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SARMIENTO Y URQUIZA, UNA RELACIÓN COMPLICADA (1850)
SARMIENTO y URQUIZA, dos personajes destacados de nuestra Historia que mantuvieron una fluctuante relación, dejándonos un claro ejemplo de que nuestros hombres públicos, eran solo eso: hombres, con pasiones, apetencias y debilidades como las de cualquier otro ser humano.
El 19 de febrero de 1852, JUSTO JOSÉ DE URQUIZA entra triunfante en Buenos Aires. Lo acompaña entre otros, DOMINGO FAUSTINO SARMIENTO y detrás de ellos, las tropas que hicieron posible el triunfo en la batalla de Caseros: El llamado “Ejército Grande” cuyos integrantes, entrerrianos, correntinos, santafesinos, uruguayos, brasileros y exiliados ansiosos de revancha, entran desafiantes a esa ciudad que tanto odiaban, por ser el símbolo del poder omnímoda de JUAN MANUEL DE ROSAS.
Pero SARMIENTO no iba muy feliz seguramente. Sus relaciones con URQUIZA no eran muy cordiales desde aquella primera entrevista que tuvieron ambos en Gualeguaychú, en 1850, a poco de llegar el sanjuanino desde Montevideo. Y es el propio Sarmiento quien, en su obra “Campaña en el Ejército Grande”, se encargará de relatarnos los altibajos de su relación con Urqulza.
Las prevenciones de Sarmiento sobre el general en Jefe del ejército aliado eran grandes. Seguramente mayores que las que alentaban otros emigrados unitarios.
En aquel encuentro, le había llamado la atención al sanjuanlno que Urquiza, durante su permanencia en su campamento próximo a Montevideo, se ocupara “en hacer sentir a los emigrados argentinos la necesidad de ponerse la cinta colorada”.
Dos horas después de haber conversado con Urquiza—en aquella primera entrevista—, SARMIENTO recibe de labios del doctor PEDRO ORTIZ una información nada agradable: “ANGEL ELLAS, el secretarlo de URQUIZA, acababa de comunicarle que el General se había fijado que yo no llevaba la cinta colorada”, anota el sanjuanino.
La segunda entrevista, sin embargo, entre ambos personajes, fue algo más cordial y el entrerriano dejó que SARMIENTO expusiera sus ideas políticas. Pero horas más tarde este último se enteró de que el general estaba “muy alarmado» porque no se ponía la cinta colorada”.
Poco despues, estando en la isla de Fragas, en Gualeguaychú, con ÁNGEL ELÍAS, éste le explicó a SARMIENTO: “El general quiere que todos lleven la cinta para mostrar uniformidad”. El diálogo que se entabló, según la versión sarmientina, fue sumamente ilustrativo: “Es que ésta no es la cinta de Rosas”, dice ELÍAS. “Es la cinta colorada y al emblema y al color es que he dirigido mis ataques”, contesata SARMIENTO.
Boletinero del Ejército Grande
En la tercera entrevista con URQUIZA, el sanjuanino le ofreció sus servicios, y aquél, luego de incorporarlo a su ejército con el grado de Teniente Coronel, le indicó que se encargara del Boletín Oficial del Ejército Grande y de “llevar prensa”, lo que SARMIENTO aceptó, gustoso.
A principios de diciembre de 1851, regresó a Montevideo y hallándose en esta ciudad, recibió la orden de URQUIZA de comprar una imprenta para el ejército. SARMIENTO adquirió lo necesario para imprimer el Boletín que se le encargara y se embarcó a bordo del vapor que comandaba el almirante brasileño JOHN PASCOE GRENFELL quien remontaba el río Paraná al mando de siete naves para reunirse con URQUIZA.
El 17 de diciembre de 1851 llegados al Paso del Tonelero, fueron detenidos por tropas que al mando del General LUCIO NORBERO MANSILLA se habían apostado en ese lugar para impedir el avance de fuerzas enemigas, pero los brasileños lograron forzar el paso.
