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INCENDIO EN LOS CUARTELES DE RETIRO (09/12/1864).
Los “Cuarteles de Retiro” estaban en cercanías de donde hoy está el monumento al General José de San Martín, cuya imagen ecuestre había sido inaugurada en 1862 en la Plaza San Martín (Arenales, entre Maipú y Florida).
Fue construido en 1800 por orden del virrey GABRIEL MIGUEL DE AVILÉS Y DEL FIERRO, y la obra estuvo a cargo de MARTÍN BONEO Y VILLALONGA, una suerte de “intendente” porteño de aquellos años.
Era la sede del Segundo Batallón de Línea, la Legión Militar y el Regimiento Uno de Artillería y unidades menores con asiento en Buenos Aires y hasta que un incendio lo destruyó casi completamente, fue protagonista en muchos de los sucesos que involucraron a las Fuerzas Armadas en la política nacional.
Registros de la época dicen que quince minutos después de las 7 de la mañana del 9 de diciembre de 1864, una fuerte explosión sacudió techos y paredes de la vecindad de los cuarteles.
Fue justo cuando los soldados de dos compañías del Regimiento de Artillería volvían al cuartel después de realizar trabajo de campo en el llamado “hueco de las cabecitas” (actual plaza Vicente López), un área por entonces bastante despoblada.
Cuando ocurrió la explosión en Retiro, la nefasta Guerra de la Triple Alianza llevaba menos de un mes de comenzada. Y aunque la Argentina todavía era neutral (recién iba a participar militarmente desde abril de 1865), su influencia política en el conflicto ya era visible.
De todas maneras, aquel hecho que conmovió a Buenos Aires el 9 de diciembre de 1864 no estaba vinculado con ese enfrentamiento: siempre se lo consideró un accidente. La historia habla de cincuenta muertos y muchos daños, no sólo en el cuartel sino también en los edificios de los alrededores que, por fortuna, todavía no eran muchos.
Cuentan que en ese momento estalló el polvorín del cuartel y literalmente voló toda el ala derecha del edificio. Los soldados quedaron tapados por los escombros.
Después del primer momento de angustiosa sorpresa, llegó la asistencia. Entre una nube de polvo flotando en el aire soldados de la Legión Militar y del Segundo Batallón de línea empezaron a remover aquellas piedras.
La intención era rescatar sobrevivientes. Además, mucha gente llegó para asistir a los habitantes de la zona vecina. Es que en todas las viviendas de los alrededores no sólo habían estallado los vidrios: puertas y ventanas también habían sido arrancadas de cuajo y mucha mampostería había quedado hecha pedazos.
Se recuerda que el cura párroco de la cercana iglesia del Socorro corrió hasta el lugar para asistir espiritualmente a las víctimas que habían salvado sus vidas por milagro. Años más tarde, el edificio había sido reconstruido para seguir funcionando como cuartel (ver Los Cuarteles de Retiro).