LAS MULAS ERAN UN GRAN NEGOCIO  (00/01/1809)

La cría e invernada de mulas fue una de las actividades económicas que mo­vilizaba a mayor número de personas en el virreinato del Río de la Plata, por lo que será oportuno comentar algunas de las características de este negocio y de los animales involucrados en él, desde su nacimiento en las pampas «de abajo», hasta que ingresa en el Alto Perú, donde trabaja y muere.

Salta el más importante centro para la comercialización de las mulas. Durante los meses de febrero y marzo tenía lugar en la ciudad de Salta, una gran feria que constituía,  según testigos de la época, la mayor concentración  de mulas del mundo. En los potreros del valle de Lerma se juntaban unas 60.000, además de 4.000 caballos.

La estación lluviosa, es decir, los meses de verano, eran  inadecuada para las transacciones, porque los compradores altoperuanos de ganado y los dueños de tropas, que llegaban para venderlas, tenían  dificultad para instalarse con sus tropas y  sus tiendas en lugares secos.

Venían esperanzados en hacer grandes negocios, pero antes debían superar diversos inconvenientes que menguaban significativamente sus ganancias. Comenzando con que, como a las mulas,  luego de llegadas y antes de la subasta, debían se encerradas en grandes corrales,  era preciso rehacerlos  frecuentemente, debido a que los destrozan a patadas durante la noche.

Demandaba también la máxima atención de los corraleros, detectar de inmediato a los ejemplares que padecían del “mal de los vasos”, un deterioro de éstos, que se ablandaban debido a su permanencia durante la invernada en terrenos cenagosos,

Otra pérdida que sufrían,  era derivada de la  gran mortandad que se producía en sus  hatos, debido a la incapacidad de algunos ejemplares criados en la llanura, para adaptarse al clima y a las dificultades que presentaba el terreno montañoso de su nuevo destino. Finalmente, los infaltables robos hacían  que llegasen a destino muchos menos animales de los reunidos para la venta.

La gran feria de marzo proporcionaba  riquezas  a la provincia salteña y no sólo a los comerciantes que las habían llevado,  Capataces y peones, trabajadores bien pagos si se comparan sus sueldos con los percibidos en otras actividades, especialmente con lo que ganan los trabajadores manuales en Perú, compran géneros y licores en los negocios de la ciudad.

Comerciantes y trafi­cantes de ganado de las ricas villas de Oruro o Potosí,  se alojan en Salta y crean vínculos de familia y de amistad con la población local. Son corrientes las bodas entre los mercaderes altoperuanos y las muchachas salteñas, cuya belleza era célebre en todo el altiplano.

Desde “las Pampas de abajo hacia el Alto Perú.  La mayor parte de las mulas que se venden en Salta, nacían  en las estancias de Santa Fe, Corrientes,  Buenos Aires y las provincias andinas La Rioja y Catamarca. Este animal, producto híbrido de la yegua con el burro, es muy resistente para el trabajo y eso lo convierte en un elemento muy apto para el transporte en zonas montañosas como es el Perú

La crianza de las mulas tiene algunos detalles  pintorescos por las características  de uno de sus componentes genéticos: el burro. Son éstos animales muy celosos defensores de sus manadas y si algún padrillo se introduce en ellas,  lo matan a mordiscos. El burro es tan valiente que no teme ni siquiera al tigre, contra el que emplea un singular método defensivo: lo deja subirse a su lomo y una vez que está bien agarrado con las zarpas, se tira al suelo y se revuelca hasta quebrar el delicado espinazo del felino.

Cuando las mulas tenían dos años de edad emprendían viaje hacia su primer lugar de invernada en los potreros de Córdoba. Seiscientos o setecientos ani­males integraban las tropas que marchaban lentamente rumbo al norte, con gran trabajo para los arrieros, pues los animales jóvenes,  son muy curiosos y era común que detuvieran  su marcha para contemplar una carreta, una tienda o simplemente un árbol que apareció en su camino y sólo reanudará la marcha,  luego de ser vigorosamente azuzado por lo peones (ver Arrias de mulas).

Dejar un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *