ROSAS Y LA INSTRUCCIÓN PÚBLICA (1832)

La época de Rosas, ha sido considerada por la historiografía como un período política y culturalmente estéril.

Por su parte, los historiadores revisionistas  suelen considerar que en lo cultural, durante el gobierno de ROSAS se llevó a cabo un intento de organización social y política autónoma e independiente y desarrollar una cultura nacional propia, sin hacer particular hincapié en la continuidad o discontinuidad con la situación previa, cuando por influencia de BERNARDINO RIVADAVIA, se pretendió modernizar y europeizar la cultura y la educación, y romper con el modelo colonial,

Debiendo administrar un Estado económicamente en crisis, para reducir gastos, anuló la mayor parte del presupuesto dedicado a la educación y este es un tema sobre el cual tampoco los historiadores han podido ponerse de acuerdo. Expondremos entonces los hechos, tal como trascendieron, sin emitir opinión ni evaluación alguna.

En 1832, en un mensaje a la Legislatura, ROSAS informa sobre el problema de la instrucción pública en “dos renglones”. En el año 1835, expresa que las escuelas para varones debían “ser costeadas, en adelante, con lo que produzca el ramo de corrales en cada pueblo” y dicta un decreto que imponía a los preceptores la obligación de jurar adhesión y fidelidad a su persona y a la santa causa federal, como requisito previo al ejercicio de la docencia.

Dispone que los escolares vistan “en lo sucesivo trajes de listado que no tenga nada de celeste ni de verde; esclavina punzó y moño también punzó al lado izquierdo de la cabeza, bien grande y en todo tiempo”.

En 1837, hace saber a la Junta de Representantes que la educación para las niñas era de orden “religiosa, federal, industrial y modesta” y en el mensaje de 1838 anuncia que el gobierno había suprimido “la dotación de los preceptores de educación primaria” y le hace saber a la Sociedad de Beneficencia que las alumnas deben costear su educación y “que la que no entregase la suma que le fuera asignada sea despedida”.  Además, añade, que “si no se reuniese la cantidad necesaria, cese la escuela o escuelas”.

En 1838 se suprimió en Buenos Aires la enseñanza gratuita y los sueldos de los profesores universitarios.  No obstante la Universidad de Buenos Aires y el actual Colegio Nacional Buenos Aires se mantuvieron en actividad por medio del arancelamiento de sus estudiantes, y de sus aulas salieron los miembros de la élite porteña del período siguiente, la mayoría de los cuales serían detractores acérrimos de Rosas.  Además existía la Universidad de Córdoba, regenteada por religiosos católicos, que otorgaba títulos en derecho canónico y civil.

En los mensajes de los años 1840 y 1841, informa “que el gobierno había retirado los subsidios destinados a la conservación de los establecimientos de caridad, de beneficencia y de educación de ambos sexos”.

En 1842 dicta un decreto que disponía que los establecimientos de enseñanza sólo debían recibir a los niños cuyos padres se hallaban prestando “servicios federales de la causa nacional”. Dispuso también que la policía averiguara “el color político y la calidad federal” de los maestros.

En los años subsiguientes las referencias a esa importante rama del gobierno se limitan “a una o dos frases”; en las de 1844 y 1845 no se hace mención de la instrucción pública. En el mensaje de 1846 informa que la enseñanza elemental debe ajustarse “a la santa religión del Estado” y “a la sagrada causa nacional de la Confederación”, demostrando en los años siguientes hasta 1852, la más absoluta indiferencia por el progreso de la instrucción popular.

La educación secundaria. En Buenos Aires, la educación secundaria estuvo distribuida entre varios colegios, entre los cuales el más prestigioso era el Colegio de San Ignacio, administrado por  jesuitas, cuando éstos fueron nuevamente expulsados,  se transformó en el Colegio Republicano Fedferal,  regenteado por el antiguo jesuita FRANCISCO MAGESTÉ.

