EL PRIMER FRAUDE ELECTORAL EN BUENOS AIRES (1616)

En 1614 el Cabildo de Buenos Aires contaba con funcionarios (alcaldes y regidores) hechos bajo las normas éticas y morales, primero de HERNANDO ARIAS DE SAAVEDRA y luego de quien lo sucedió MARÍN NEGRÓN. Eran todavía los “dueños” del Cabildo, y constituían un serio obstáculo al libre desenvolvimiento de las bandas de los confederados y los registreros, organizadas para explotar en su exclusivo beneficio, el negocio del contrabando, y a quienes habían traído no pocos problemas a sus enjuagues. Era necesario entonces, pensaron estos delincuentes, cambiar las cosas.

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Necesitaban apoderarse del Cabildo, sobre todo de los puestos de alcaldes, que por estar a cargo de éstos, las tareas de investigar ilícitos y distribuir justicia, podían ser peligrosas en manos “enemigas” (ver Pillerías en el puerto de Buenos Aires).

Tanto dinero corría, tan poderosa eran estas banda y tan buenas perspectivas ofrecía la plaza de Buenos Aires, que en 1615, tres “ilustres abogados españoles” —GABRIEL SÁNCHEZ DE OJEDA, JUSEPE DE FUENZALIDA y DIEGO FERNÁNDEZ DE ANDRADA— llegaron y se instalarse aquí, para “ayudarlos”.

El Cabildo, último reducto de los beneméritos y honrados funcionarios, temió que aumentaran la corrupción ambiente y no quiso admitirlos, pero los confederados esperaron pacientemente que llegara el fin de ese año.

Sabían que en el Cabildo de Buenos Aires, como en todos los de la colonia, el 1º de enero de cada año, al terminar su período de mando, los salientes, elegían a quienes los sucederían. El de Buenos Aires estaba formado por dos alcaldes y seis regidores con voto, y por una práctica aceptada votaban también los tres oficiales reales: el tesorero SIMÓN DE VALDEZ, el contador TOMÁS FERRUFINO, y el depositario BERNARDO DE LEÓN.

Para elegir el Cabildo de 1616 los confederados contaban con sólo dos votos (VALDEZ y FERRUFINO) contra ocho: los dos alcaldes (FRANCISCO DE SALAS y FRANCISCO MANZANARES), cinco regidores (DOMINGO GRIBEO, FELIPE NAHARRO, GONZALO DE CARABAJAL, MIGUEL DEL CORRO y BARTOLOMÉ DE FRUTOS) y el depositario —y a la vez alférez real— (BERNARDO DE LEÓN), pues el sexto regidor (JUAN QUINTEROS) estaba preso en la cárcel “por un crimen”.

¿Cómo se transformó una minoría de dos votos contra ocho en una mayoría? La labor fue ingeniosa. Se empezó por intentar la corrupción de los mayoritaros—como lo denunciarían el día de la elección el alcalde de 1er. voto y tres de los regidores—pero la maniobra dio sólo dos votantes: el alcalde de 2° voto, FRANCISCO MANZANARES, que se entrega con la promesa de hacerlo procurador general y mayordomo de propios, y el regidor FELIPE NAHARRO, que se pasa por el cargo de alcalde de la Hermandad. Son, por lo tanto, cuatro votos contra seis. Tampoco era mayoría.

Llega el 1º de enero de 1616, día de la elección, y los beneméritos al entrar a la sala capitular se enteran que han sido apresados la noche anterior el escribano del Cabildo, CRISTÓBAL REMÓN, y uno de sus regidores, DOMINGO GRIBEO, y en cambio está presente JUAN QUINTEROS, el detenido por “caso criminal”.

FRANCISCO DE SALAS protesta por las detenciones maliciosas de GRIBEO y REMÓN, la presencia del delincuente QUINTEROS; denuncia las tentativas para “sacar otro alcalde que querían sacar” y tacha de nula la votación que debía hacerse.

Lo acompañan en la protesta “una, dos y tres veces LEÓN y CARABAJAL, mientras DEL CORRO con sospechosa prudencia declara “que no se entrometía en si habían sido las prisiones del dicho Escribano y Regidor maliciosas, ni si habían pedido votos o no”, pero los demás callan.