Llegado a Diamante SARMIENTO se reunió nuevamente con URQUIZA y fue recibido muy fríamente por éste. Permanecieron juntos durante ocho días allí y SARMIENTO comenzó a publicar el Boletín, sufriendo los rigores de un incomprendido poco cordial tratamiento, que fue superado solamente a partir de la tercera publicación.
El sanjuanino acompaña al Ejército Grande en su marcha sobre Buenos Aires. Los Boletines se suceden y el 3 de febrero de 1852 se libra la batalla de Caseros y allí estrena en el campo de combate, su grado de Teniente Coronel. El boletinero SARMIENTO se presenta luego ante URQUIZA en Santos Lugares, lo felicita por la victoria y presencia, complacido, el degüello de SANTA COLOMA ordenado por el vencedor.
Después de la Batalla de Caseros, no siendo ahora “el boletinero de URQUIZA”, ni ejerciendo otras funciones, SARMIENTO es un simple observador y comienza a ver en lo profundo, la verdadera personalidad e intenciones de URQUIZA. El 5 de febrero está en Palermo de San Benito y ve a MAZA preso y liberado por URQUIZA.
Ve también como éste ordena libertad del mazorquero PABLO ALEGRE y el sanjuanino comienza a disgustarse con su antiguo jefe y amigo, mientras URQUIZA, en Palermo repite a quien quiera oirlo: “Los salvajes unitarios son los que han vencido a Rosas. Aquí encuentro que nadie quiere ponerse la cinta colorada. Yo, he de entrar a Buenos Aires con esta cinta”. Don Justo, según SARMIENTO, apremia a sus visitantes a colocarse la divisa.
El 9 de febrero, una vez más SARMIENTO se entrevista con URQUIZA. Le dice que sus funciones con él han terminado y que se dirigirá a Chile. Redactó antes el último número del Boletín con el parte de la batalla de Caseros y luego se sumó al séquito de URQUIZA para desfilar triunfante por la calle Florida.
Después, sin haber aceptado ponerse la divisa colorada, que incluso ALSINA tuvo que aceptar para ser Ministro, SARMIENTO, disgustado con URQUIZA, por verlo orientado hacia una nueva dictadura, se expatrió voluntariamente.
Ocupando un camarote en un buque de guerra brasileño comandado por CARNEIRO LEAO, abandonó Buenos Aires, casi en secreto, porque solamente ALSINA, LÓPEZ y MANUEL GUERRICO se enteraron de su partida. Llegado a Montevideo,
SARMIENTO pasó al “Prince” que lo condujo a Río de Janeiro, donde permaneció durante dos meses, hasta que el 10 de junio de 1852, llegó a Valparaíso, Chile. Se había separado de URQUIZA, sin haberse puesto la cinta colorada como se le exigía. Porque la política urquicista dirá luego, “no era conforme a los principios que yo sostengo”.
En 1852 publicó en Chile “Campaña con el Ejército Grande”, dedicada a JUAN BAUTISTA ALBERDI y en cuyas páginas critica fuertemente a URQUIZA, lo que generó una violenta polémica con el mismo Alberdi, que fue el origen de “Las ciento y una” (colección de las cartas de Sarmiento) y las “Cartas quillotanas” (colección de las de Alberdi), donde cada uno de ellos exponía las razones y fundamentos de sus respectivas posiciones con respecto a URQUIZA (ver Cartas quillotanas).
La reconciliación
Después de haber estado muchos años distanciados. militando, uno como unitario empedernido y el otro como antiguo federal, devenido en unitario, DOMINGO FAUSTINO SARMIENTO y JUSTO JOSÉ DE URQUIZA hacen las paces El caudillo entrerriano dejando de lado viejos rencores, le envió a SARMIENTO sus saludos junto con una bata (“robe de chambre), gesto que fue respondido por SARIEWNTO, mediante una conceptuosa nota de agradecimiento (ver Sarmiento y Urquiza, reconciliados).
Urquiza era un unitario vestido de federal y Rosas un federal vestido de unitario. Era natural que tengan que cruzarse. Sarmiento no era ninguna de las dos cosas. Era un liberal que suelen vestirse de pobres para terminar siendo oligarcas opresores de los pobres. Era natural que no congeniara ni con Rozas ni con Urquiza.