooperativa Agrícola Israelita, convirtiéndose en la pionera de una de las más importantes sociedades cooperativas federadas de la Nación; cada colonia tenía su propia cooperativa, dirigida por granjeros, a fin de proveer los servicios agrícolas y de comercialización, actuando también como centro de la vida comunitaria; cada una de éstas contaba con una sinagoga, donde se celebraban los servicios religiosos y una especie de municipalidad

La Asociación desarrolló asimismo, un programa de argentinización a fin de asistir a los recién llegados en su adaptación a su nuevo hogar, orientándolos en cuestiones vinculadas con la historia y la cultura argentinas; casi todos los colonos judíos rápidamente se hicieron ciudadanos argentinos y la segunda generación y las posteriores, ya fueron argentinas por nacimiento.

Los informes anuales publicados por la Asociación fueron de gran utilidad para terceros que intentaban canalizar los proyectos de colonización y también para estudiosos que se interesaron por el movimiento (ver ver Inmigración y Colonización).

Fuentes. “Barón Hirsch. Su obra en la República Argentina, 1891-1941”, Ed. por la Asociación Colonizadora Judía, Buenos Aires, 1942; “Diccionario Histórico Argentino”, Ione S. Wright y Lisa M. Nekhom. Emecé Editores, Brasil 1994; “Crónica Argentina”. Editorial Codex S.A., Buenos Aires, 1979; “Historia Argentina”, Francisco Arriola, Ed. Stella, Buenos Aires, 1954; “Argentina y la historia de la inmigración judía, 1810-1950”. Haim Avni, Editorial Universitaria Hebrea de Jerusalem, AMIA Comunidad de Buenos Aires, 1983.

Dejar un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *