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EL MOTÍN DE LAS TRENZAS (05/12/1811)
El llamado motín de las trenzas tuvo por escenario a Buenos Aires y como protagonista al Regimiento de Patricios. A los pocos días de jurado el Estatuto Provisional de 1811, se produjo en Buenos Aires la sublevación del Cuerpo de Patricios, episodio que se vinculó a la tensa situación política que en esos momentos vivía el gobierno de las Provincias Unidas (ver El Regimiento Patricios).
BERNARDINO RIVADAVIA, que era entonces el hombre fuerte del Triunvirato designó a MANUEL BELGRANO comandante de Patricios, uno de los principales Regimientos de la ciudad y éste, recientemente absuelto en el injusto proceso al que fue sometido luego del fallido intento de incorporar al Paraguay a los postulados de Mayo, no fue bien recibido por la tropa que no vio con buenos ojos la designación porque permanecía fiel a su antiguo jefe, el coronel CORNELIO SAAVEDRA que había sido desterrado a San Juan por el Triunvirato
Pero la situación se agravó por una orden de BELGRANO que exigía que los soldados se cortaran una colita o trenza que era el distintivo de ese Regimiento y que usaban como una honorable tradición.
La rebelión se inició el 5 de diciembre y después de expulsar a sus oficiales, los Patricios se atrincheraron en su cuartel y se dispusieron a resistir sin contar con el apoyo de ninguna otra unidad militar.
El gobierno trató de disuadirlos mediante una proclama que pedía “sobriedad, disciplina, orden y subordinación”. Pero era demasiado tarde. La noche del 6 de diciembre estalló el motín. Los subordinados exigían la renuncia de BELGRANO, la anulación de la orden de cortarse las trenzas y el regreso de Saavedra.
En la práctica lo que querían era un cambio de gobierno. RIVADAVIA mostró entonces la fuerza de su carácter. Llamó a JOSÉ RONDEAU que acababa de llegar de Montevideo con su ejército y le ordenó que iniciara la represión. La batalla duró poco más de quince minutos pero al terminar había cincuenta muertos y numerosos heridos.
Tanto el Regimiento como los líderes de esta rebelión fueron severamente castigados y la autoridad del gobierno patrio, prevaleciendo firmemente sobre los militares de esa época, dispuso el fusilamiento de los cabecillas del movimiento y así rezaba el dictamen del Tribunal que juzgó y condenó a muerte a diez de los once cabecillas del motín:
«En esta virtud sean degradados, pasados por las armas, puestos a la expectación pública sin la menor demora y a la presencia de las tropas, los sargentos JUAN ANGEL COLARES, de la 5ª Compañía del 2º Batallón; DOMINGO ACOSTA, del 1º Escuadrón de Granaderos; MANUEL ALONSO, de la 3ª Compañía del 5º Batallón; JOSÉ ENRIQUEZ PINTO, del 2º Escuadrón de Granaderos; AGUSTÍN QUIÑONES y GREGORIO CEBALLOS, de la Compañía de artilleros de dicho Regimiento; los granaderos de la 2ª y 5ª; AGUSTÍN CASTILLO y JUAN HERRERA; el artillero MARIANO CARMEN, de la citada del número V, y RICARDO NONFRES, del cuerpo de la Unión» (ver Fusilamiento de los cabecillas del motín de las trenzas).
La orden se cumplió el 11 de diciembre de 1811 y los que fueron considerados cabecillas del alzamiento: diez entre sargentos, cabos y soldados fueron condenados a muerte y pasados por las armas. Otros pagaron con prisión de entre 4 y 10 años en Martín García.
El Regimiento cambió de uniforme y de número y algunas compañías fueron disueltas. El Triunvirato acusó a los Diputados del interior que se encontraban en Buenos Aires, de haber promovido el levantamiento y les ordenó que volvieran a sus lugares de origen en un plazo de 24 horas. Los conflictos entre Buenos Aires y las provincias, daban así sus primeros pasos..