SARMIENTO Y LA CONFRONTACIÓN CON LOS ABORÍGENES (1869)

Luego de la frustrada Campaña al Desierto llevada a cabo por BARTOLOMÉ MITRE, siendo ya DOMINGO FAUSTINO SARMIENTO el Presidente de la Nación, la situación en la frontera sur, se mantuvo estable, pero frecuentemente sacudida por brotes de violencia, que muchas veces dependía de la situación interna y de la lucha por el poder que enfrentaba a los cacique nativos, con los llegados desde Chile.

Así fue que durante la Presidencia de DOMINGO FAUSTINO SARMIENTO, se le dio especial importancia al establecimiento de una nueva línea de fronteras y al establecimiento de Fuertes y Fortines, que le den solidez.

Pero, la guerra con Paraguay, que absorbía los principales recursos del país, impidió una solución radical de esa cuestión y de la confrontación con los aborígenes. No obstante ello, se proyecta una nueva línea de frontera, con un avance general sobre el desierto y la firma de Tratados con los principales caciques, para llevar la paz a esos territorios.

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En abril de 1869, el ministro de Guerra y Marina, Coronel MARTÍN DE GAIZA,  encomienda al Teniente coronel JUAN F. CZETZ  (imagen), la tarea de efectuar un reconocimiento  de las regiones que se extendían más allá de las fronteras de Mendoza, San Luis, Córdoba, Santa Fe y noroeste de Buenos Aires, con el fin de determinar los lugares que deberían ocupar las fuerzas nacionales en una nueva línea defensiva frente a los nativos.

Durante ese mismo mes, CZETZ marchó a Río IV, donde el Coronel LUCIO V. MANSILLA se desempeñaba como Jefe de Frontera Sur de Córdoba y con él estudia planos y mapas, consulta  itinerarios de expediciones y entre ambos deciden realizar una marcha de exploración hacia el río Quinto.

El 19 de mayo de 1869, siguiendo un itinerario trazado por MANSILLA, las fuerzas de la Frontera Sur de Córdoba, se internan y realizan  observaciones y estudios topográficos y de distancias. El 23 de mayo alcanzan los puntos que se habían fijado y comienzan  determinar la ubicación de los que serán los Fuertes y Fortines intermedios.

La nueva línea de frontera proyectada —y ejecutada en parte— tendría su recorrido desde el Fuerte Pringles o 3 de. Febrero, sobre el río V, hasta la Laguna de la Picasa o Desconocida, en tendido de oeste a este. De este último punto seguiría en ángulo recto, de norte a sur, hasta Loncagüe, para continuar después hasta Blanca Grande y Pillahuincó.

El ministro GAINZA aprueba el proyecto de CZETZ y le ordena la presentación de un plano y un detallado  informe sobre los estudios realizados.

Este trabajo, que CZETZ termina en el mes de agosto, comprende todas las fronteras de la República sobre la pampa, desde  Mendoza hasta  Bahía Blanca. En octubre, CZETZ  se traslada a la frontera norte de Buenos Aires para iniciar la instalación de fuertes y designar lugares para los fortines y el 3 de enero de 1870, le informa al Ministro GAINZA  que el establecimiento de la nueva línea do frontera era ya una realidad:

Fuertes y fortines estaban en construcción y los trabajos podían estar terminados en dos meses. Las ventajas alcanzadas con la nueva línea consistían en haber reducido la extensión de la frontera en cerca de 60 leguas y el haber tomado a los indios las aguadas principales.

La obra de Czetz se concretó finalmente en una línea con 8 reductos principales ubicados en San Rafael, Villa Mercedes, Coronel Gainza, Coronel Lavalle, General Paz, Blanca Grande, Belgrano y Carmen de Patagones.  asientos todos ellos de comandancias y  enlazados entre sí por docenas de fortines.

Terminada la guerra con Paraguay, el regreso de las fuerzas empeñadas en esa contienda, le permitió al gobierno encarar la posibilidad de avanzar la línea de fronteras hasta el río Negro, dando así cumplimiento de la Ley dictada en 1867 que así lo disponía.

Poco a poco, las tropas veteranas fueron enviándose para reforzar algunos de esos puestos en la frontera  y ese mismo año (1870),  CALFUCURÁ firmó un convenio con el comandante de la frontera sur, el coronel FRANCISCO DE ELÍAS,

Pero no todo terminará en paz a partir de entonces. Con motivo de las exploraciones que se habían llevado a cabo en el río Negro hasta Choele-Choel, a fines de 1869, que determinaron la ocupación de esta isla, en 1870, se produce la reacción de los aborígenes de esos territorios.

