EL REGIMIENTO 10 DE INFANTERÍA (09/08/1814)

El Regimiento 10 de Infantería, nació con la patria. Fue creado por decreto del Director Supremo GERVASIO POSADAS el 9 de agosto de 1814 con el plantel de «las compañías de zapadores que sirvieron en la provincia oriental, las dos de pardos agregadas al N° 2 y la de la misma clase existente en Santa Fe».

Los primeros meses fue su jefe el legendario Barón de Holmberg, a quien sucedió el entonces coronel DÍAZ VÉLEZ. El regimiento fue destinado en aquellos años al Ejército del Norte, y acampado en Tucumán, le tocó el privilegio de rendir honor a los congresales de Tucumán, cuando la Patria proclamó su independencia.

Luego, cuando el vendaval de la anarquía sopló fuerte en el año 1820, la unidad se vio envuelta en la sublevación de Arequito y fue momentáneamente disuelta, para reorganizarse luego y seguir con su historia de guarnición en Entre Ríos.

Pero donde el 10 de Infantería se cubrió de gloria fue precisamente en la Compaña del Desierto, que dio por resultado la conquista para la civiliza­ción del territorio que hoy custodia en los confines del país.

Corría el año 1878 cuando, cumpliendo con los planes del general ROCA, se iniciaba la Campaña del Río Negro, destinada a recuperar el territorio dominado por los bravios ranqueles. Allí se preparó a marchar el 10 de Infantería, que con el 4 de Caballería formaba la 3ª. Brigada, al mando del coronel EDUARDO RACEDO.

El Regimiento estaba a las órdenes del comandante SÓCRATES ANAYA. El 10 de setiembre de 1878, luego de librar el combate de El Salado, el regimiento ocupó Poitahué, en la región ranquelina, en el centro de lo que es hoy la provincia de La Pampa.

Desde allí exploró los valles de los ríos Atuel y Salado, librando un cruento combate con la tribu del cacique ÑAUN- ÑAÚN, a quien batió e hizo prisionero, arrojando cada vez más al sur a las lanzas ranquelinas.

El 19 de noviembre, en unión con el 4 de Caballería, cayó sobre las tolderías del aguerrido cacique EPUMER ROSAS y después de recia lucha las dispersó, tomando cuatrocientos prisioneros. EPUMER huyó hacia el sur a su guarida de Nahuel Mapó. Pero la Brigada de RACEDO no le dio tregua. Quería terminar con el indómito cacique, que recibía constantes refuerzos de armas y de gente de las tribus del otro lado de la cordillera.

Por fin, el 2 de enero de 1879 se libró el combate de Leubucó con las lanzas de los caciques EPUMER ROSAS y BAIGORRRITA. La lucha, feroz y desesperada, no concluyó hasta que cayó prisionero EPUMER y varios centenares de sus guerreros. La región tan temida de los ranqueles quedó para siempre ganada para la civilización.

Al concluir esta campaña, NICOLÁS AVELLANEDA, que era el Presidente de la Nación, , les dirigió una vibrante proclama, donde les dijo:: «… Estáis llevando a cabo con vuestros esfuerzos una grande obra de civilización a la que se asignaban todavía largos plazos. La pericia y la abnegación militar se adelantan al tiempo».

«Cada una de vuestras jornadas marca una conquista para la humanidad y para las armas argentinas. El pais agradecido os reconoce esta doble gloria. Después de muchos años de guerra sale del terreno de las hazañas oscuras, y hay a vuestras espaldas todo un pueblo que vitorea a los vencedores».

«No se perderá la ruta que habéis trazado sobre el desierto desconocido. Por los rastros de las expediciones se encaminará, en breve, el trabajo a recoger el fruto de vuestras victorias, abriendo nuevas fuentes de riqueza nacional al amparo de vuestras armas. Nunca habrá sido más fecunda la misión del Ejército Argentino …».

Así, el 10 de Infantería se cubrió de gloria en la abnegada Campaña al Desierto. Luego, ya cuando esa tarea estuvo cumplida, volvió de guarnición a la provincia de Entre Ríos.

Allí estaba cuando en el año 1923 el Presidente ALVEAR, por un decreto refrendado por su Ministro de Guerra, el general JUSTO, lo transformó en regimiento de montaña y al cabo de algunos años, se instaló en Covunco Centro en forma definitiva.

Fue la primera unidad de infantería de montaña que resguardó nuestra frontera patagónica. Hoy, cuando sus soldados con el moderno equipo de estos tiempos marchan por ese paisaje, están cumpliendo con el vaticinio de AVELLANEDA en su recordada proclama.

Porque el Regimiento es el mismo, cambian los uniformes, el tiempo trae otros rostros y otros nombres, pero el espíritu y la misión son los mismos de los que supieron cumplir sus camaradas del siglo pasado en ese mismo paisaje (Teniente Coronel Walther Phillipeaux).

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