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ARISTÓBULO DEL VALLE DENUNCIA EMISIONES CLANDESTINAS (03/06/1890)
Durante la presidencia de MIGUEL JUÁREZ CELMAN, en la sesión del Senado de la Nación del 3 de junio de 1890, el Senador ARISTÚBLO DEL VALLE (imagen) denuncia la existencia de emisiones clandestinas de dinero diciendo:
“…. Cuando en una de las últimas sesiones de la Cámara me referí a las emisiones clandestinas, signifiqué claramente cuál era mi manera de pensar y de sentir respecto de este abuso crimínal del sello de la Nación y de la fe pública, que comporta la imposición de ese sello sobre la moneda circulante.
[…] no cabe duda que ha habido emisiones clandestinas, emisiones clandestinas lanzadas a la circulación por los agentes del gobierno, con la intervención de la oficina creada por la ley para garantizar a propios y extraños la legalidad y la pureza de la moneda circulante, con autorización, con aprobación, sino con orden del mismo Poder Ejecutivo, a quien la Constitución ha confiado la guarda inmediata del sello de la Nación.
Parece, señor presidente, o más bien dicho (para qué voy a ponerme en casos hipotéticos) hay la certidumbre de que en estos momentos circulan en la República, además de las emisiones de monedas hechas con arreglo a la ley, tres clases de emisiones clandestinas y falsas: una emisión clandestina, hecha para ayudar a los bancos oficiales en los momentos en que la desconfianza pública llevaba el oro a 300 e inducía a retirar los depósitos de toda especie que existían en dichos establecimientos.
Otra emisión, la de los billetes de la antigua emisión de las provincias, que habían sido retirados de la circulación convirtiéndolos en billetes nuevos, y que han vuelto otra vez de una manera subrepticia a la circulación en las provincias, emisión que parece que no tenia el apoyo del señor ministro de Hacienda.
Y finalmente, una tercera emisión, igualmente clandestina e igualmente falsa, que se ha lanzado a la circulación para garantir el movimiento ordinario del Banco Nacional, y respecto de la cual no tenemos aún la palabra oficial y pública de Poder Ejecutivo de la Nación.
Yo no necesito demostrar la abierta y flagrante violación de la ley con relación a estas diversas emisiones clandestinas; pero sí necesito poner de manifiesto ante el Senado y ante el país, que esto que se llama emisión clandestina no es otra cosa que falsificación de moneda quienquiera que sea el emisor. [… ].
Nuestra ley de moneda prescribe clara y terminantemente cuál es la base de toda la circulación fiduciaria legitima en la República, y los billetes de nuestra moneda llevan en el dorso las leyendas: una que declara que estos billetes moneda nacional son emitidos dejando en garantía su equivalente en fondos públicos de la Nación de acuerdo con la ley de la materia, y otra que prescribe que quienquiera que emita billetes que no tengan los requisitos que aquella ley establece, que carezca de las garantías que este billete tiene, comete el delito de falsificación y debe ser penado con arreglo a la ley de 1863.
Siendo públicos estos hechos, teniendo como antecedentes las denuncias que han llenado el país, habiendo tenido en el seno del Congreso una confirmación tan explícita y categórica como la que se ha oído.
Yo me he preguntado: ¿El Senado de la Nación cumple con su deber permaneciendo silencioso e impasible en presencia de estos graves sucesos? ¿No tiene una misión constitucional que llenar?.
No tiene una función parlamentaria que desempeñar, por lo menos, para demostrar ante el país que no acepta estos procedimientos y que no se asocia a esos hechos criminosos, que la moral tiene aún defensa en la República Argentina, y que no nos hemos entregado al gobierno de los arbitrios sin control, que pueden salvar todas las barreras, la de la Constitución, la de la ley y la más eterna e inmutable, la de la moral?
[…] Que se nombre una Comisión de Investigación, compuesta por tres senadores designados por la Cámara o por el señor presidente, para que proceda a informar al Senado a la brevedad posible, respecto a lo que hay de verdad sobre dichas emisiones clandestinas. [… ].
Sí los antecedentes que antes he expuesto no bastaran para justificar el procedimiento que aconsejo y pido a la Cámara, todavía tendría que decirle que todos los hechos anteriores se han reagravado con uno de último momento, que seguramente no está en conocimiento de la Cámara y que le va a sorprender como me ha sorprendido a mí.
Es con posterioridad al debate que ha tenido lugar en el seno de la Cámara a propósito del impuesto a oro, donde se trató esta cuestión, se ha hecho todavía una emisión clandestina de 4.500.000 pesos para entregarlos al Banco Nacional, no ya bajo la presión de los depositantes aglomerados a las puertas del Banco, que pudieran poner en peligro la existencia de aquel establecimiento, sino para salvar necesidades cuyo carácter no puedo apreciar, pero que entraría en el movimiento ordinario de la institución bancaria.
[… ] Todavía tengo un antecedente más que mencionar, aunque de menor importancia tal vez, considerado de cierto punto de vista, pero que impone la necesidad de proceder rápida y enérgicamente. El ejemplo dado por el gobierno de la Nación haciendo, o autorizando las emisiones clandestinas o falsas, es un ejemplo contagioso que ha comenzado a recorrer toda la República y en una forma u otra nuestras leyes empiezan a ser violadas abiertamente y a la luz del día (ver Pánico en 1890).
Se ha hecho público que el gobierno de Catamarca ha mandado imprimir en una litografía de esta ciudad billetes de banco. […] Esta moneda probablemente no se habrá lanzado a la circulación, porque son las pruebas litográficas las que yo tengo; pero es el cuerpo del delito para que la investigación pueda ejercitarse contra ese gobierno. [… ]
De manera que no solamente hay falsificación de moneda, sino una usurpación de la prerrogativa que manda que la emisión de moneda menor, moneda inconvertible, sólo puede ser hecha por cuenta de la Nación. [… ] La corrupción nos invade por todos lados. Si queremos salir de esta situación, es necesario que nos resolvamos a poner término a las contemplaciones y a cumplir honrada y virilmente con nuestro deber”. (Archivo General de la Nación, Registro de Actas del Honorable Senado de la Nación).