CALFUCURÁ llama en su auxilio a araucanos chilenos (Manuel Grande, Gervasio Chipitruz y Calfuquir),  exige el desalojo de Choele-Choel y el 14 de  junio de ese año, encabeza un malón sobre Tres Arroyos. Matan a varios pobladores y se llevan  un arreo de 40.000 animales.

Las tropas de los fortines “General García” y “Coronel Suárez” al mando del coronel CAMPOS salieron a reprimir el ataque y luego de perder en el combate al alférez PÍO CÁCERES, al teniente BENJAMÍN RIVERO y a 14 soldados, logró vencerlo en el Combate de Tres Arroyos  y recuperar parte del ganado robado

Esta invasión hace que en las Cámaras se tome conciencia acerca de la gravedad de la situación y el 22 de julio por Ley, se autoriza  al Poder Ejecutivo  a invertir dos millones de pesos, destinados a llevar la frontera hasta el río Negro. Pero el levantamiento jordanista en  Entre Ríos obstaculiza esta empresa.

El 23 de octubre de 1870,  2.000 aborígenes, con NAMUNCURÁ  a la cabeza, se lanzan sobre Bahía Blanca con el propósito de tomarla; pero la invasión es nuevamente repelida, aunque no puede evitarse el saqueo de la región circunvecina.

En  noviembre de ese mismo año, se celebra un convenio de paz con CALFUCURÁ y otro con CIPRIANO CATRIEL, cacique principal de los pampas. Pero a principios de 1871, MARIANO ROSAS, cacique general de los ranqueles y su jefe EPUMER lanzan un malón en el sur, por lo que el General JOSÉ M. ARREDONDO ordena un escarmiento a los ranqueles, que es llevado a cabo en marzo de ese año, por el Coronel ANTONIO BAIGORRIA

En 1871 el cacique JUAN JOSÉ CATRIEL asesina a su hermano, el cacique principal CIPRIANO CATRIAL por considerarlo traidor y el 3 de mayo de ese mismo año, el coronel CONRADO VILLEGAS libra la que será su primera acción de combate y se enfrenta con la indiada del cacique EPUMER ROSAS, iniciando así su presencia en este dramático escenario, que lo tendrá como protagonista principal de la lucha contra los indígenas en la frontera sur de Buenos Aires.

A comienzos de 1872 CALFUCURÁ rompe los Tratados firmados en 1870 y encabezando una fuerza compuesta por 3.500 aborígenes, una vez más  se lanza sobre la campaña del centro de la provincia de Buenos Aires en los primeros días de marzo, dejando un saldo de 300 pobladores muertos, 500 cautivos y el arreo de  200.000 cabezas de ganado.

El General IGNACIO RIVAS parte entonces desde Azul al mando de un destacamento reforzado con 800 indígenas de los caciques CATRIEL y COLIQUEO y el 8 de marzo de 1872 en  el paraje conocido como Pichí Carhué (Carhué Chico) cerca del fortín de San Carlos, hoy San Carlos de Bolívar, logra derrotarlo y poner en fuga a su gente.

En 1872 se libran diversos combates en varios frentes en la lucha contra los aborígenes de la Patagonia. Antonino BAIGORRIA derrota al cacique de los ranqueles Mariano ROSAS; Nicolás LEVALLE al cacique NAMUNCURÁ, en La Pampa, Luis TEJEDOR al cacique Juan CHICO y Conrado VILLEGAS al cacique PINCEN.

El 5 de marzo de 1872 nuevamente CALFUCURÁ, al frente 6.000 guerreros, atacó los pueblos de General Alvear, 25 de Mayo y Nueve de Julio, en la provincia de Buenos Aires, resultando muertos 300 criollos y robadas 200.000 cabezas de ganado, pero el 8 de ese mismo mes y año, habiendo salido en su persecusión el Coronel IGNACIO RIVAS al mando de 1000 soldados y 800 indígenas aliados pertenecientes a las tribus de COLIQUEO y CATRIEL, logran darle alcance y lo derrotan en la localidad de “San Carlos”, cerca de Bolívar, provincia de Buenos Aires, en el llamado “Combate de San Carlos” (o de Pichi-Carhué).

Como resultado de ello, los aborígenes fueron rechazados en la provincia de Buenos Aires hasta una frontera más allá de los distritos colonizados de 9 de Julio y 25 de Mayo (ver Las Campañas al desierto).

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