Pero también había varios colegios privados, como el que dirigía ALBERTO LARROQUE y en el interior había colegios secundarios en la mayoría de las capitales provinciales y en algunas de ellas era especialmente prestigiosa la educación brindada por los conventos, como el franciscano, que se hallaba en San Fernando del Valle de Catamarca.

En materia de estudios superiores, Rosas siguió una política semejante. En 1830, considerando que la educación que allí se impartía era “europeizante y elitista” ordenó la clausura del Colegio de Ciencias Morales de Buenos Aires, de enseñanza preuniversitaria; creado en 1823, en la época de Rivadavia, argumentando “que no correspondían sus ventajas a las erogaciones que causa ni a los fines que motivaron su fundación”.

En 1835 suprimió el Consejo Directivo de la Universidad y disminuyó su personal docente y administrativo. Hizo saber a su Rector que al gobierno le era imposible abonar los sueldos y demás gastos del establecimiento y al mismo tiempo le indicaba que los catedráticos debían requerirle a los padres de los universitarios, el pago de una cuota destinada a sufragar los haberes del profesorado, los sueldos del personal administrativo y los gastos generales.

Se advertía finalmente a dichas autoridades, la obligación de despedir a los alumnos que no satisficieran esas exigencias. Quedaba al arbitrio del gobierno la clausura de la Universidad, si ésta no lograba reunir los fondos para sostenerse.

La Literatura del período fue notoriamente escasa, con excepción de la que produjeron los miembros de la Generación del 37. La música, en cambio, tuvo un momento de brillo particular, llegando con JUAN PEDRTO ESNAOLA a alcanzar cierta autonomía de las escuelas musicales europeas.

Por su parte, también la pintura logró iniciar una producción autónoma, especialmente en el campo del retrato, el paisajismo y la pintura histórica, siendo sus representantes más destacados PRILIDIANO PUEYRREDÓN, y  CARLOS MOREL, CARLOS ENRIQUE PELLEGRINI y AMADEO GRAS.

El Periodismo. El Periodismo opositor sufrió las consecuencias de las persecuciones de Rosas; no  obstante, se siguió publicando la «Gaceta de comercio”, heredera de la antigua «Gazeta de Buenos Aires» y muchos otros periódicos, varios de ellos oficialistas y hasta  obsecuentes hacia ROSAS.

Fueron publicaciones rosistas de aquella época «El torito de los muchachos», «Don Gerundio pincha ratas o el abogado de los unitarios», «El rayo» y «El Relámpago) y otros notoriamente opositores o ajenos a la política  «La aljaba», «L’abeille», «L’eco de deux mondes», «Diario de anuncios y publicaciones». «El recopilador», «La moda», «Diario de la tarde», «British Packett and Argentina News», «Fundamentos de la fe», «Archivo americano y espíritu de la prensa del mundo», «Galería de ilustres contemporáneos»; «La lira española», «Album argentino», «La guitarra», «Mosaico literario», «Diario de avisos», «Boletín comercial», «Guía de la ciudad de Buenos Aires», «Manual de forasteros», «El agente comercial del Plata», «Boletín del Ejército Grande», «Diario de la América del Sud», «La avispa», «El Zonda» y otros más.

Sólo en algunas provincias del interior se publicaron algunos periódicos; Córdoba y Mendoza, provincias donde esta actividad se había desarrollado más que en otras, casi no tuvieron actividad periodística debido al temor de MANUEL  «Quebracho» LÓPEZ y JOSÉ FÉLIX ALDAO a la oposición que pudiera hacérseles por la prensa.

Se destaca, en cambio, la prensa opositora que existió en Corrientes durante los períodos en que la provincia estuvo enfrentada con ROSAS. Entre los periodistas que destacaron en el interior, se puede mencionar a MARCOS SASTRE y  SEVERO GONZÁLEZ (ambos federales) en Santa Fe, y JUAN THOMPSON, MANUEL LEIVA y SANTIAGO DRQUI (los tres antirosistas), en Corrientes (ver Gobiernos de Juan Manuel de Rosas).

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