El Justicia Mayor de Buenos Aires, MATEO LEAL DE AYALA, que en su carácter de gobernador interino preside el acto, explica que detuvo a GRIBEO y REMÓN “por causas criminales que han fulminado contra ellos”, negándose a una solicitud de SALAS de que en tal caso, fuesen traídos “con custodia”; en cuanto a QUINTEROS dijo que “estaba en libertad bajo fiado”, que acababa de concederle, y que por lo tanto podía presentarse al Cabildo y votar. Dice luego, que por la ausencia de REMÓN, ha debido nombrar “para legalizar el acto” al escribano de registro GASPAR DE AZEVEDO. Acto seguido, como era de práctica, el presidente empieza la elección recomendando “toda paz, quietud y sosiego, dando su boto libremente a quienes les pareciese”.

Debían elegirse primeramente los dos alcaldes: los cinco beneméritos votan a Gonzalo de CARABAJAL y DOMINGO GRIBEO, y los cinco confederados a JUAN DE VERGARA y SEBASTIÁN DE ORDUÑA. El escribano de registro tacha el voto que acaba de darse CARABAJAL a sí mismo, y dice que por haber sido empatada la elección entre GRIBEO, VERGARA y ORDUÑA con cinco votos cada uno (a CARABAJAL le computa solamente cuatro) el gobernador debe desempatar “arrimando su boto”.

AYALA lo hace “arrimándose” a VERGARA y ORDUÑA. DE LEÓN impugna eso voto “porque el capitán JUAN DE VERGARA es hombre poderoso y mercader, que tiene compañía con el capitán DIEGO DE VEGA, mercader asimismo vecino deste puerto de que biene muy gran daño a Su Magestad, a esta República, y que no siendo Alcaldes tienen esta mano, que será siéndolo?”… y en quanto a SEBASTIÁN ORDUÑA contradize la misma elección por ser mercader y estar hoy mismo, aguardando de próximo, una nao suya y de su hermano”. Aclara GONZALO DE CARABAJAL a continuación, que el navío esperado por ORDUÑA al que se refiere DE LEÓN, “venía cargado de negros”. AYALA, ya desembozadamente inclinado a favor de los “confederados”, no hace lugar a las contradiciones y proclama el resultado.

Luego deben elegirse los regidores: en tres nombres, los dos grupos en pugna, están de acuerdo, pero el gobernador debe “arrimar su voto para los otros tres que empatan en cinco sufragios” y también “arrima su voto” para que FELIPE NAHARRO sea alcalde de Hermandad.

Es tan escandalosa la elección, que uno de los regidores designado por unanimidad, el capitán FRANCISCO MUÑOZ, se niega a hacerse cargo y prefiere sufrir la multa y prisión correspondientes ,antes de sentarse en el escaño “tan deshonrosamente otorgado”.

Quienes se opusieron al fraude y denunciaron las actividades de los alcaldes designados, tendrán que sufrir las consecuencias: al escribano REMÓN se lo separa y al depositario DE LEÓN, se le rechazan las cuentas presentadas , obligándolo a reembolsar de su bolsillo, dos mil doscientos pesos. En cambio, quienes hicieron posible estas designaciones fraudulentas, recibirán su premio. FELIPE NAHARRO fue elegido Alcalde de la Hermandad, FRANCISCO DE MANZANARES será nombrado síndico procurador y mayordomo de propios” y hasta el “cristiano nuevo”, pero “honrado vecino de esta ciudad”, DIEGO DE VEGA, será nombrado mayordomo del Hospital.

Y ya no tuvieron que ocultar más sus maniobras. DIEGO DE VEGA, en pleno día y a la vista de todos, desembarca sus partidas de negros esclavos y las deposita en una propiedad que SIMÓN VALDÉS tenía junto al río y desde allí partirán hacia el Alto Perú, con todos sus papeles en regla y sin sufrir obstáculo alguno (Ver Corrupción, hubo siempre).

Extraído de “Historia Argentina”. José María Rosa, Ed. Juan C. Granda, Buenos Aires, 1965.

 

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